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Los secretos de la poesía chilena (3ª parte)
Rolando Gabrielli
11/10/2011


La poesía es una relación personal

La poesía es una relación personal, se escribe contra la muerte, el poeta es un forastero. El gran secreto de este negocio de la poesía, es el lenguaje, está en las palabras, en repicar una y otra vez en campanas nuevas hasta gastar el sonido y convertirlo en silencio, asombro, uno y el poema. Cuando se sabe que la derrota es inevitable, el poema puede dar paso a una última verdad y aún así no se agota en una lectura. La palabra se sostiene así misma o no se ha encontrado.

Uno de los grandes secretos de la poesía chilena, que es fácil descubrir cuando se está dentro de ella como un gran barril de mariposas dormidas, es que las parejas, los binomios generacionales de poetas y poéticas, la han hecho muy diversa, como una espléndida partida de ajedrez jugada desde el desierto de Atacama a su región Antártica famosa, poesía jamás regida por rey alguno, aunque los han habido por períodos, más largos, más cortos, pero siempre han surgido de la gleba poética estos príncipes encantados con la palabra propia y del mundo. Se ha derrumbado una y otra vez más de un castillo en el aire. La poesía no tiene amos, sino amantes, de un amor distinto, único, el poema.

Enrique Lihn (con la foto de Jorge Teillier) Rolando Cardenas, Ivan y Jorge Teiilier  Gabriela Mistral, sentada junto a Pablo Neruda Rosamel del Valle junto a Humberto Díaz Casanueva

En un principio fueron Neruda, Huidobro, De Rokha, después Rojas y Parra, posteriormente Lihn y Teillier, enfrascados en sus propias ideas, manera de ver y hacer poesía, mundos poéticos encontrados que re-velaron nuevos mundos. Una trilogía y dos binomios. La Mistral en solitario, no tuvo pareja generacional. Esta es parte de la gran historia de la poesía chilena del siglo XX y no es todo en el trasfondo del barril, pero marca épocas, sin duda, por el compromiso con la búsqueda de ‘lo nuevo’ y al mismo tiempo avivaron la polémica de la poesía, potenciaron asimismo un género que hoy duerme en los estantes del mercado banal. Todos ayudaron a crear el Mito real, Chile: país de poetas, aunque los poetas no fueran reconocidos por el establecimiento, con rarísimas excepciones. La Mistral, galardonada con el Nobel, mujer, latinoamericana y poeta, puso la poesía chilena al nivel de la cordillera de los Andes, majestuosa, sólida, referencial, un fortín prácticamente inexpugnable en el idioma castellano, por su riqueza, variedad, calidad, originalidad y mundos nuevos reflejados en sus páginas de ternura, desolación, dolor, alejada de las vanguardias, americanísima y tan chilena como la gigantesca sombra tutelar de su poesía. Puertas es un poema al cual siempre vuelvo, texto que la interpreta;...’entre los gestos del mundo/ el que dan las puertas/ porque mi duro destino/ él también pasó mi puerta.’ La Mistral no acunó el niño que la vida pareciera le negó, pero el pozo de sus dichas y desdichas fue más profundo de lo que la crítica alcanzó a vislumbrar. Trágica la poesía de la Mistral, en algunos grandes momentos, abre las venas de su vida.

Rosamel del Valle y Humberto Díaz Casanueva forman también parte de este binomio de ciclos, con una poesía que hizo época y que forma parte de la gran tradición chilena e hispanoamericana. Poetas esenciales del resplandor oscuro. Lo destacable es que fueron amigos, los otros binomios se disputaron la territorialidad de la poesía, el espacio vital, con ferocidad jinetearon la poesía de su tiempo por el bosque cerrado de araucarias, soleado país de Norte desértico, grandes lluvias australes, bajo el cemento oscuro de las ciudades e implacables terremotos. La metafísica nunca ha estado ausente, materialistas, románticos, surrealistas, vanguardistas, modernistas, todos han trabajado aparentemente con la misma materia, las palabras, el lenguaje, la vida. El yo fuerte, imborrable, socializado, suavizado alejado de sí mismo.

