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PIRANESI / SCHUITEN. Arquitectura, Comics y Clasicismo [1ª parte]
Luis Miguel Lus Arana
05/05/2007

De Piranesi a Schuiten: La Hipertrofia del estilo

I. INTRO: Piranesi y Schuiten:
I.I. Des Auteurs Obscures

‘Bramante sentía que no podía prescindir de ello: era una
herramienta que estimulaba su imaginación para producir sus
invenciones. (...) era capaz de ampliar lo real hasta lo
ilusorio para producir la conmovedora creación ‘atístic’.’

Arnaldo Bruschi en ‘Bramante’[1]

Ilustración para la exposición “Rêves de Pierres: De Piranesi a las Ciudades Oscuras”, en Villeneuve-sur-Lot.Desde su primera aparición en el mundo del cómic de la mano de Claude Rénard [2] en 1980, François Schuiten ha evolucionado para convertirse en un autor fundamental dentro de la ‘haute culture’ representada por el cómic francobelga post-Mayo del 68. A lo largo de su carrera, Schuiten y sus obras se han constituido en un ejemplo de coherencia temática y formal, creando en el camino un mundo hecho de fragmentos, intereses y obsesiones diversos – si el término ‘obsesivo’ puede aplicarse, aunque sea metafóricamente, al rigor germánico de Schuiten – que cristalizan en forma arquitectónica. La arquitectura y la ingeniería, sus diferentes lógicas internas y su representación han permitido a Schuiten vehicular su multiplicidad de referencias en escenarios imaginados donde la más exquisita heterogeneidad convive con la insoportable, por paradójica, coherencia de lo surreal.

A menudo emparejado con las (im)posibles utopías arquitectónicas de determinados arquitectos (Yona Friedman, Constant Nieuwenhuys), con la publicación de La Tour en 1987, Schuiten se alejaría de su habitual ‘futurismo decimonónico’ para centrarse en la recreación de un mundo interior que remite a los engaños gráficos de E.C. Escher, pero sobre todo a la obra gráfica de uno de los grandes maestros de la arquitectura especulativa: Giambattista Piranesi. Con esta obra, Schuiten presenta una aproximación a conceptos como la heterotopía que Michel Foucault [3] acuñó para referirse a la era de la simultaneidad y que, pese a lo laxo de su definición, ha sido utilizado como herramienta recurrente para referirse al trabajo del arquitecto italiano. Como Piranesi, también Schuiten ha desarrollado, a través de sus maridajes con Claude Rénard, Benoît Peeters y su hermano Luc, una inclinación hacia una representación perspectiva que causa fascinación a través del recurso a la complejidad, y que recrea la sublimidad Kantiana gracias a una plausibilidad ficticia.

Construida como una veduta/Capriccio interior, en La Tour (La Torre) Francois Schuiten y Benoît Peeters ofrecen su propia lectura de la obra de Giambattista Piranesi, a través de la estética que el joven Piranesi crearía, de forma embrionaria, en su primera aproximación a las ‘Carceri d’invenzione’ (1745), y que se consolidaría en su más oscura reformulación de 1760. A través de la concepción espacial y la atmósfera de Las Carceri, si bien simplificada y racionalizada, La Tour ofrece un recorrido alternativo a través de la obra del veneciano que lima las divergencias para mostrar una visión holística del universo piranesiano, constituyendo un modesto tratado de, por otra parte, sorprendente lucidez [4].


I.II. La Tour : Piranesi según Schuiten

‘Hay un abandono, una corrupción de los espacios que constituye
para mi un verdadero placer gráfico(...)’

François Schuiten hablando sobre Giambattista Piranesi [5]

La visión de Schuiten permite describir y analizar algunas de las características de la concepción piranesiana del espacio (especialmente el interior), una construcción gráfica, pero sobre todo, intelectual, que ha fascinado a historiadores, pintores [6], escritores y arquitectos, y que hoy en día mantiene su vigencia, a través de las imágenes que la neovanguardia arquitectónica lleva produciendo desde la muerte oficial del Movimiento Moderno a finales de los años 60 [7].

