Desde
que me rayó la primera luz de la razón,
fue tan vehemente y poderosa
la inclinación a las letras,
que ni ajenas reprensiones
–que he tenido muchas-
ni propias reflejas
–que he hecho no pocas-
han bastado para que deje de seguir
este natural impulso que Dios puso en mí …[Nota
1]
Sor Juana Inés
de la Cruz
Eve Gil: Escritora.
Periodista. Eve Gil: unos ojos moros que observan con ternura, con avidez,
casi acariciando lo que le rodea. Unas manos expresivas que mueve constantemente
mientras habla. Una voz suave. Una franqueza enorme, como buena norteña.
Sencilla. Sorjuanófila al punto de titular 'Hombres necios' su
ópera prima, en clara alusión al más célebre
poema de la Décima Musa; asimismo, su blog La Trenza de Sor Juana
[Nota 2] hace referencia
a lo relatado por la madre jerónima en su Respuesta a Sor
Filotea de la Cruz, donde ésta confiesa que se cortaba el
cabello cuando no lograba aprender pronto alguna lección de gramática:
“(...) No me parecía razón que estuviese vestida
de cabellos cabeza que estaba tan desnuda de noticias (...)” [Nota
3]
Eve
Gil nació en Hermosillo, Sonora, en 1968. Es fundamentalmente
narradora, aunque también ha incursionado en la poesía,
la dramaturgia y el ensayo. Es autora de cuatro novelas: la ya citada
(ganadora del premio de novela en el Concurso del Libro Sonorense, en
1994) y ‘El suplicio de Adán’ (ganadora del premio
La Gran Novela Sonorense, en 1996), ambas publicadas por el Instituto
Sonorense de Cultura en 1996 y 1997, respectivamente; ‘Réquiem
por una muñeca rota’ (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2000)
y ‘Cenotafio de Beatriz’ (RD Editores, 2005).
Ha obtenido el Premio Nacional de Periodismo Juvenil Fernando Benítez,
en 1994, por el reportaje ‘La fortificación del ámbar
maldito’, así como dos menciones honoríficas: una
en el Certamen Nacional de Poesía Anita Pompa de Trujillo, en
1993, ‘Transitar por la inocencia’ y otra en el Concurso
del Libro Sonorense 1994, género dramaturgia, con el monólogo
‘Electra masacrada’ ; otra de sus obras teatrales es la
farsa ‘Retrato de una pareja perfecta’ (Casa de la Cultura,
1990), que escribió a los 18 años y obtuvo el Premio Lecturas
Teatrales 1990. Coautora de los libros ‘Los cantos de Minerva’
(antología de escritoras sonorenses, Instituto Sonorense de Cultura,
1993) y ‘Raíz y canto’ (poemas ganadores del Anita
Pompa de Trujillo, Instituto Sonorense de Cultura, 1993). Ha sido becaria
del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora (1993-1994;
2004-05) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, en la categoría
de Jóvenes Creadores (1995-1996). Acaba de obtener el Premio
Nacional Efraín Huerta, en la categoría de Cuento, con
el libro (inédito)’ Sueños de Lot’.
En la obra de Eve Gil se halla una perpetua obsesión por el erotismo,
la locura, la muerte, la soledad. Hay, asimismo, una crítica
social muy fuerte, llevada a cabo con sutil ironía.
Entrevisto
a Eve por internet, medio por el cual nos conocimos. Leía el
blog de cierto joven escritor y ahí aparecía recomendado
uno de los dos que ella tiene, All about Eve. Le dejé un comentario;
ella respondió en mi blog y desde entonces nos hemos vuelto
buenas amigas. En marzo del presente año, vino a Culiacán
a dictar su conferencia El segundo oficio más antiguo del mundo:
La escritura femenina, y por fin pudimos abrazarnos.
La
dejo revelarse mediante las palabras.
-
¿Cómo surge su vocación literaria?
A veces siento que es algo que nació junto conmigo, porque no
recuerdo un solo momento de mi vida en que no haya estado acompañada
de un libro o de un cuaderno. Cuando era muy chiquita, recuerdo, tres
años a lo sumo, hacía rabiar a mi mamá porque bajaba
todos los libros del librero por el mero hecho de rodearme de ellos.
Mi papá decía, en tono bromista, que de seguro sería
bibliotecaria de grande. Un poco más grandecita, forraba esos
mismos libros con papel blanco y le rehacía una portada donde
escribía un nuevo título y me atribuía la autoría
de la historia. Sin embargo, no fue sino hasta los catorce años
que escribí mi primera novela. Mientras otras niñas
decían que de grandes querían ser doctoras o abogadas,
yo siempre respondí sin lugar a dudas escritora.
- ¿Por qué escribir novela?