Entre los secretos mejor guardados de la poesía chilena, están aquellos poetas no populares, que desaparecieron jóvenes, que pasaron discretamente por el mundo literario, pero no por el de la poesía. Dejaron intacto su mundo poético, nacido al alba de una poesía personal, y todos de alguna manera vienen volando, porque forman parte del Mito de la poesía chilena. Alberto Rojas Jiménez, Romeo Murga, Carlos de Rokha, Jorge Cáceres, Armando Rubio Huidobro... Se fugaron al este de sus paraísos perdidos.

Luis Enrique Délano  Familia De Rokha  Diego Dublé Urrutia Joaquín Edwards Bello, Carlos Silva Vildósola, Julio Vicuña, Antonio Castro, Pablo Neruda, José González Vera, Armando Donoso, Pedro Prado, Eduardo Barrios, Juan Guzmán Cruchaga y ángel Cruchaga Santa María, el 5 de diciembre de 1925

Ciudadano
No sé de dónde viene mi costumbre
de agravarme a las siete de la tarde.
Quizá sólo por ser un transeúnte
sin bigote o pañuelo, sin zapato ni amante.
No sé para qué vivo y por qué muero,
si ha tiempo me dijeron las gitanas
que tendré vida cara con un final de perros:
o sea que no pienso morir como Dios manda.
Conozco bien las piedras de andar, la vista gacha;
recojo los cigarros que pueblan las cunetas
agradeciendo todo en mis andanzas
de oscuros pies de barro y de madera.
Si yo fuera un cantor como soñaba,
me iría por el mundo cantando mis desdichas
para vivir del canto mío y que me escucharan
los que sueñan con una risa limpia.
Pero no tengo voz, ni pañuelo, ni amante;
no sé por qué me vuelvo amigo de los perros
cuando soy un transeúnte de la tarde
sin saber por qué vivo y por qué muero. (Armando Rubio Huidobro)

Hay libros que marcan época en la poesía chilena, son verdaderos iconos que otorgan identidad a nuestra poesía: Las Residencias en la tierra, Altazor, Tala, Poemas y Antipoemas, La greda vasija, El engañoso laúd, Contra la muerte, La Pieza oscura, Poemas del país de Nunca jamás, Arte de morir, Relación personal y Ciudad. Neruda puso sobre la mesa de la poesía, en mi opinión un par de libros más: 20 Poemas de amor y Las Odas elementales, fragmentos poderosos también del Canto General. Hay libros jóvenes, de una adolescencia madura, como Relación personal de Millán y Para ángeles y gorriones, Teillier. Libros escritos en momentos históricos, el Canto General de Neruda. Libros de ruptura de épocas y de transición de una poética a otra. Residencia en la Tierra, otra vez Neruda; Poemas y Antipoemas, de Nicanor Parra. Libros esenciales, como Altazor de Vicente Huidobro, Tala de Gabriela Mistral, La Pieza oscura de Lihn, La Greda vasija de Alberto Rubio. Libros que me siguen gustando, Lobo y ovejas de Manuel Silva Acevedo; Príncipe de Naipes de Waldo Rojas; Perro del amor, de Oliver Welden; la poesía de Oscar Hahn. Hay poemas que valen por un libro y más. Versos solitarios que permanecerán en el tiempo. Se han escrito numerosos y notables poemas, libros, páginas, que son una muestra muy variada del alto registro de la poesía chilena. Cada autor echa mano de sus lecturas, el principal recurso, la vida. Curiosamente Lihn y Teillier se iniciaron leyendo cuentos de hadas. Quizás hoy no estemos para varitas mágicas, pero el poema seguirá siendo un misterio oscuro y abierto de la palabra. Hay sonetos notables, poemas asombrosos, libros que marcan una época, señales desde el fondo de alguna página, un tiempo de escritura para leer y aprender. Si uno lee un poema o un libro más de una vez, si se vuelve a encontrar con él a los largo de la vida, es que la lectura ha funcionado, tanto para el escritor como para el lector. Más de algún poeta ha quedado por fuera de este texto (contexto), pero debe estar seguro que la arbitrariedad es parte de nuestras lecturas, gustos, tiempo, experiencia, lugar, vacío. Este es un ejercicio de la memoria y entre amigos. Lo que no es un secreto, es que un libro saca la casta y es verdadero cuando uno se hace amigo del autor, se reconoce en sus páginas, vuelve a ellas como si se hubiese perdido en un bosque, pero sabe que en algún momento se abrirá una puerta.