A lo largo del texto, se identifican aquellos rasgos de las imágenes de Piranesi que pueden rastrearse en el trabajo del belga: tanto aquellos que se refieren a la propia sintaxis arquitectónica como aquellos otros que la historiografía clásica (Wittkower, Robinson, Tafuri) ha proporcionado. El concepto de veduta en Piranesi, así como los mecanismos de yuxtaposición, superposición y jerarquía estilística (Parere su’ll architettura) son digeridos y reformulados por Schuiten, que ofrece su propia versión del uso dramático de la iluminación y la perspectiva; la scena per l’angolo [8] de las Carceri es a menudo sustituida por una visión menos subjetiva, lo que modifica sustancialmente la atmósfera de estas modernas Carceri. La construcción geométrica de lo imposible, el papel del laberinto o la escalera, el uso de la escala, la presencia de las máquinas o la introducción de la figura humana son algunos de los principales objetos de análisis [9].

LÁMINA I. Covering the Tower   LÁMINA II. Cómics y clasicismo

La comparación con Piranesi ayuda a perfilar el concepto de hipertrofia estilística que el trabajo de Schuiten lleva aparejado, y que no deja de aparecer en el excesivo –si bien ecléctico- manierismo del veneciano. El dibujo ha sido tradicionalmente el medio utilizado por los arquitectos para una experimentación formal que liberada de las constricciones de la realidad. En el caso de los mundos narrados visualmente (sea cine o cómic), esta exploración puede llevarse hasta un estadio aún posterior. El cómic resulta, por sus propias limitaciones, especialmente útil para experimentar los efectos de la arquitectura en la sociedad de una manera inocua y con un coste mínimo. Desde un principio, la serie 'Les Cités Obscures' ha sido el vehículo de François Schuiten y Benoît Peeters para tantear los límites de la arquitectura y los estilos de una forma que a la cínica e intelectualizada arquitectura postmoderna no le era permitida, por su circunscripción al campo de 'lo real'. Schuiten y Peeters estudian los estilos, y los desarrollan sin otra constricción que su propia lógica interna, creando sociedades a imagen y semejanza de la arquitectura, pervirtiendo –al invertirla- la relación causa-efecto, y creando una aberrante belleza que refleja, de alguna manera, la progresiva corrupción del lenguaje clásico heredado de Alberti y Paladio que Piranesi llevaría a cabo.

La Tour representa, en este sentido, una exploración de la capacidad del medio para desarrollar los parámetros fijados por un autor, Giambattista Piranesi, cuyo trabajo se rescata para los arquitectos de la cultura visual de los mass media.


III. Contextos (II): Francois Schuiten, El Taller del Urbatecto [10]
Habitando la Utopía

Hijo y hermano de arquitectos [11] , François Schuiten mostró, ya desde sus primeros trabajos, (Aux médianes de Cymbiola,1980, con Claude Rénard) una vocación experimental enfocada no tanto hacia los aspectos narrativos del cómic como a explorar las posibilidades del medio para crear realidades coherentes a través de fragmentos parciales. Su inclinación hacia el preciosismo en el dibujo en general y hacia la representación arquitectónica en particular haría que esta vocación experimental cristalizara en una obra en la que arquitectura, infraestructura e ingeniería tendrían un papel protagonista, por delante incluso del propio de la historia o los personajes. En todos los casos, esta producción será el fruto de su colaboración con otros autores, como Claude Rénard, en la serie Mutations, su hermano Luc [12] en Les Terres Creuses, o Benoît Peeters en Las Ciudades Oscuras, su trabajo más extenso y coherente (pese a lo divergente), y el que le ha valido su posición como uno de los más reputados iconos de la intelectualidad del cómic [13], así como figura de referencia en Bélgica.


