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art XX-XXI
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Eugenio Merino. Humor y crítica social entre ruindades humanas
Marc Montijano Cañellas
14/09/2008


Una obra titulada Global Warming (Calentamiento Global), da nombre a la exposición de Eugenio Merino (Madrid, 1975), que se celebra estos días en la Galería ADN de Barcelona [Nota 1]. Una caja de luz citando el calentamiento global en la que aparece la palabra Global Warming con la tipografía de la publicación para adultos Play Boy, nos dice donde se sitúa la línea argumental de esta muestra. Vinculando el calentamiento del planeta con un imperio de divertimento para adultos, evidencia el discurso hueco que subyace bajo esta problemática. Desde la aparición del documental Una verdad incómoda de Al Gore en 2006 [Nota 2], han nacido y muerto sin florecer innumerables iniciativas. Impulsos castrados de origen, llamados protocolos, conferencias, convenciones, festivales y todo tipo de reuniones de grupos de poder, que no han hecho otra cosa que desgatar un discurso de una forma partidista e irresponsable. Convirtiéndolo tristemente, en un eslogan vacío más de nuestro universo superfluo de conciencias dormidas.

Eugenio Merino, A una patada de la extinción, (2008) Eugenio Merino, A una patada de la extinción, (2008)  Detalle de Eugenio Merino, Acorralado, (2008]

Eugenio Merino emplea en esta exposición intuición y mucho sentido del humor para darnos una patada de frescura, a través de su arte desenfadado. Evidenciando mil absurdas situaciones, mostrando algunas de las contradicciones de nuestra anormal normalidad dentro de una cultura global de consumo y 'bienestar'. Como en la serie de cinco dibujos, titulada Belleza Interior, con las mises de Afganistán, Irak, Irán, Yemen y Somalia cubiertas con burka del que sólo asoman los pies con unos zapatitos de tacón. O en la escultura de fibra de vidrio y resina epoxi titulada A una patada de la extinción, que muestra un cráneo humano unido a un balón de fútbol [Nota 3]. Una escultura cargada de simbolismo que parece preguntarse cómo impedir que el mundo salga de esta espiral descerebrada en la que estamos inmersos y nos lleva a la extinción.

La primera obra de Merino que vi con cierto detenimiento, fue una pieza titulada African Bart, creo recordar que en la edición de ARCO de 2006. Era una de sus primeras esculturas de gran tamaño, realizada con resina epoxi, fibra y acrílico, de un metro sesenta de altura. Se trataba de una escultura de Bart Simpson, célebre personaje de dibujos animados, algo diferente, que me llamó especialmente la atención. La pieza había sido destilada en su alambique creativo hasta sumarle una ráfaga desconcertante de significados. Una obra de gran impacto visual, que pasaba de ser un icono de un mundo ostentoso y superficial, a un niño africano con las costillas marcadas. Un Bart con la piel tostada, que pedía limosna e imploraba con la mirada nuestra ayuda, sin dejar de ser en ningún momento ese personaje de la familia Simpson, con todo lo que ello comporta.

 Detalle de Eugenio Merino, African Bart, [2005] Eugenio Merino, Fat Rat, [2007]

Eugenio Merino es un artista en la órbita conceptual de nombres como Bruno Peinado, Gilles Barbier, Paul McCarthy, Erwin Wurm, Wim Delvoye, Mauricio Cattelan o John Isaacs, entre otros. Creadores que, como él, emplean en muchas ocasiones, el humor como forma de comunicación, dando lugar a un discurso irreverente y rebosante de acidez, pero que cautiva al espectador. Las lecturas trasgresoras subyacen tamizadas o brota el cinismo y el humor negro a borbotones, pero tanto en un caso o como en el otro, nos permiten enfrentarnos a las obras desde posturas a priori lúdicas [Nota 4].

Eugenio Merino, Belleza Interior, (2008)    

Palabras que huelen a podrido sobrevuelan la obra de Eugenio Merino, sin contaminar el ambiente con discursos maniqueístas entre buenos y malos. Su actitud ante cualquier problemática, aunque profundamente comprometida, le lleva a reflexiones ácidas y burlonas en las que huye de solemnidades y posturas sentenciosas. Que sea el espectador quien decida si se ríe o se sobrecoge ante la sinrazón humana, él simplemente plantea la cuestión, sin darnos la respuesta, porque sabe y asume que como todos, forma parte del engranaje del monstruo.