Poesía de exilios

La poesía chilena no se limita a estos polos destacados por su originalidad, propuestas, beligerancia, una manera de estar en el ojo de la tormenta poética, porque existen numerosos autores que también han cambiado la historia de la poesía chilena, que forman parte de ese gran paisaje natural, nacieron allí, escribieron allí, murieron o siguen viviendo allí, y más de alguno se confunde con la diáspora de dentro y fuera, la eterna paradoja de los poetas chilenos olvidados, convertidos en sal y agua de una historia brillante de la poesía hispanoamericana. La poesía chilena es una poesía de exilios, dura, atrapada en una geografía del despojo y la esperanza, poesía del dolor, del amor, pasión, de las contradicciones eternas del hombre, de la naturaleza humana en todas sus expresiones, de las cosas, materias, de lo cotidiano, de los vivos y de los muertos, poesía dentro de la poesía, poesía contra la poesía, poesía, poesía sin apellidos nacida en la grieta oscura, muda, del silencio. Hay quienes piensan que escribir ya es un exilio. Toda poesía va en contravía.

Los poetas no buscan razones por qué hacen poesía
No necesitan justificarse ni identificar su objeto
Solo apropiarse de su metal o corozo
Los poetas no reparan cachureos
ni construyen telarañas,
pasan de gusano a mariposa
y viceversa
Los poetas no necesitan pretextos,
sus textos debieran ser suficientes
Los poetas escriben poesía
por las razones que sean
El mundo debiera mejorar con un poema,
pero nada cambia más la realidad,
que la realidad. (RG)

En el secreto de la poesía chilena está seguir escribiendo,- escribir, escribir, para estar vivo,- como dijeron la Mistral y Lihn, y ambos están en la gloria de nuestra poesía, poetas profundos, desgarrados, terminales en la pasión del poema. La poesía es una manera de atreverse a enfrentar todo, a ser más, despojarse de las manguillas negras del funcionario público, y siempre el poeta será el fantasma de su propio cuerpo. No se comete ningún delito con escribir poesía, menos leerla,/ es un Arte mayor en perpetua extinción/ conservémosla agónica, viva/sigámosle dando una perpetua, digna sepultura, en vida. (RG)

Raúl Mellado, Jorge Teillier, Omar Lara, Waldo Rojas, Ronnie Muñoz, Rolando Cárdenas, Rolando Gabrielli y Ariel Peralta, Santiago, SECH, 1967 Armando Rubio Huidobro Vargas Llosa con Nicanor Parra en Santiago de Chile, 1989