III.I Las Ciudades Oscuras

LÁMINA IV. Plausibilidad y surrealismoSerá a partir de su asociación con Benoît Peeters [14] que el trabajo de Schuiten pasará de la exploración más genérica de la temática fantástica que le había llevado a la creación de los surrealistas –por más que precisos en su funcionamiento- mundos de Las Tierras Huecas, (paradójicamente guionizadas por su hermano, el arquitecto Luc Schuiten [15] ), a adoptar el diseño de insólitos paisajes urbanos como catalizador creativo. Este salto supondría en la carrera de Schuiten, no un cambio real del objeto de estudio, sino de la profundidad y precisión de éste. El alcance del experimento aumentaba, y los efectos del mundo sintético de las Ciudades Oscuras en sus habitantes podían ser estudiados con un mayor detenimiento, al tiempo que el propio entorno se volvía más detallado. Centrándose en una ciudad cada vez, Schuiten y Peeters trazaban una red de creciente complejidad.

En ‘Las Ciudades Oscuras’ (cuyo propio nombre resuena con ecos de las Ciudades Invisibles de Italo Calvino), ambos autores indagan en un mundo que, al contrario de los representados por ‘Las Tierras Huecas’, no nos resulta tan ajeno a nuestra propia realidad. Por el contrario, se trata de un universo que refleja el nuestro, estando compuesto a partir de fragmentos de éste [16]. Imágenes, lugares y personas de nuestra realidad tendrán su contrapartida en este otro mundo, mientras otros se entremezclarán y desarrollarán, hasta la hipertrofia (en un ejercicio de intertextualidad), para dar lugar a ese caleidoscópico, heterogéneo pero coherente totum al que hacemos referencia.


III.II Sobre el estilo.
Creación,plausibilidad e irrealidad


Las Ciudades Oscuras constituyen una investigación hecha por medio de aproximaciones sucesivas a un mundo imaginario que crece y se redefine con cada nueva intervención [17]. A lo largo del tiempo, el universo de Les Cités ha ido absorbiendo las diferentes vertientes del universo dibujado de Francois Schuiten, reciclando viejas imágenes que son asociadas con nuevos conceptos, creados para la ocasión, y que añaden nuevas capas de complejidad a lo narrado hasta el momento. Este proceso se ve facilitado por la propia naturaleza de las creaciones gráficas de Schuiten. Estando fascinado por el optimismo mecanicista y la estética de finales del siglo XIX, Schuiten se mueve en un eclecticismo decimonónico que arroja una mirada unificadora sobre sus diversos objetos de estudio. Esto, unido al desarrollo de un estilo poco original pero preciso, e indudablemente fácil de reconocer, confiere a su obra una pátina unificadora que le permite aunar, sin aparente discordancia, sus diversas fuentes. Con la publicación de 'Les Murailles de Samaris' (Tournai: Casterman, 1983), el trabajo conjunto de Schuiten y Peeters se centró, no sólo en la exploración del urbanismo, sino en una sofisticada reflexión (más aún si tenemos en cuenta la natural pereza del medio) sobre el estilo y su capacidad para generar mundos coherentes de manera autónoma, ofreciendo una respuesta ucrónica a la controversia sobre la autonomía que había definido el debate arquitectónico durante los años 60 y 70.

‘Je me méfie beaucoup de l'imagination soit-disant pure.
(...) Pour créer un univers fantastique, j'ai besoin d'avoir
une foule d'éléments de référence, ce faisant je m'instruis,
je continue à apprendre.’ [18]
--F. Schuiten

