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La gestión cultural de la mujer española hasta el siglo XVI
Mirta Rodríguez Acero
02/09/2007



La gestión cultural como tema de investigación presenta una serie de valores de incuestionable importancia en el mundo actual en el que nos encontramos. Es evidente que el ámbito que rodea al mercado artístico y a su gestión cultural haga que se planteen cuestiones diversas, entre ellas una, a mi parecer, fundamental: ¿Dónde se encuentran todos aquellos referentes femeninos vinculados históricamente a este sector?¿Por qué no son referentes evidentes y representativos en la evolución cultural de nuestro país?¿Por qué no son parte de la materia didáctica de los profesionales?

La falta de consideración por parte de los cronistas a la hora de transmitir los hechos verídicos en los que la mujer era partícipe de esta forma de poder, -la cultura-, fue lo que me llevó a considerar necesario una vuelta al pasado, como medida de entendimiento conocer el posicionamiento de la mujer española en este sector, tal vez como base para poder entender posteriormente el papel actual de la mujer en el sector cultural, y concretamente en el mercado artístico, llevándonos, por tanto a un intento de recuperación de parte de la memoria histórica de nuestro país.

Desde comienzos de la Hispania Romana, pasando por la época medieval, la Ilustración, Guerra Civil hasta nuestra actualidad, intentaré demostrar cómo la concepción opresiva de la mujer sumisa, recluida en su ámbito doméstico como única forma de expresión libre, será relativamente ‘imprecisa’. Las mujeres han encontrado desde siempre, la manera de destacar en las múltiples facetas que un ser humano pueda tener, no sólo desde el campo de la literatura o el arte, -algo tan intrínsecamente ligado a la sensibilidad femenina-, sino en campos científicos, tecnológicos o expedicionarios, llegando a destacar en las crónicas coetáneas a sus vivencias. Por lo tanto, quizás el problema venga concretamente de los cronistas posteriores a tales acontecimientos, no del intento de ocultación de dichas personalidades femeninas de la época por parte de cronistas coetáneos.

Si comenzamos el recorrido, partiendo de la Hispania Romana, podremos retomar figuras relevantes dentro del panorama económico, ritualista o religioso y político, las cuales ejercerían una magnífica gestión de su entorno. Dentro del panorama económico, encontramos mujeres patronas, gestoras de su patrimonio individual, como Viria Acte; sacerdos o flamínicas, como Cornelia Severina o mujeres procedentes de familias senatoriales, imperiales o patricias, como Gala Placidia, y Junia Rústica. Todas ellas conseguirían proyectar públicamente la imagen de la mujer como potencial activo social, mediante la adopción del evergetismo masculino, promocionando la imagen de mecenas, servidora del Imperio Romano.

Cornelia Severina   Gala Placidia

Esto conllevará un importante cambio en el roll y en el estatus social femenino, tanto en valores económicos como sociales, expandiéndose desde el siglo IV a.C hasta principios del siglo III o IV d.C, durante el período de máximo desarrollo económico y urbano romano.

Goswintha, reina visigodaLa España feudal traerá consigo un retraimiento social de la figura de la mujer en el ámbito económico, político y social, debido a determinadas convicciones ideológicas enraizadas en teorías androcéntricas y patriarcales. La lectura y la escritura tendrán su auge en los conventos, lugar de refugio e identidad femenina. Las mujeres seguirán siendo lazo de unión entre intereses políticos y económicos, estrategia que utilizarán para retomar posiciones, siendo el caso de Goswintha, reina visigoda, estratega política por tres generaciones consecutivas en el estado toledano o Ermesinda, Condesa de Barcelona en el siglo XI, activa participante en la política del gobierno catalán y magnífica regente tras la muerte de su hijo y en el reinado de su nieto.

Hacia el siglo XI, se flexibilizarán los patrones sociales hacia a una incipiente semiliberación de la mujer; comenzando el acceso a la cultura de una minoría de mujeres de alta cuna, con la única finalidad de mejorar su desempeño como esposas, encaminado al mantenimiento del patrimonio en los períodos de ausencia marital. El espacio conventual comienza a servir como cuna del pensamiento divergente femenino, en lucha contra las ideas impuestas.