Desde siempre ha sido mi género favorito, y desde mi primer intento
de escribir un texto literario, lo primero que se me ocurrió
fue que sería una novela. Creo que lo prefiero porque es el único
género en el que caben todos los demás. Una novela puede
contener poesía, cuento, ensayo y reportaje. Por desgracia, y
como bien decía Roberto Bolaño, empieza a diluirse la
ambición literaria en quienes incursionan en el género
novelístico que, siento, cada día va perdiendo un trozo
de su grandeza. Empieza a convertirse en el género más
fácil, y eso no me gusta. Quizá por ello ahora me estoy
yendo un poco más por el ensayo.
- ¿A qué atribuye usted la evidente preeminencia y vitalidad
de la novela respecto a los demás géneros literarios a
lo largo de la historia?
A esa cualidad que yo denomino elástica, porque le cabe
de todo, y de verdad me preocupa que empiece a adelgazarse, como si
de algún modo la hubieran condenado a la anorexia, y no me refiero
únicamente al volumen, sino sobre todo, y tristemente, a los
contenidos. En ese sentido me declaro fanática de lo retro.
- ¿A qué se debe el afán transgresor presente en
su obra? (citemos a Felipe, protagonista de su ópera prima ‘El
suplicio de Adán’: un sacerdote sin fe, irreverente, mal
hablado e, incluso, gigoló por azares del destino... )
Creo que lo que más me duele, lo que más me enfurece en
la vida, es la hipocresía. El machismo ha sido el máximo
promotor de la misma ya que en su afán de doblegar a las mujeres
y negar a los homosexuales, ha propiciado que tanto unos como otros
cultiven el arte de fingir y de perpetuar, de este modo, ese amordazamiento
de la sexualidad. Una sociedad reprimida y mentirosa nunca será
una sociedad próspera ni feliz. Te pongo un ejemplo: todo mundo
puso el grito en el cielo con esa joya cinematográfica que es
Secreto en la montaña... ¡cómo, dos hombres besándose,
qué horror!.... ¿Y quien se molestó en decir una
palabra acerca de ese engendro de película de Quentin Tarantino,
Hostal, donde se viola y tortura a la gente, y hasta infartados hubo
debido al realismo que maneja?, esto es, a la gente le asusta más
que dos hombres se amen que, por ejemplo, las matanzas en Irak, o los
feminicidios en Ciudad Juárez. Eso es producto de la hipocresía,
que condena la sexualidad y justifica el horror, la violencia, la guerra,
el homicidio, y creo que en cierto modo eso reflejan mis novelas: mientras
algunos curas violan niños y descuartizan a sus amantes embarazadas,
otros, como Felipe, se prostituyen para fundar orfanatorios y rescatar
niños de la calle. Por supuesto, el Vaticano condenaría
con mayor energía al gigoló.
- ¿Cómo ingresa al periodismo y en qué forma dicha
experiencia ha contribuido en su narrativa?
Al periodismo ingresé por invitación. Yo era estudiante
de Letras y un amigo mío de nombre Manuel Murrieta me invitó
a reseñar una obra de teatro dirigida por Ángel Norzagaray
para una revista llamada Así. Nunca había hecho nada de
eso, ni sabía nada de teatro, a pesar de que acababa de ganar
un premio estatal de dramaturgia, pero yo necesitaba dinero y decidí
intentarlo. Creo que me quedó mejor de lo que creí. No
he parado desde entonces. Dos semanas después de aquella reseñita,
el mismo Murrieta me pidió entrevistar a un actor sonorense que
era, ni más ni menos, Jesús Ochoa, que por entonces no
era famoso. Él fue mi primer entrevistado y me cayó tan
pero tan bien, pero supuse que siempre sería así y, afortunadamente,
salvo Cristina Pacheco que terminó gritoneándome y arrebatándome
la grabadora, siempre ha habido una bonita química entre mis
entrevistados y yo, aún los más difíciles. En cuanto
a la contribución del periodismo en la narrativa, debo confesar
que siempre he mantenido distanciados uno de la otra. El periodismo
es lo que me da para comer. Antes sentía tanta pasión
por el periodismo como por la literatura, cuando realizaba mis reportajes
polémicos, pero decidí abandonarlo porque ahora que soy
mamá no puedo continuar arriesgando el pellejo y me dedico exclusivamente
al periodismo cultural.
- Háblenos un poco acerca de su autoexilio: por qué salió
de Sonora para radicar en el DF.