Así, bajo la unificadora estética del cambio de siglo [19], Schuiten nos ofrecerá paisajes arquitectónicos donde el Jugendstyl (Xhystos, Blossfeldtstad) se mezcla con el eclecticismo clásico del Beaux Art (Alaxis), y la primera arquitectura del hierro (Calvani, Alta-Plana) se combinan con el futurismo de Sant’Elia (Urbicanda) y con maquinarias 'a la Verne' [20] (Armilia), dando origen a una realidad cuya fría precisión transmite una incómoda sensación de irrealidad. A pesar de su exquisitez –o quizá por ello mismo- las Ciudades Oscuras tienen siempre un aura de artificialidad, como si fueran únicamente un decorado, una elaborada ilusión Paladiana tras la cual no hubiera sino tramoya [21] . La Tour supone, en este contexto, la construcción de la ‘cité interieur’, que no es sino un país interior (una ciudad de ciudades, un mundo-ciudad y una ciudad-mundo, de acuerdo con Frank Thibault [22] ) construido sobre la ecléctica obra de Piranesi. Imágenes de diferentes épocas y lugares plasmadas por el veneciano son hiladas para construir una Torre de Babel procedente del sueño de Pieter Brueghel, que en este caso revela su interior. En esta reelaboración, el paisaje interno se recrea a partir de una evocación de las Carceri que no las reproduce directamente, sino que las reduce a sus rasgos esenciales, racionalizándolas, e imbuyendo de pensamiento homotópico [23] la heterotopía de las Carceri, por medio de una cuidadosa destilación de las herramientas compositivas de Piranesi.

En la Torre, un Piranesi de papel, que toma prestados para la ocasión los rasgos del John Falstaff de Orson Welles [24] se enfrenta a su propia invención. Como en el sueño febril que Coleridge contaba a De Quincy , Piranesi es sentenciado, en la piel de Giovanni, a vagar por las entrañas de una prisión infinita que funde sus vedute para crear un nuevo paisaje arquitectónico.


Índice iconográfico

1. Ilustración para la exposición 'Rêves de Pierres: De Piranesi a las Ciudades Oscuras', en Villeneuve-sur-Lot.

2. LÁMINA I. Covering the Tower. Dos ejemplos de ‘traducción literal’ del imaginario piranesiano: Arriba: Cubierta de la edición francesa del album y grabado titulado Spaccato degli Speroni, i quali servono de contraforti al gran Fondamento del Mausoleo d’Elio Adriano (Le Antichitá Romane IV, 1756). Abajo: Página de presentación de La Torre (edición española, izquierda), y página de título de Descrizione e disegno de’llemissario del Lago Albano (1762).

3. LÁMINA II. Cómics y clasicismo. De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Imágenes de 'Opera Boum', de Alex Varenne; 'Le dernier spartiate' (Casterman) y 'Las legiones perdidas' (Oikos-Tau, Barcelona, 1970), de la serie Alix, de Jacques Martin; y 'Les Lauriers de Cesar' (Grijalbo-Dargaud, Barcelona, 1972), de la serie Asterix, de Albert Uderzo y René Goscinny.

4. LÁMINA IV. Plausibilidad y surrealismo. Un febril Franz descubre la verdadera naturaleza de la ciudad de Samaris, un mecanismo viviente que atrapa a sus visitantes en un siempre cambiente laberinto (Schuiten, François; Peeters, Benoît. Les murailles de Samaris, Casterman. Tournai. 1983. Imágenes pertenecientes a la edición portuguesa: As Muralhas de Samaris. Witloof Ediçoes, Abril de 2003).



 [1] Estamos utilizando las palabras de Bruschi en un contexto diferente –más amplio, al menos- . En este texto, Bruschi se refería a la defensa por parte de Bramante del uso de la perspectiva por los arquitectos, una herramienta relegada a los 'menos rigurosos': pintores: '(...) La perspectiva también es útil al arquitecto en cuanto le permite imaginar el edificio completo'. En el contexto del trabajo de Piranesi – y Schuiten- estas palabras adquieren un nuevo alcance.

