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Cuando fuimos los mejores renueva la novela de formación
Enrique Olmos de Ita
18/12/2007


AIXA DE LA CRUZ
Cuando fuimos los mejores
Almuzara
México, 2007
144 pp.

Aquel ruso nómada entre siglos, Mijail Bajtin (1895-1975), estudioso de Dostoievski y del marxismo, en su análisis histórico de la novela -que en castellano puede consultarse en Problemas literarios y estéticos y en Teoría y estética de la novela-, propone una clasificación de la novela de formación, ‘según el principio de estructuración de la imagen del héroe’. Así, hace referencia a cuatro tipos de novela: la novela de vagabundeo, la novela de puesta a prueba o peripecia, la novela biográfica y la novela de educación o formación. La novela de educación, conocida también como Erzihungsroman o Bildungsroman, surge propiamente en Alemania en la segunda mitad del siglo XVIII, es decir, casi unos días después del nacimiento formal de la novela.

No existe claridad entre los estudiosos y menos aún entre los críticos respecto de las características de este tipo de narración; según algunos, debe convocar todo el proceso de formación del héroe o protagonista, principalmente en un elemento, ya sea el cultural, físico, moral, psicológico o social. Según otros, podría limitarse tan sólo al proceso de desarrollo, a un periodo de su vida que lo marcó y devino en un cambio fundamental, lo cual hace suponer que la mayoría de las novelas de formación ocurre en la adolescencia o primera juventud.

En ese sentido, Mijail Bajtin ubica un concepto bastante controvertido por singular y que sigue dando qué pensar a teóricos y lectores, se trata del famoso cronotopo literario-artístico, donde según Bajtin tiene lugar una fusión de los indicios espaciales y temporales en un todo consciente y concreto. El tiempo aquí se resume, se concentra y se muestra artísticamente visible; el espacio, en cambio, se intensifica, se asocia al movimiento del tiempo, del argumento, de la historia. Al interior de la academia todavía se debate el término y el parentesco con las teorías físicas de Einstein.

Siguiendo los pasos de Bajtin, Cuando fuimos los mejores de Aixa de la Cruz (Almuzara 2007) es un claro ejemplo de la novela de formación y legitima la teoría de cronotopo literario-artístico. Y no sólo porque la novela trata de una adolescente bilbaína que se debate entre el conocimiento del mundo, de la mano de una familia por disfuncional estable y de una especie de cómplice-mejor amiga, sino también por las relaciones espacio-temporales en las que se desarrolla la narración, la oportuna distancia del narrador en los cambios de puntos de vista y la formal introducción de juicios morales disimulados entre escenas cortas y directas. No hay reminiscencias narrativas, ni los personajes sucumben ante grandes metáforas, ni mucho menos esconden grandes secretos. Al contrario, un realismo que somete, sin ironías ni falsas tribulaciones, a sus personajes.

El viaje al limbo de Kattalin incluye lo esperado: sexo, drogas, alcohol, sangre, meditaciones existenciales, amistad, vida de familia y sobre todo un vaivén entre incertidumbre y certezas. A veces ese conflicto, digamos, de madurez, no constituye verdaderamente una trama en la que intervengan mayores derroteros a los tópicos acostumbrados sobre la juventud. Ahí la novela acusa su peor semblante: hacer una apología épica de la adolescencia sin dotar a sus personajes de un cambio psicológico fundamental, por momentos ese realismo casi documental ahoga la precisa línea narrativa que se ha fijado.

Por lo demás, no falta lo pintoresco, que le da consistencia a la narración y en general a la atmósfera de su protagonista-héroe. Unas tías enloquecidas, la abuela que no para de leer y se ausenta del mundo, la madre depresiva, los dos hermanos ángeles-demonios, y la vida escolar-sexual, violenta y descarnada, ambigua por incomprensible, excitante también por enigmática, pero sin lamentaciones, ni siquiera en lo momentos en que Kattalin parece sufrir, hay un sentimiento de compasión, quizá ahí el mayor acierto del personaje.

Algo hay que mencionar para no confundir al posible lector: no estamos frente a otra tediosa versión del realismo sucio proveniente del beat bukowskiano que a tantos jóvenes aspirantes a escritores ha seducido. Tampoco es un retrato social del Bilbao juvenil, aunque seguramente la mirada de la novela se aproxima, en su conjunto, a ese ambiente crispante del País Vasco. En suma, Cuando fuimos los mejores representa una apuesta más por la conformación de un género novelesco moderno, que puede llamarse novela de formación, y que tendrá en los jóvenes contemporáneos de la autora su principal prueba de fuego.

A veces obviamos la edad de la novela, quizá por desconocimiento, pero el género novelesco es bastante reciente en comparación con los géneros históricos, el drama, la lírica, el relato corto y la fábula. Digamos que la novela también es adolescente. Tiene todavía que acomodarse en el mundo, continuar su expansión y experimentación para construir tradiciones, y por lo tanto, validar o desafiar teorías. En lengua castellana, y aún más, en la novela española contemporánea, la novela corta tiene una salud de tan estable monótona, sólo pequeños sobresaltos de energía de vez en cuando. Quizá por la influencia de la novela latinoamericana y del lenguaje cinematográfico se puede ser optimista y apostar por un cambio de ánimo. En suma, apariciones de novelas como Cuando fuimos los mejores deben celebrarse en virtud de ese primer esfuerzo.

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Para saber más


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DATOS DEL AUTOR:


Enrique Olmos de Ita (Llanos de Apan, Hidalgo, México. 1984).- Dramaturgo, narrador y crítico de teatro en Milenio diario. Está publicado en varias antologías de dramaturgia y cuento contemporáneo, entre ellos los trabajos No ganarás (Tierra Adentro-Centro Cultural Helénico), Últimas simientes (Universidad Nacional Autónoma de México) Un curso de milagros (Cd-Rom–Dramaturgos mexicanos) Ciudad catorce (Ficticia) Huelga de bebés y Exaudi quaesmus Dómine (Fonca) y Perla triste (Letras pachuqueñas), además del libro La voz oval (Fondo Editorial Tierra Adentro), que contiene seis piezas teatrales.
Becario FOECAH 2004, beneficiario de PACMYC 2006, becario FONCA Jóvenes Creadores 2005-2006, becario por la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores, en España 2006-2007, y del Consejo de las Artes y de las Letras de Québec-FONCA 2007, en Montreal.