En 1998, año en que decido salir de Hermosillo después
de leer ‘El arte de la fuga de Sergio Pitol’ (ese libro
me ayudó a tomar la decisión de salir a explorar el mundo),
vivía una situación insostenible. No fui la primera escritora
de Sonora, mentiría si dijera semejante cosa, pero sí
fui la primera que se rehusó a escribir sobre florecitas, y eso
desató la ira de un par de funcionarios culturales, por no hablar
de algunos profesores de la escuela de Letras. Para acabarla de amolar,
mi primera novela, ‘Hombres necios’, que aborda un tema
bastante escabroso (un movimiento estudiantil de 1971 que desembocó
en una verdadera masacre de jóvenes y del cual se derivó
la liga 23 de septiembre) que nadie en Sonora, de los que verdaderamente
había vivido ese episodio, se había atrevido a tocar (yo
tenía tres años cuando eso ocurrió), ganó
en 1993 un concurso convocado por el Instituto Sonorense de Cultura
pomposamente llamado La Gran Novela Sonorense, al que, se suponía,
sólo podías concursar si se te invitaba expresamente para
ello, pues el entonces director del ISC, Carlos Moncada, quería
que se la rifaran entre los que él consideraba ‘los titanes
de la literatura sonorense’. Yo supe del concursito porque le
llegó la invitación a mi jefa de entonces, y decidí
mandar la novelita antes citada en el entendido de que iría firmada
con seudónimo y nadie podía impedirme, por tanto, inscribirla
en el concurso. Cuando la llevé todo mundo creyó que era
de mi jefa. Para asegurar la legalidad del mentado concurso, Moncada
se cercioró de reunir a un jurado foráneo, todos ellos
oriundos de La Paz y de Puebla, pero doctorados por la Sorbona de París.
Lo último que imaginé fue que resultaría ganadora,
y siempre imaginé que si por algún azar del destino ganaba
me echaría de enemigos a todos mis maestros de letras (la mayoría
inscribieron un trabajo al concurso) y de paso a mi jefa, que terminó
corriéndome. Pero todavía me esperaba lo peor: en 1996
inscribí otra novela en el tradicional concurso del Libro Sonorense,
y volví a ganar, y el director que entró en lugar de Moncada,
Juan Antonio Ruibal Corella, que es del Opus Dei o algo así,
puso el grito en el cielo al ver que la dichosa novela hablaba sobre
la revuelta cristera, sobre los caudillos sonorenses y de paso estaba
protagonizada por un cura gigoló, y no se le ocurrió mejor
cosa que embodegarla durante todo un sexenio. Textualmente dijo: ‘Este
libro no sale de aquí’. Esa fue la gota que colmó
el vaso.
- ¿Qué perspectiva tiene actualmente acerca de la situación
cultural en Sonora?
Por fortuna ha dado un giro radical. Parece que la escuela de letras
permanece estancada en la revolución cubana, pero lo que es la
cultura oficial ha avanzado considerablemente gracias a que su nuevo
titular, Fernando Tapia, es el primer director del ISC que no es ni
abogado ni contador privado, sino doctor en literatura. Tapia además
uno de los pocos maestros que tuve en Letras que aplaudía mis
gracias. Un gran profesor, además. Es un hombre culto, sin telarañas
mentales, que lejos de marginar a las mujeres, a los homosexuales y
a los indígenas como hicieran sus predecesores, los ha incorporado
a su equipo de trabajo. Actualmente hay escritoras jóvenes en
Sonora como Sylvia Aguilar Zeleny y Cristina Rascón, y jóvenes
poetas vanguardistas como Iván Figueroa que hubieran sido vistos
con desprecio por Moncada o por Ruibal Corella. Por otro lado, ésta
es la primera administración que ha reconocido, homenajeado y
reeditado la obra de Abigael Bohórquez.
- ¿Por qué la fascinación ante la escritura biográfica
-tanto propia como ajena- ?
Lo más atrayente de mi narrativa, pienso yo, son los personajes.
Para mí una obra narrativa sin personajes que te conmuevan no
cumple a cabalidad su función. ¿Qué sería
de ‘Ulises’ sin Stephen Dedalus, por ejemplo? Pienso en
la novela rusa, que es la más grande de todos los tiempos: ¿qué
sería de ella sin Ana Karenina, sin Alexei Karamazov, sin Natasha
Nicolaevna, sin el maravilloso Levine, que es mi consentido? De ahí
mi fascinación por la biografía, que no la autobiografía,
porque he sido bastante parca para referirme a mi persona, no obstante
que siempre habrá algo del autor en sus personajes. Salvo Moramay
de ‘Réquiem por una muñeca rota’ hay muy poco
de mi vida en mi narrativa. En ‘Cenotafio de Beatriz’, por
ejemplo, hay un solo capítulo autobiográfico, que es el
del parto de Beatriz. Yo empecé a escribir esa novela cuando,
estando embarazada de mi hija pequeña, me anunciaron con una
frialdad impresionante que tenía preclampsia y que o me sacaban
a la criatura o yo me moría, y como no dejé que me la
sacaran di por sentado que me iba a morir y ‘Cenotafio’
es, por ello, una novela mortuoria, desde el título. Pero fuera
de ese detalle poco tengo que ver con la protagonista, una Beatriz coja,
corrompida, prostituida, amargada y sin embargo perseguida por un Dante
que añora lo que ella fue y ya no es.