[2] François Schuiten y Claude Renard ise concieron en el atelier Bande Dessinée (taller de cómic) del Sint-Lukas Institute (Institut Saint-Luc) de Bruselas Entre los dos crearían los dos primeros álbumes de Schuiten : 'Aux Médianes de Cymbiola (1980)', y 'Le Rail (1982)', ambos publicados por Humanoïdes Associés. También cofirmarían la dirección artística y diseño de vestuario del film 'Gwendoline' de Just Jaeckin (1984).
Claude Renard (Bélgica, 1946) también había sido alumno del Institut Saint-Luc, donde estusio pintura, y algunas asignaturas sobre cómic bajo la dirección de Eddy Paape, con quien trabajaría posteriormente como ayudante hasta 1976. Durante ocho años, Renard dirigió el conocido Atelier R (l'atelier de bande dessinée « le 9e rêve »), donde estudiarían otros conocidos artistas belgas como Swolfs, Sokal, Berthet, Goffin, Cossu or Andréas Martens. En tres de las publicaciones colectivas del grupo aparecerían colaboraciones de Francois Schuiten. Tras trabajar Schuiten, creó su propia serie, ‘Les Aventures d'Ivan Casablanca’, para después dedicarse a la ilustración. Renard es autor de varios libros de ilusraciones, como Galilée, journal d'un hérétique y Maroc : Lettres à Matisse sous le protectorat, este último junto con Yves Vasseux (éditions Pyramides, 2001). Ha publicado ‘Un goût de biscuit au gingembre’, en colaboración con el escritor Xavier Hanotte (Estuaire, colección Carnets Litteraires, Septiembre de 2006). Ha colaborado, asimismo, en el diseño de vestuario para el espectáculo ‘Le Rêve’, de Franco Dragone. Los diseños han sido recopilados en el libro ‘Le Tailleur du rêve’ (Les Impressions Nouvelles, October 2006).

[3] En The Order of Things: An Archaeology of the Human Sciences (1970). Las mismas ideas pueden encontrarse en 'Of Other Spaces' (1967).  

[4] No es de extrañar, dada la componente escenográfica del trabajo de Piranesi, que algunos de los más interesantes desarrollos – desde un punto de vista arquitectónico – de su producción se hayan dado en los campos del cine y, en menor medida, el cómic. Así como las ilustraciones de E.C. Escher reinterpretaban temas y composiciones piranesianas (y sus imposibilidades perspectivas), las recreaciones más evocadoras de sus espacios – al margen de rarezas como la House VI de Peter Eisenman - aún hay que buscarlas en ‘Labyrinth’ (1986), de Jim Henson, o en Der Name der Rose (1986), de Jean-Jacques Annaud.

[5] Estracto del catálogo de la exposición 'Rêves de pierres'. Más adelante, Schuiten añade: 'Je trouve en effet très agaçant de dessiner des choses parfaites : ce qui fait au contraire la beauté et le plaisir du dessinateur, ce sont les craquelures dans les murs, les pierres qui se défont, toutes choses que Piranèse parvient à sublimer'.

[6] Entre las recreaciones artísticas de las Carceri, merece destacar la obra del brasileño Vik Muniz, que añade una nueva dimensión – literalmente- a la complejidad de la obra más conocida del arquitecto veneciano.

[7] Aunque excede el marco de este estudio, merece la pena hacer mención de la relación entre las Carceri de Piranesi y el deconstructivismo de Eisenman o el 'performative Space' de Rem Koolhaas.

[8] El método compositivo de Piranesi was provenía en gran medida del de Giusepe Galli Bibiena (hijo de Fernandino, autor de Architettura Civile, 1711) autor de Architettura e prospetive (Hamburgo, 1740). Para una mayor información sobre la influencia de la escenografía teatral en Piranesi , consultar Wittkower, R.: Art and Architecture in Italy, 1600-1750.

[9] Referencias a estos temas pueden encontrarse en WITTKOWER, Rudolf. 'Piranesi as an architect' (Studies in the Italian Baroque. London, 1975. 247-58), y en TAFURI, Manfredo. 'The Wicked Architect: G.B. Piranesi, Heterotopia and the Voyage' in 'The Sphere and the Labyrinth'. Cambridge, MA, 1987. 25-35.

