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En defensa de la Poesía (1ª Parte)
Rolando Gabrielli
28/12/2006



La crítica impresionista, no impresiona a nadie. La anecdótica, que basa sus ‘argumentos’ en obsesiones, que personaliza, atiende emociones, traumas de infancia y se ‘apoya’ en aspectos externos a la obra, naufraga en la patología de su propio autor.

La crítica descriptiva, sentimental, que bucea en las solapas de la obra y en las amígdalas del poeta o autor, y tiene como referencia un vasto listado de detractores o amigos de la rosca y del círculo vicioso del discurso anoréxico, es un virtual ejercicio de antropofagia, subalterno y mezquino.

Hace años que la crítica adquirió mayoría de edad, y pasó del platonismo romanticón a la ciencia literaria, y dejó de ser presa de las presunciones y de la buena voluntad o como de la mala leche, de quien se erige en crítico, aunque aun vista ropa de kindergarten y juegue a las bolitas con Tutankamon, que en paz descanse y nos perdone esta metáfora, como sagrada momia que es.

La crítica de las tijeras y de algunas Penélopes, -que tejen y destejen la red de Internet en búsqueda de la idea y del tema perdido (como Ulises bajo el hechizo de las sirenas)- es tan miserable, como la que realiza un poetastro, contra quienes han abierto inéditas avenidas a la poética americana, continente tan afrancesado como british y copista por pecado de juventud y vicio.

Pablo Neruda, chileno, y César Vallejo, peruano, tangencialmente este último mencionado, en verdad no requieren defensa ante el rosario de inexactitudes y afirmaciones extraliterarias, y de citas de vengador despechado, de Floriano Martins, porque la obra de ambos poetas americanos y universales, habla, se expresa, irrumpe, desde la melancólica y vasta región andina, al profundo ser americano, a la visión desoladora del hombre y las cosas, donde las Residencias nerudianas marcan pauta tempranamente en la poesía iberoamericana.

Vallejo, Vallejo todavía

De César Vallejo, fallecido prematuramente a los 42 años, el crítico inglés J. M. Cohen, dice que ha escrito una nueva poesía en América. En su ensayo crítico Poesía de nuestro tiempo, (356 páginas) Cohen, analiza a los principales poetas modernos, entre ellos, George, Rilke, Yeats, Eliot, Pound, Tralk, Blok, Dylan Thomas, Montale, Machado, Auden, Apollinaire, Eluard, Breton, Mayakovsky, Alberti, Lorca, Molinari, Paz, y Neruda, entre otros. ‘Neruda es un gran escritor, dice, casi el único poeta de hoy para quien todo el mundo material, del mineral al hombre y desde su patria nativa hasta la China comunista, constituye un tema y una inspiración. Neruda es casi el único ejemplo de gran poeta materialista’.

Cesar Vallejo   Cesar Vallejo   Cesar Vallejo

Jorge Luis Borges no aparece en este libro de referencia fundamental, publicado en 1959, porque con su texto ‘El Hacedor’, editado en 1960, comienza ser realmente conocido mundialmente. A Borges debemos de entenderlo en la situación límite, más allá del bien y el mal, como si no hubiese existido más que para el reflejo de los espejos.
Para César Vallejo no constituye novedad este ningueneo, ya que en un texto vaticinador nos advierte: Yo nací un día/que Dios estuvo efermo/grave.

Veamos lo que dice Floriano Martins, brasileño, poeta visitante, en el semanario Talingo del diario La Prensa, bajo el título Pablo Neruda: desmesurado, irregular y frívolo.’

Gerardo Deniz (?), mexicano, cita Floriano Martins, dice que ‘Neruda difícilmente resistiría al tiempo sin sus vínculos con el comunismo, lo que implica afirmar que no tiene sustento en su obra’. El prestigio de Neruda es un misterio que, por suerte, me es indiferente, ya que estoy convencido de que, sin su comunismo, ni Vallejo ni Neruda serían tan apreciados.