La poesía emana de lo que somos, desde nuestra propia fundación nace el poema, individualidad social del texto que se lee, circula, encuentra en algún escaparate, espacio de Internet, y suena, suena la palabra como un pito sin sonajera. En un discreto sueño habría que interrogarse: ¿A quién estorba la poesía o incomoda? ¿Al establecimiento, al mercado, al lector común y corriente, a la estupidez, banalidad o superficialidad? ¿Dónde poner el poema: en la sala, el porche o en el diván frente al televisor? En cualquier lugar escribe la mayoría de los poetas, con o sin luna, y ahí debiera estar el poema, la poesía en todas partes y en ninguna. ‘Poesía del vaticinio, por más que algunos averigüen de ese arte de vaticinar que se reserva el poeta; poesía amorosa; política; de la vida (siempre): poesía sobre la poesía; poesía del Yo inmenso; Antipoesía de la poesía (poema con varios sombreros). Muchos Amigos, profetas, pequeños dioses iluminados, alquimistas, redentores, oráculos de los nuevos tiempos, auténticos, dignos falsificadores de la realidad. Toda la poesía en la poesía. La poesía como una rabieta adolescente,/un mal social,/un hobby dominical del insomnio/á acá/Poesía del disfraz/careta/rostro máscara real/Poesía un vicio mayor o menor/ Poesía pública o privada/Oye, poesía/de la cual hablamos cada día. (RG)

Vacas sagradas, iconos, santones, vedettes, siempre existirán estos ruiseñores dormidos en la palma de una mano. Alguien querrá cortar el sol con una gillette o recoger el mar en una botella y lanzarla al fin de los tiempos. Poetas del lugar común, poetas malditos, poetas cómicos, cósmicos, cosméticos, poetas del Norte, Centro y Sur de Chile, poetas, poetas, confíen más en la palabra que aún no se ha dicho’. ‘La palabra debió ser profundamente oscura, hermosamente acariciada, en la caverna bucal de los sentidos y dicho como una clara cascada de rocas suaves.’(Tomado de Poesía, este verbo, esta palabra. 2006)

Los poetas, ¿materia prima de la prosa?


Los poetas no solo han sido olvidados por escribir poesía y quizás sea una justa penitencia para algunos. Esa idea rara de cortar las palabras y no escribir linealmente. Una apuesta algo confusa para quienes van y ven más allá de las palabras o más acá, dicho sea de paso, donde los sentidos nos hablan. Pero ha sucedido, el poeta más discutido de todos, Pablo Neruda, fue novelado por Roberto Bolaño, en Nocturno de Chile. Jorge Edwards, también lo biografió en Adiós, Poeta y Antonio Skarmeta lo narró en Ardiente Paciencia. El poeta, ya en el Olimpo por su poesía, se transformó en materia prosaica además de animita en los tiempos de la dictadura. Enrique Lihn, también cayó en la red de Jorge Edwards, es decir, en La Casa de Dovstoyesky, una novela que no le gustó a su familia. Curiosamente, en la contrapartida de la vida, Enrique Lihn, salvó de un probable suicidio a Roberto Bolaño, aniquilado en España, sin aliento, cuando iniciaron una correspondencia que le rescató virtualmente y le puso andar, con esa dosis de confianza que se requiere en algunos momentos de fracaso absoluto. Humanismo con h muda de esperanza. Así también se salvó la prosa chilena y latinoamericana, tuvo un nuevo aire con el autor de Los detectives salvajes. Los poetas hacen historia. Mientras agonizaba José Donoso, le pidió a su hija que le leyera unos poemas de Huidobro. Los narradores siempre pendientes de los poetas, al menos en Chile. Isabel Allende inicia sus libros escribiendo sobre un libro de Neruda. Nadie ha divulgado más a Neruda que Bolaño, Parra y Lihn, con sus comentarios y críticas. El fetichismo poético también existe desde la óptica de los narradores. La prosa es la que cuenta en ambos sentidos, narra y obtiene resultados tangibles aparentemente de público y económicos.