[10] El neologismo 'urbatecto' (urbatecte en el original) fue acuñado para La fièvre d'Urbicande(Casterman, Tournai, 1985). El término, utilizado en la presentación de Eugene Robick (urbatecto principal de Urbicandase refiere al «creador de ciudades». Arquitecto y urbanista en uno, el urbatecto es, en definitiva, un «arquitecto de ciudades», tal como Urbicanda es la «Ciudad de Ciudades».

[11] François Schuiten (Bruselas,1956) es hijo de Robert Schuiten (ver Robert Schuiten; Architecte et Peintre de Maurice Culot and Dominique Lamy : Archives d'Architecture Moderne (AAM), 2000) y Marie-Madeleine De Maeyer, ambos arquitectos. De entre sus cinco hermanos, Luc y una de sus hermanas son arquitectos, igualmente. Luc ha sido coautor (guionista) de la serie Les Terres Creuses (Las Tierras Huecas). Entre otros trabajos que tienen que ver directamente con la arquitectura, Schuiten y Benoît Peeters colaboraron en la restauración, junto con Francis Metzger, de la Maison Autrique (ver bibliografía), la primera casa Art Nouveau diseñada por Victor Horta. Además, François Schuiten ha colaborado en el diseño de dos films : el ya mencionado 'Gwendoline' (Just Jaeckin, 1983) y 'Taxandria' (Raoul Servais,1994). Tambien es co-creador de la serie de animación en 3D 'Les Quarxs' (Maurice Benayoun, 1991), y ha diseñado escenografías como 'la ville imaginaire' (Cités Ciné-Montréal), 'L'évasion' (Grenoble, Festival du Polar) o 'Le Musée des Ombres' (presentada en Angoulème, Sierre, Bruxelles y Paris).
También colaboró en el diseño interior del Pabellón de Luxemburgo en la Expo de Sevilla, y diseñó la decoración de las estaciones de metro "Porte de Hal" en Bruselas y "Arts et métiers" en Paris. En 2000, diseñó la escenografía de A planet of visions, uno de los pabellones principales de la Exposición Universal de the Hannover, y en 2005 realizó el diseño interior del pabellón belga de la Expo de Aichi, Japón, junto con el pintor Alexandre Obolensky. En 2004-2005 diseñó la exposición The Gates of Utopia (Leuven), que presentaba un recorrido por diversos aspectos de su obra. Desde 1991, François Schuiten ha diseñado asimismo 15 sellos para Bélgica.

[12] Junto con Luc, François Schuiten ha publicado tres álbums, bajo el título «Les Terres Creuses»: Carapaces (1981), Zara(1985) y Nogegon (1990). Todos ellos fueron publicados por Les Humanoïdes Associés.

[13] Sólo eclipsado, muy probablemente, por el francés Jean Giraud (Moëbius), que sigue siendo la cabeza visible de la vanguardia generada en la reivindicación contracultural de Mayo del 68.

[14] François Schuiten y Benoît Peeters se conocieron a los 12 años en la Sainte-Barbe School de Bruselas, donde colaboraron en el periódico escolar ya con la misma división de labores creativas: François Schuiten como dibujante y Benoît Peeters como guionista. Tras esto, Schuiten permanecería en Bruselas, en el Institut Saint-Luc, mientras que Peeters regresaría a París, donde estudiaría y trabajaría bajo el tutelaje de Roland Barthes, con él desarrollaría un ambicioso análisis de la obra de Hergé (Le monde d'Hergé - Casterman, 1983; 'Tintín y el Mundo de Hergé' - Barcelona, Ed. Juventud, 1990), tras lo cual se trasladaría al ámbito de la «Nouveau Roman». Peeters y Schuiten se reencontraron a finales de los setenta, nuevamente en Bruselas, y decidieron colaborar nuevamente en un proyecto : «Les Murailles de Samaris». Satisfechos con el resultado, pero sintiendo que el cómic no desarrollaba totalmente la idea que querían transmitir, decidieron avanzar en el mismo sentido en otro álbum. En las conversaciones con el editor, éste sugirió agrupar ambos álbumes bajo un título genérico, y así nacieron Les Cités Obscures. Con el paso de los años, Schuiten y Peeters han difuminado la frontera entre la realidad y la ficción de su particular universo, que ha dado lugar, además de cómics, a libros, periódicos y exposiciones que lo desarrollan, como crónicas de un mundo real. (Adaptado del texto introductorio a «Rétrospective Schuiten / Peeters au Forum des Images.)