De lejos el mejor, Paz

Octavio PazOctavio Paz, mexicano, ensayista y poeta, Premio Nobel, fervoroso anticomunista, quien criticó ácremente a Neruda por su militancia y estalinismo -del que se fue desprendiendo en sus últimos años de vida, según Jorge Edwards- afirma en el libro Adiós, Poeta, (313 pags.) del chileno Edwards:…el año pasado releí la obra completa de Neruda, desde la primera página hasta la última. Creo que en mi edición faltaban algunas cosas del final, pero leí entero y por orden todo lo que tenía. Mi conclusión es que Neruda es el mejor poeta de su generación. ¡De lejos! Mejor que Huidobro, mejor que Vallejo, mejor que Borges. Y mejor que todos los españoles….Es un poeta muy irregular, acotó Paz, pero en sus grandes momentos es el mejor. Siempre lo he pensado así: uno de los mejores del idioma. Residencia en la Tierra es un libro extraordinario, pero también hay poemas extraordinarios en Odas elementales, y más adelante.
Edwards le pregunta a Paz si conoce Geografía Infructuosa, El Campanario de Authnay, y el mexicano, dice que no.

De Octavio Paz podría decirse lo mismo que de Neruda: el mejor poeta de su generación, pero se matriculó con la derecha, comenta Edwards, citando a unos amigos españoles.

Sigamos comentando las perlas de Floriano: (Pablo) De Rokha, poeta chileno que polemizó con Neruda y Huidobro, en una verdadera guerrilla literaria de mamuts de la poética, ‘era tan impetuoso e irregular como Neruda’.

Octavio PazNada más alejado de la verdad, Neruda era un ‘mapuche’ sigiloso y terminante en sus respuestas, y no se inmutaba al mentar sutilmente la madre de su contrincante, y no prestaba mayor atención a la polémica, que a su propia obra. Literariamente hablando, son harinas de costales muy diferentes, y la historia extraliteraria forma parte de los bien ganados archivos nacionales de una poética continental mayor de edad hace 80 años en Chile y a distancia de sus pares en América Latina.

Rosamel del Valle, poeta chileno, ‘escribe una poesía verdaderamente delirante’, nos revela Floriano. Pero, qué quiere decir con esa afirmación, nos preguntamos, cuando, delirante viene de delirar que significa ‘decir cosas incoherentes por efecto de una fiebre muy alta.’ ¿Hacia dónde, pregunto, enfoca su visión poética y su propia poesía?
Todo estado febril impone una ilusión, una imagen engañosa que una mente enferma o en estado anormal toma por real.

Rosamel del Valle y Humberto Díaz Casanueva,—amigos inseparables— son dos extraordinarios poetas chilenos muy vinculados al simbolismo francés, romanticismo alemán e inglés y al surrealismo, antecedentes nerudianos como del influyente Walt Whitman, pero asimilados y transformados de manera muy diferentes en la lírica del vate de Isla Negra.

Poeta desmesurado

Pablo NerudaSu obra es esencial y vasta como profunda es la cultura de ambos poetas, más conocidos por círculos literarios, universitarios y de iniciados, que por el gran público, producto del propio género y de una poética filósofica en búsqueda del ser, del tránsito entre la vida y la muerte, y del uso, por decirlo de manera simple, de un lenguaje preñado de simbolismos e interrogantes, lo que requiere de algo más que una lectura de paso.

Esto dicho, porque el ‘arroz con mango’, un producto de exportación latinoamericano, tampoco va en poesía, como nos quiere hacer ver en esta mezcolanza de epítetos, nombres de verdugos antinerudianos, escuelas y estilos, que nos deja caer como en un pozo de revelaciones, Floriano Martins, quien apunta más lejos que su propia imaginación los dardos contra Neruda, desaparecido físicamente hace 27 años.

‘No sería arriesgado o irresponsable decir que la poesía de Neruda no resistiría una comparación crítica con la de sus pares hispanoamericanos’. Neruda, añade Martins, era una poeta desmesurado y sobre todo obstinado por la enumeración, por la cuantificación, lo que lo volvía esencialmente frívolo. ‘En su obsesión por escribir acerca de todo y en estilo de todas las modas literarias, nunca trató en profundidad ninguno de los problemas básicos de la lírica.