Fotograma de Jailhouse Rock, de Eugenio Merino  (2008)  Fotograma de Jailhouse Rock, de Eugenio Merino  (2008)   

La iconografía del siglo XXI desfila en su obra sin ninfas ni sátiros, la fiesta de los dioses están repletas de excesos como en antaño, pero ahora los invitados son peatones de asfalto o del celuloide, inmortales mientras así los dispongan los medios de comunicación. Indistintamente criaturas reales y de ficción componen el universo creativo de Eugenio Merino, porque en el fondo son lo mismo. A estas alturas para todos nosotros, tan real es Mickey Mouse como George Bush. Estereotipos cargados de significados, que Merino toma y de los que se sirve para construir su discurso. Iconos de la cultura popular a los que sumándole nuevas acepciones, logra crear piezas repletas de ironía y sarcasmo. Contemplar al Dalai Lama vestido de Rambo, en su obra Acorralado [Nota 5], o a un grupo de presos de Guantánamo bailando al ritmo de Elvis Presley, en el video Jailhouse Rock, son buena prueba de ello. No es un arte panfletario, ni si quiera puede llamarse político aunque albergue muchas lecturas en este sentido. Invoca al caos, la muerte y la destrucción si es necesario, pero desde un universo creativo teñido de humor cáustico y profundamente influenciado por la cultura de la publicidad, el cómic y los medios de comunicación.

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Nota 1: Desde el 18 de septiembre hasta el 1 de noviembre de 2008.

Nota 2 : An Inconvenient Truth es un documental sobre el Calentamiento Global, que vio la luz en 2006 en Estados Unidos y que ha tenido gran repercusión internacional. Su autor es Al Gore, ex vicepresidente de EEUU y Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional y Premio Nobel de la Paz, ambos galardones obtenidos en 2007.

Nota 3 : Una pieza con ciertas reminiscencias a la obra de Kendell Geers Masked Ball, pero con un significado totalmente distinto y un resultado formal igualmente diverso. En la mencionada pobra de Geers, este incisivo artista de origen surafricano (Johannesburgo, 1968), dispone unas caretas de caucho con las caras de George Bush, Tony Blair, Sadam Husein, Silvio Berlusconi, etc, sobre unos balones de fútbol, que pueden ser pateados.

Nota 4 : Aunque toquen temas dramáticos, evitan caer en el patetismo, jugando con el humor, el impacto visual o el absurdo. Pero esta media sonrisa no es más que un mecanismo para colarnos situaciones o problemáticas totalmente extremas. En concreto en la obra de Merino sucede, como en su momento ocurrió con Los Simpson (Matt Groening) o más recientemente con Family Guy (Seth MacFarlane), que utiliza una fuerte dosis de humor acompañada de estereotipos y conductas exageradas, para transmitir un mensaje, que de otro modo sería imposible de digerir. Una rata obesa (Fat Rat, 2007), desbordada de grasa, bebiéndose un refresco y rodeada de envoltorios de 'comida basura', habla de todos nosotros, pero sin señalar a 'nadie'.

Nota 5 : La escultura de unos 186 cm. de altura del líder espiritual del budismo tibetano calzando unas botas militares, con una cartuchera cruzándole el pecho y sosteniendo una ametralladora es una imagen cuanto menos chocante. Una pieza en la línea de otros trabajos suyos como el Fidel Castro zombie (Viva Fidel Zombie!, 2007) o un Bin Laden bailarín (Stayin alive, 2007).

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DATOS DEL AUTOR:

Marc Montijano Cañellas (n. 1978, Vic, Barcelona) es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Málaga, Experto en Organización y Gestión de Empresas Culturales, y Postgrado en Gestión Cultural por la Universitat Oberta de Catalunya. Tiene una amplia experiencia académica y profesional en diversas instituciones y empresas culturales, así como un extenso currículum como investigador y crítico de arte. Es fundador y codirector del portal de Arte y Cultura Homines.com.