[15] Luc Schuiten es una figura tan heterodoxa en el campo de la arquitectura como su hermano François en el del cómic. Compartiendo con él estilo gráfico y la inclinación a realizar prospecciones arquitectónicas alejadas de las corrientes de moda, Luc (y el Atelier Schuiten) se ha dedicado, en los últimos tiempos, a agrupar sus particulares intereses bajo el paraguas del concepto de archiborescence (arquiborescencia). El término arquiborescencia es utilizado aquí para definir aquella arquitectura que usa como elementos principales de construcción todo tipo de organismos vivos (especialmente vegetales). Este concepto se explica en profundidad en el libro del mismo título, realizado conjuntamente por Luc Schuiten y Pierre Loze (Mardaga, Octubre 2006). De acuerdo con los principios de la arborescencia, Luc Schuiten ha desarrollado una considerable cantidad de proyectos, como las «Arborescent Cities» (ciudades arborescentes), los «vertical gardens» (jardines verticales) y las «maisons biosolaires» (mansiones biosolares). En la Revue d'architecture Neuf (Septiembre, 1995), Marie-Claire Regniers comenta: «Dans le paysage de l'architecture belge contemporaine, Luc Schuiten est une figure à part. S'affranchissant des lignes rigides ou traditionnelles de la construction, il tente de gérer différemment les matériaux et les techniques, axe sa recherche sur des maisons bioclimatiques, rêve d'habitarbres,ces logements organiques en osmose avec le végétal.Et face aux aires abandonnées, nées de discontinuités urbaines, construit des jardins verticaux issus du même imaginaire poétique. Au fil des années, Luc Schuiten dessine sans jamais se lasser une multitude de projets animés par le souci d'autres choix de vie. Une manière de penser qui a donné forme à une nouvelle architecture basée sur une vision poétique où l'invention et la relation avec la nature occupent une place prépondérante.»

[16] Las Ciudades Oscuras se desarrollan en una época indeterminada (basada en una evolución de nuestro siglo XIX) de un mundo que «refleja» el nuestro, asemejándolo y distorsionándolo, a un tiempo. Entre las semejanzas, podemos encontrar las semejanzas entre ciudades de ambos mundos (Bruselas y Brüsel, París y Pâhry) o personas (Jules Verne, Nadar -Gaspard-Félix Tournachon-, Victor Horta…). Entre las divergencias, la más notoria es el hecho de que este «mundo reflejado» carece de países. El sistema geopolítico es comparable al de una evolucionada Italia del siglo XV, donde cada ciudad es un estado independiente con su propia área de influencia. Cada ciudad es asimismo diseñada en una ecléctica pero coherente mezcla de estilos que abarcan desde el Neoclasicismo al Art Nouveau, y esta estética afecta no sólo al paisaje urbano, sino a los vehículos y la tecnología en general, que se construye de acuerdo a una suerte de « futurismo decimonónico» proveniente del optimismo mecanicista de finales del XIX. El mundo y la Historia de «Las Ciudades Oscuras» es un trabajo multireferencial, con diferentes niveles de lectura, que es objeto de continuas indagaciones e interpretaciones, y que se desarrolla igualmente en mútiples direcciones que son sucesivamente integradas en la totalida Literatura, obras teatrales, óperas, exposiciones, conferencias-ficción, y documentales ficticios (Le Dossier B y L'Affaire Desombres) son algunos de los medios utilizados para definir un mundo que mantiene una relación interactiva con los lectores, la vez espectadores y creadores de esta 'realidad paralela'.