¿Por siete décadas se ha equivocado la crítica mundial con la obra de Neruda y su público, que reside en Moscú, Estados Unidos, Argentina, México, Francia, Italia, Gran Bretaña, Brasil, España, China, Centro América, Cuba, Chile o Panamá, la tierra del banquero nerudiano Lucho Moreno, para no ir tan lejos de la geografía, ni de las inagotables bóvedas de la poética nerudiana?

Nicanor ParraNicanor Parra, candidato al Nobel de Literatura a partir de enero del 2001, tan opuesto, ‘crítico y deudor de la poética nerudiana’, uno de los más grandes poetas vivos del planeta Tierra, y que en los últimos años se distanció de Neruda, me comentó en una ocasión que las Odas elementales de Neruda eran simplemente revolucionarias, tienen el germen precursor afrodisíaco del hippismo y que él las celebraba con respeto literario, como lo ha repetido, agrego, la crítica despojada de los atuendos del personaje que llenó 50 años de poética en iberoamérica.

Amado Alonso, profesor en Harvard, abre su libro Poesía y Estilo de Pablo Neruda, (358 pags.) editado en 1940, con la siguiente afirmación, refiriéndose a Odas elementales: ‘Es una poesía escapada tumultuosamente de su corazón, romántica por la exacerbación del sentimiento, expresionista por el modo eruptivo de salir, personalísima por la carrera desbocada de la fantasía y por la visión de apocalipsis perpetuo que la informa’.

El amor, la melancolía de la primera obra juvenil nerudiana, el dolor del ciclo de las Residencias, el amor una y otra vez en Versos del Capitán, Cien Sonetos de amor, y en su poesía editada postmorten El mar y las campanas, El Corazón amarillo y que subyace en toda la poética, lírica nerudiana con excepción de los textos políticos , así como el hombre, la naturaleza, la materia que nos rodea y traspasa, parecen no ser temas profundos de la lírica de todos los tiempos para Martins, y que la poesía de Neruda retoma una y otras vez en un singular, caprichoso y deslumbrante ejercicio de vida.

Neruda, no era ateo

Pablo NerudaEl profesor, investigador de la Universidad de París, crítico literario y uno de los conocedores más profundos de la obra del poeta sureño, Jaime Concha, en su libro intitulado Neruda, (281 págs) editado en 1972, nos revela ángulos desconocidos de la poética nerudiana, en uno de los análisis más lúcidos de la obra nerudiana. Su enfoque va más allá de la instancia literaria e inserta la poética de Pablo Neruda en el proceso histórico de la sociedad chilena, sin descuidar la poesía misma del autor de ‘Veinte poemas de amor y una canción desesperada’, ‘Tentativa del hombre infinito’, ‘Canto General’, ‘España en el corazón’, ‘Aun, Estravagario’, ‘Plenos poderes’, ‘Cantos ceremoniales’, ‘Memorial de Isla Negra’ y ‘Fin del mundo’, entre otros.

Concha nos revela que no hay en Neruda ni la intensa profundización en la memoria de símbolos cristianos, como en el caso de Mistral, ni el conflictivo y desgarrado pathos huidobriano en pos de una imposible liberación espiritual. Tampoco el tono violento y blasfemo que exhibe frecuentemente De Rokha o la apaciguada lirización de un sentimiento primariamente religioso, como ocurre en las primeras obras de Ángel Cruchaga. La poesía nerudiana nace más allá del catolicismo, fuera de su órbita cultural. El ateísmo no existe ni ha existido nunca en Neruda.

Los pares más formidables de Neruda estuvieron precisamente en Chile: Huidobro, De Rokha, la Mistral. Con los dos primeros se batió hasta el fin de sus días. A De Rokha le llamó Perico de Palothes en sus memorias Confieso que he vivido, y a Huidobro, lo homenajeó y criticó al mismo tiempo, en nuestra opinión, cuando le dedicó unos instantes en su discurso del Premio Nobel en Estocolmo, en 1971.

Huidobro y Neruda se reconciliaron poco antes de la muerte del autor de Altazor, como ‘poetas, como chilenos y como amigos’, recuerda Neruda en sus memorias, donde elogia su poesía que brilla por todas partes y tiene una alegría fascinadora. ‘Neruda no poseía el mínimo aprecio por sus pares. Poco entendía de poesía y menos aún estaba interesado en ella.’