- ¿Cómo impulsa la carrera de un escritor el obtener un
premio literario –como en su caso, que acaba de llevarse el Efraín
Huerta, en Cuento, con la obra ‘Sueños de Lot’- ?
No sabría responder esa pregunta. Debo confesar que he participado
en algunos concursos; que casi siempre me gano mención honorífica
pero muy pocas veces he ganado. Curiosamente, poco antes de que me avisaran
que había ganado el Efraín Huerta de cuento yo estaba
a punto de abandonar el género cuentístico para siempre
porque consideraba que no tenía madera para eso; que me era imposible
escribir textos cortos... de hecho muchos amigos míos me habían
hecho el comentario de que les gustaba mucho más como novelista
que como cuentista. Gracias a este premio descubro que no soy tan mala
después de todo y he resuelto continuar haciéndole la
lucha al relato, aunque mi género favorito es y seguirá
siendo la novela.
- El narrador sinaloense César López Cuadras [Nota
4] declaró hace poco [Nota
5] que los grandes genios de la literatura han sido misóginos,
y que los que se autoproclaman feministas son demagogos. Citó
alusiones misóginas, por ejemplo, en Don Quijote. ¿Qué
declararía usted al respecto?
Independientemente de que admiro a César y me cae muy bien, debo
señalar que está equivocado y que su actitud resulta incomprensible
en estos tiempos. Posiblemente los autores a los que hace referencia
pertenecen a una época en que las mujeres no tenían acceso
al estudio ni a los libros, pero como en todo existen las excepciones...
y para muestra ahí está nuestra incomparable Sor Juana.
Habría que recomendarle a César que leyera a grandes genios
como Oscar Wilde, Truman Capote, E.M. Forster, Julio Cortázar,
Sergio Pitol, entre otros, que lejos de denostar a las mujeres reconocían
incluso influencia de escritoras en su propia escritura. Cortázar
fue el único escritor del boom que exigió la inclusión
dentro del mismo de mujeres como Luisa Valenzuela. De misógino,
nada. No dudo que haya grandes genios misóginos, del mismo modo
que hay mujeres geniales que son abiertamente androfóbicas, como
Elfriede Jelinek, pero eso no repercute para nada en la demostrada realidad
del talento femenino. Habría que recomendarle a César
que leyera La trenza de Sor Juana, ¿no crees?
(Entrevista efectuada el 14 de mayo del 2006)
Fotografía: Esmeralda Méndez
Nota
1: Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, en Sor Juana
Inés de la Cruz, Obras Completas, Col. Sepan Cuantos, no. 100,
Editorial Porrúa, México, 2000, p. 830..
Nota 2: Ídem,
p. 831.
Nota 3: En dicho blog
se publicaban reseñas periodísticas aparecidas en la columna
del mismo nombre, perteneciente al Suplemento Arena del diario capitalino
Excélsior, de circulación nacional. Desde marzo,
el suplemento fue retirado; aún así, Eve continúa
con sus Trenzas (por las cuales jamás ha percibido salario alguno).
La Trenza de Sor Juana, en palabras de su autora, tiene el
fin de exaltar el genio literario femenino.
Nota 4: Autor de La
primera vez que vi a Kim Novak (cuento), La novela inconclusa de Bernardino
Casablanca, Macho profundo y Cástulo Bojórquez (novelas).
Nota 5: Declaraciones
dadas el 27 de enero, durante su intervención titulada 'El Quijote:
Los textos en el texto', como parte del Seminario sobre El Ingenioso
Don Quijote de la Mancha , en la Escuela de Filosofía y Letras
de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
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MÁS DE EVE GIL:
www.
evegil.blogspot.com
www.evetrenzas.blogspot.com
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DATOS
DE LA AUTORA:
Elena Méndez (Culiacán, Sinaloa, México, 1981).-
Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad
Autónoma de Sinaloa. Ha participado en los talleres literarios
de los escritores mexicanos María Baranda, David Toscana y Cristina
Rivera Garza. Escribe cuento. Ha publicado parte de su material en la
revista TEXTOS, de su Universidad (no. 14, abril/julio 2004) y La Pluma
del Ganso (no. 42, marzo/mayo 2006) y en las páginas literarias
www.aviondepapel.com
, www.letras.s5.com
y www.homines.com.