[17] Más aún, Schuiten y Peeters tienden a integrar trabajos anteriores, o independientes, en el mundo de las Ciudades Oscuras, para lograr, si no necesariamente una mayor coherencia, al menos sí nuevas posibilidades de intertextualidad. Especialmente significativos son los cambios realizados a posteriori en álbumes como Les Murailles de Samaris o L'enfant penchée.

[18] En VV.AA. Schuiten & Peeters. Auteur des Cités Obscures, Mosquito, 1994. Pp. 82.

[19] Una fascinación que tiene su reflejo americano en la obsesión de Chris Ware con la Escuela de Chicago, y con el Beaux-Arts de la Exposición Universal de esta ciudad, así como la tipografía y estética, en general, de la prensa del cambio de siglo. Ambos, Schuiten y Ware, beben de la influencia del eclecticismo arquitectónico que encontramos en los deléites gráficos de uno de los padres del cómic estadounidense, Winsor McCay.

[20] El interés de Schuiten por la obra de Jules Verne trascendería el mundo del cómic cuando, a comienzos de los 90, sel dibujante belga se vio involucrado en la publicación del libro perdido de Verne: «Paris au XXe siècle» (París en el siglo XX), una distopía ambientada en 1960 para la que haría la cubierta e ilustraciones interiores. Escrita en 1863 y redescubierta en 1989, fue publicada por vez primera en 1994.

[21] Esto resulta especialmente evidente en el primer álbum, Les Murailles de Samaris, que es hasta la fecha su más sobrecogedora fábula sobre la irrealidad del paisaje urbano.

[22] En ‘Obscurae Civitates et Phantastique Imagines: Visite égarée de ‘La Tour’ de Schuiten & Peeters’: ‘De plus, alors que la Tour tait un espace labyrinthique, le puits se caracterisé par sa simplicité. Le chemin y est en effet unique. C’est cette simplicité que l’on retrouve encore dans le cadre, le décor: la Tour est à la fois ville-monde et monde-ville. À l’inverse, le puits est vide. De plus, sa structure circulaire, ainsi que l’obscurité qui y règne, renforcent encore son uniformité, son dépouillement’.

[23] Para un mayor desarrollo de los conceptos de homotopía y heterotopía, ver ‘The ordering sensibility of Heterotopia’, in Porphyrios, Demetri. Sources of modern eclecticism: Studies on Alvar Aalto. London: Academy Editions ; New York, N.Y. : St. Martin’s Press, c1982.

[24] Chimes at Midnight. (Campanadas a medianoche). Internacional Films Española y Alpine Productions. España, 1966.

[25] ‘Hace años hojeaba yo las Antigüedades de Roma de Piranesi, mientras el Sr. Coleridge, que se hallaba a mi lado, me describía una serie de grabados e ese artista, llamados Los Sueños, en los que registró el escenario de las visiones que lo asediaron con el delirio de la fiebre. (...) Pegada a los muros se veía una escalera por la que subía trabajosamente el propio Piranesi: un poco más allá la escalera terminaba abrupta, súbitamente, sin balaustrada de ninguna clase: se había llegado al extremo y era imposible dar un solo paso más sin precipitarse al vacío. Cualquiera que sea la suerte del pobre Piranesi, pensamos, por lo menos aquí terminan, de alguna manera, sus sufrimientos. Pero al levantar la vista vemos, todavía más alto, una segunda escalera y en ella distinguimos nuevamente a Piranesi, ahora al borde mismo del precipicio; volvemos a elevar la mirada y divisamos una escalera, aún más aérea, y al pobre Piranesi ocupado en su fatigosa ascensión: y así una y otra vez hasta que la escalera interminable y Piranesi se pierden ambos en la tiniebla superior del recinto. Con la misma potencia incesante de crecimiento y reproducción de sí misma procedía la arquitectura de sus sueños’ Quincey, T. de. Confesiones de un inglés comedor de Opio. Traducción de L. Loayza. Alianza, Madrid. 1987.