Perlas, perlas, que culminan con la socorrida cita del eterno enemigo nerudiano, el español Juan Ramón Jiménez, quien calificó a Neruda de ‘gran mal poeta’.

Oda a la envidia

Neruda responde en Oda a la envidia: Escribí, escribí sólo/para no morirme./Y entonces/apenas/mis versos de muchacho/desterrado/ardieron/en la calle/me ladró Teodorico/ y me mordió Ruibarbo. Se irguieron/amenazantes/contra mi poesía,/ con ganchos, con cuchillos,/con alicates negros. Y advierte a sus detractores: seré, /seré implacable./Yo les pido/que sostengan sin tregua el estandarte/de la envidia./Me acostumbraré a sus dientes/Me hacen falta/Y reafirma: Y estoy casi seguro/aunque no les agrade la noticia,/que seguirá/mi canto/más acá de la muerte/en medio/de mi patria/será mi voz, la voz/del fuego o de la lluvia/o la voz de otros hombres. Neruda concluye su Oda subrayando que su poesía tiene tanta salud/como una ordeñadora….

Pero volvamos al principio, a la cita con que Floriano Martins abre su caja de Pandora más que antinerudiana, antipoética en el mal sentido de la palabra.

Para ello utiliza un comentario a la volandera, que no conozco, de Enrique Lihn, uno de los grandes poetas chilenos y latinoamericanos, y lúcido y sistemático crítico de la obra de Neruda. Cito textualmente: ‘Una vez dijo el poeta Enrique Lihn que no veía la razón para incluir a Borges entre los fundadores de la poesía hispanoamericana, por considerarlo formalmente conservador, destacando la previsibilidad de sus recursos métricos y rítmicos. La contribución incuestionable de Borges, estaría marcada por otros aspectos y no por la estructuración del poema. Quizás pudiera hacerse una observación muy parecida en lo que atañe al chileno Pablo Neruda’.

Nadie puede desconocer la honestidad y agudeza literaria de Lihn, quien también se llevó por los cachos a Borges, a quien le niega como poeta fundacional porque ‘su poesía en verso traiciona en exceso su conservadurismo formal paralizante’.

Lihn, cuando llegó de Cuba el 69, puso picas en Flandes, trazó la cancha, y abrió fuego contra el poeta mago (Huidobro), el angélico, el poeta vidente, Neruda y todo lo que viene), poeta cívico nacional, alto parlante de voz aterciopelada y torrencial. En 1979, en un artículo del su obra crítica titulado el Circo en llamas (694 págs), Lihn subrayaría que Neruda fue ‘uno de los últimos aedos contemporáneos. Un líder, cuya función consistió en hacer poesía política; esto es, ninguna de las dos cosas’.También diría en su ensayo sobre Neruda, rescatado por su amigo Germán Marín, que ‘después de Huidobro y, junto al imponderable Vallejo (qué le parece Floriano Martins) aprovechando la lección de fundadores más modestos o menos hábiles, Neruda es, sin duda, uno de los cuatro o cinco poetas contemporáneos básicos de este subcontinente; mal leído por sus manipuladores y admiradores críticos, entre los cuales se contó el mismo’.

Neruda abandonó sus deberes poéticos, Lihn

Enrique LihnLihn nos da a entender que Neruda cedió la palabra a Nicanor Parra sin proponérselo, por abandono a ‘sus deberes poéticos en favor de la política’. Es probable, ya era hora. Neruda había relevado, de acuerdo con Lihn, a Rubén Darío.

Nicanor Parra y Lihn, marcan en Chile rumbos antípodas de la poesía vanguardista, modernista, neorramántica y finalmente nerudiana, y no escatiman oportunidad para hacerlo sentir desde sus trincheras o públicamente. El mito de Neruda, con su pasado verbal estremecedor, como subraya el poeta salvadoreño Roque Dalton y estoy citando a Lihn, sigue estando para nuestra generación en Residencia en la Tierra ‘donde dio Neruda el tono único e instransferible a su poesía’. Neruda hizo un estilo, agrega Lihn, en Residencias y las posteriores (un ciclo de tres en una década).