Por primera vez, un escrito jurídico del siglo XIII reflejará los derechos de la mujer como heredera; Alfonso X creará El Espéculo, minuciosa legislación concerniente al protocolo de la figura femenina de poder: reina e infantas, estableciéndose ya una primitiva figura política para la mujer, introduciendo con ellos nuevos criterios respecto a las líneas sucesorias femeninas y al papel de las mujeres como instrumentos de transmisión. Conocimientos tales como la escritura, la lectura, la aritmética, las ciencias o la oratoria, pronto se impondrían como complementos necesarios a las obligaciones domésticas de la mujer del siglo XV, no sólo en la corte sino en los estratos medios burgueses.

Maria de la Esperanza AragónComenzarán a emerger monasterios dúplices, acentuándose su proliferación en la zona noroccidental de la Península, mediante la gestión de entidades como la primigenia orden de las clarisas, vinculadas al movimiento franciscano, las beatas de San Pedro de las Puellas en Cataluña, cuyas directrices, prioras o abadesas, regias rectoras de su pequeño núcleo social, se verían obligadas a convertirse en verdaderas gestoras culturales, necesitando para ello una vasta formación. Prueba de ello podría quedar reflejado en la figura de la abadesa de las Huelgas Reales de Burgos, Maria de la Esperanza Aragón, hija ilegítima del rey, que nace y la internan en un convento por orden de la reina Isabel cuyo poder sería comparable al del arzobispo de Toledo. Aún así, siempre existiría una pugna por alcanzar la autonomía y conseguir la independencia diocesana, para direccionarse por y para sí mismas.

Beatriz Galindo, apodada 'la latina'La implantación de un Estado Moderno ocasionaría una aparente tolerancia hacia el colectivo femenino. Las reuniones sociales o eclesiásticas mantendrían cercanos los lazos de unión entre diversos núcleos de poder. Comienzan a permitirse promociones de mecenazgo y patrocinio dirigidas hacia fundaciones religiosas o centros artísticos, formando parte del comportamiento ejemplar en las ocupaciones femeninas del sistema impuesto. Beatriz Galindo, apodada 'la latina', sobrenombre por el que se le conoció en el círculo de Isabel I, por sus conocimientos en lengua latina, será un buen ejemplo mecenástico.

Aún así, las mujeres seguirán luchando por su legítimo puesto en la historia. Ejemplo de ello serán personajes como Catalina de Aragón, reina de Inglaterra, hija de Isabel la Católica y Fernando, mujer de Enrique VIII, destacando por ser la primera embajadora en la historia de la diplomacia española y cuya importante labor de mecenazgo y promoción hacia los humanistas sería reconocida en amplios sectores o Isabel I, reina de Castilla y Aragón, mujer versada en letras, poseedora de una extensa biblioteca y colección artística, reconocida mundialmente por su habilidad política y su visión centralista del Estado. Gran defensora del derecho de sus hijas a heredar y gobernar el puesto de su madre, haría de éstas, mujeres doctas en diversos conocimientos literarios, dominando a la perfección la lectura y la escritura,- actividades complementadas con el tiempo de ocio cortesano, evitando así cualquier reseña de herejía frente a la Inquisición-, como instrumentos necesarios para el autogobierno y la defensa de la corona y de su propio puesto.

Catalina de Aragón, reina de Inglaterra   Isabel I, reina de Castilla y Aragón   María de Zayas, novelista del siglo XVI

La cultura humanista, androcéntrica, la consolidación de las bases legislativas medievales, junto con la idiosincrasia burguesa capitalista, constituirían las bases para una mayor subordinación femenina, alejando el mundo laboral y gremial del género femenino pero facilitándoles, por contrapartida, el acceso a conocimientos e instrucciones cada vez más complejos, en línea predominante con la Europa renacentista, adentrándoles hacia el pensamiento individual y el conocimiento intrínseco para con su persona. María de Zayas, novelista del siglo XVI, cuyo discurso innovador se centraría en los derechos inherentes de la mujer o Luisa de Medrano, humanista y catedrática de la Universidad de Salamanaca en el siglo XVI, denominada por sus contemporáneos 'puella doctae', serán ejemplos de personalidades que marcarían un hito en el camino.


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DATOS DE LA AUTORA:

Mirta Rodríguez Acero, es Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Málaga. Posee los títulos de Master en Tasación y Valoración de Activos Artísticos y Culturales, por la Universidad de Valencia, así como el de Master en Comercio Exterior y Relaciones Internacionales por el Instituto de Formación y Empleo de Madrid. Ha publiado el libro La Gestión Cultural y la Mujer en España desde la Edad Media hasta Hoy, por la Colección de Estudios de Género de Atenea, perteneciente a la UMA.