Juan Larrea, que se transformó después en un acérrimo antinerudiano, reconoció en Neruda lo siguiente: ‘Todos los ismos - y cito una cita de Lihn-que conocían a la sazón boga en Hispanoamérica han sido poco a poco desbancados por esa ululación angustiosa de lo informe, que se resuelve en una espesa elocuencia desordenada y monótona como las inundaciones. Como ellas, su corriente arrastra un sinfín de objetos arrancados a su coherencia natural, dejando a su paso una impresión de arbitrariedad, desesperación y catástrofe’. Es ni más ni menos el impacto de las Residencias.

El referencial de la poesía chilena en el siglo XX se llama Pablo Neruda, sin desconocer a sus gigantescos pares de muy distintas visiones de mundo, Huidobro, la Mistral y De Rokha, y muy posteriormente en 1954, con Poemas y antipoemas, vendría Nicanor Parra a disputar el trono, no desde el Olimpo, ni como pequeño Dios, sino desde la tierra y en su propia carpa.

Tuve mucho contacto personal con Nicanor en mis tiempos universitarios y más adelante después del Golpe Militar en 1973, y siempre noté una obsesión, que considero natural, por la poesía de Neruda y el personaje, completamente oleado y canonizado, criticado y odiado por sus enemigos.

Parra ha estado haciendo su trabajo demoledor de lo que considera la retórica y vieja poesía, desde 1954, con paciencia de huaso ladino y casurro, que montó su propio tinglado en este cuadrilátero de cinco patas en que se transformó la llamada guerrilla poética, aunque cuatro de los gigantes dejaron de existir hace largo tiempo. Nicanor tuvo movimientos ligeros de piernas, ganchos cortos y certeros con De Rokha y Neruda, no así con la Mistral y Huidobro a quienes expresa reiteradamente su admiración y deudas.

Parra es un kamikasi, pero no suicida, del yo nerudiano, y como físico racionalista que es, pude conocer de cerca su trabajo a veces aséptico de su construcción poética, ya que él rechaza por principio el término creación, por considerarlo posiblemente intuitivo y romántico. Busca la objetividad y como una suerte de sacerdote del excepticismo, porta en su bitácora poética la fórmula de la nitroglicerina para hacer estallar todo intento de recetas literarias.

Más vasto que la larga faja de tierra

El tema es más vasto que la larga y angosta faja de tierra llamada Chile. De lo suyo subjetivo, pero medible, y requiere de un trabajo más acucioso, y no de crónica periodística.

Pero algunas cosas deben de quedar en claro. En poesía, quién no viene de algún lado y carece de influencia (s). ¿O acaso la poesía es un gran globo que inflamos desde nuestro cordón umbilical? Lo malo está en la copia feliz del Edén, parodiando el himno Nacional de Chile. Quizás, gramo a gramo, Neruda y la Mistral, sean los dos poetas latinoamericanos mayores del siglo XX. Borges fue un gran y fantástico ficcionador, pero un poeta que pidió prestado todo lo que pudo y lo hizo bien. Ernesto Sábato sostiene que el Borges que perdurará, será el más olvidado, el cotidiano, argentino. No debemos de olvidarnos de Huidobro, Vallejo, De Rokha, Lezama Lima, Nicanor Parra, Borges, Paz, Gonzalo Rojas, Hahn, los más visibles en el invisible río de la poesía continental.

La soga de la poesía es más larga en América latina, y me inclino además en sus extremos geográficos, por Juan Gelman, Argentina, y José Emilio Pacheco, México. Ernesto Cardenal, en Centroamérica. Drumond de Andrade, en el vasto y maravilloso Brasil. Hay grandes poetas intermedios en el paraíso poético, sin la dimensión, universalidad, lenguaje, ‘originalidad’, de Rubén Darío, Neruda, Vallejo, Huidobro, la Mistral, Parra y Lezama Lima.

Pablo Neruda   Pablo Neruda

La poesía de Neruda y el personaje son más profundos que las charlatanerías de sus oficiosos detractores, y no hay nada mejor en poesía, que leer la obra, leer la obra. Neruda ocupó una época como una gigantesca tortuga en las transparentes, torrentosas y a veces lúgubres aguas de su poesía en el sur del planeta. Su tiempo fue la Guerra Fría y hoy se revela con lujo y detalles, como la C.I.A., impidió que le otorgaran el Premio Nobel mucho antes que en 1971, en medio de una cascada de miles de documentos considerados top secret. No comparto los análisis extraliterarios, pero éste es un hecho único en la historia literaria contemporánea. Neruda fue un protagonista social relevante en la historia del siglo XX en Chile y América latina, Senador y ‘poeta de utilidad pública’, como le gustaba que le llamaran, pero ya había acuñado un patrimonio literario indiscutido. Claro que fue un aedo, mi estimado Enrique Lihn. No hay duda de ello. Celebro la capacidad vital, creativa, muchas veces higiénica, de un país al intentar demoler sus propios mitos, pero hay que ubicar también los tiempos, y Neruda se transformó sin querer en un animita, en la pequeña vela que baña de luz la rendija del cuarto de la pobreza, de la soledad y el silencio totalitario. La naciente dictadura lo elevó a la categoría de mártir al vandalizar su casa La Chascona, en Santiago, debido a los atropellos en su residencia permanente en Isla Negra y la humillación en la carretera cuando viajaba de urgencia a la clínica Santa María. Su entierro fue en una tumba anónima y el cortejo, vigilado por la metralla militar. Son actos únicos, no buscados. Podría decirse que la historia trabajó a favor de Neruda, pero también su poesía, su oficio, su temprana, vigorosa e irrepetible aparición en el escenario poético de los años 20 y su permanencia. Neruda es un paradigma en América latina, como subraya el poeta, ensayista y Rokhiano, Naín Nómez, en su esclarecedor ensayo ‘Poesía Chilena Contemporánea’. (351 páginas).

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DATOS DEL AUTOR:

ELocation:Panama
Rolando Gabrielli nació en Santiago de Chile el 22 de febrero de 1947.Estudió Periodismo en la Universidad de Chile. Ejerció hasta el 11 de septiembre de 1973 en su país. Fue Corresponsal Extranjero en Colombia y Panamá (1975-79). Funcionario Internacional, experto en la industria bananera, encargado de estrategias para los ocho países de la región miembros de la UPEB, Editor de la publicación científico-técnica y económica, con circulación en 56 países, columnista de la revista alemana D+C (1979-89). Escribe para varios periódicos panameños como Analista Internacional y trabaja en el programa de la Unión Europea-PNUD, Tips On Line, mercadeo de oportunidades empresariales vía Internet. Asesor en estrategias empresariales, editor de Suplementos especializados, ha trabajado y lo hace actualmente en marketing. En el campo de la literatura ha obtenido premiaciones en Chile, México y Panamá, en poesía y cuento. Es un escritor absolutamente inédito en papel impreso y tiene varios libros por editAr en poesía:
‘De estos y otros sueños’, ‘Sol Rojo’, ‘Manifiesto Aldeano’, ‘Los Poetas de Chile’, entre otros. Dos novelas en curso, un libro de cuentos y varios volúmenes de crónicas literarias.
Fue becado dos años por la Vicerrectoría de la Universidad Católica de Chile, en el el Taller de Poesía que dirigía Enrique Lihn. Allí participó en los debates con Waldo Rojas, Federico Schopf, Zurita, Cecicilia Vicuña, Luis Oyarzún, Ernesto Cardenal y muchos otros escritores.
Ha brindado conferencias magistrales en la Academia de la Lengua de Panamá y la Embajada de Chile, sobre Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Jorge Teillier y Jorge Luis Borges.
Ha ingresado al papel en Chile, décadas después en el librito Santiago en 100 palabras, en una selección cerca de 13 mil historias urbanas:

‘UN LOCO ANDA SUELTO.
Si sabe que un loco anda suelto, comience por cerrar ventanas y puertas, pasos cordilleranos, aeropuertos, terminales de buses. Haga la denuncia en Carabineros de Chile. Ponga un aviso en los clasificados de El Mercurio. Demande ante la Corte Suprema y declare ante Notario Público que el loco anda suelto. La ciudad puede ser un manicomio, pero no aguanta un loco más. Es un buen argumento por si le piden declarar para qué tanto papeleo. Movilice a la Cruz Roja y al Ejército de Salvación; una, por salud, y el otro, por si el hombre decide retornar al servicio activo.’