La novela latinoamericana, la más relevante es doblemente deudora de dos poetas chilenos en distinta época. Julio Cortázar reconoció la influencia nerudiana de las residencias en Rayuela y Roberto Bolaño simplemente dijo: todo se lo debo a Parra. Parra, y esto es más que un paréntesis, reconoció que Bolaño lo puso nuevamente ad valorem. Este no es un secreto. Son palabras dichas y registradas. El secreto que creo conocer es que Parra tuvo temor de quedar mudo, sin voz, sin poder comunicarse con su público, y por ello ha apelado a todo. Y todo no es poco decir. De partida su antipoesía niega la poesía y todo lo que esté escrito de otra manera. Su manual incluye humor, ironía, sarcasmo, la voz coloquial siempre actualizada, renovada, apela a lo popular, a la tradición chilena, a los clásicos, se nutre de la bala que dispara frente a su propio espejo, si fuera necesario. Al parecer, no hay recurso que no esté al alcance de su mano, su paisaje es interior pero no olvida el escenario que le rodea y entrega los colores de su acuarela popular. Parra se considera un demoledor del establecimiento poético, de la obra de Neruda, para empezar. De este proceso de demolición me habló en varias oportunidades, sin mencionar al personaje en cuestión.

Pienso que se ha escrito una poesía interesante en Chile, sin influencia parriana, en medio del ventarrón parriano que arremetió con todo desde Poemas y antipoemas. Gonzalo Rojas, Gonzalo Millán, Armando Uribe Arce, Óscar Hahn, Waldo Rojas, Manuel Silva Acevedo, Omar Lara, Raúl Zurita, y los más jóvenes que desconozco, sobreviven con sus propias armas y sus silenciosos ruidos se irán escuchando.

En este mismo orden de curiosidades, los deslumbrantes críticos revelaron un hallazgo, característica única de la novelística actual: los más importantes narradores viven fuera de sus países, son cosmopolitas por excelencia. Vicente Huidobro, hace casi un siglo, fue el más cosmopolita poeta latinoamericano, de Santiago, a Buenos Aires, París y Madrid, Italia. Pero los grandes poetas chilenos han vivido fuera del país, viajado hasta la saciedad, Neruda, la Mistral, Rojas, el mismo Parra vivió y estudió en Londres y Estados Unidos, Óscar Hahn, Rosamel del Valle, en Nueva York, Efraín Barquero, China y Francia y Humberto Díaz Casanueva el mundo por casa. Otros en Rumania, Canadá, Holanda, Venezuela, Suecia, México, Alemania.

A la prosa chilena, algo opaca, desteñida, modestita, le dio alas Bolaño, Donoso, Giaconi, Eltit, y antes, Emar, Rojas, Coloane, y en sus momentos, Skármeta, Marín, y los que vayan saliendo de las líneas largas de la escritura. La narrativa no ha sido un vaso de leche.

¿Generación perdida, inexistente o exonerada?

En mis peores grandes momentos, cuando veo que la página en blanco prácticamente me tiene derrotado, arrinconado, en su paisaje inédito, oscuro, sin una vía de escape, respiro. Sí, se revela por mí torpeza, insistencia, inconsistencia, impertinencia. ¿Es falta de competencia?, se pregunta la rima Así el verbo tiembla sobre la blanca hoja que la nieve arrastra bajo mis manos en un sueño profundo. Es una escena inevitable, un ejercicio personal.

Pertenezco a una generación inexistente, perdida, exonerada en septiembre del 73, desaparecida en archivos, bibliotecas, periódicos, revistas, antologías, inspirada en el olvido. Una generación no buscada, sin registro, sin época reconocida. Generación N.N. La Generación L dio unos dos pasos más adelante en el abecedario, pero son primas hermanas de un mismo río memorioso. Una generación sin generación. Expuesta al calendario del tiempo. La historia puede decir, tiene todo el tiempo del mundo, borrón y cuenta nueva. Se puede reescribir hasta un epitafio. Subir una sombra a un escenario. Volver a empezar una historia sin nombre ni rostro. Llegar a un andén solitario y dibujar de memoria el Sur o una larga orilla frente al mar. ¿La memoria conoce todas las direcciones? Mi vocación de ciudad no me borra otros paisajes. El cemento también es mi memoria. Piedra dura del silencio que las sirenas no apagan. La muerte seguirá siendo un paciente copiloto. La poesía es otra cosa, un rumor de silencio esperanzador, palabras que buscan una pista de aterrizaje en la niebla del poema. ¿El abismo es una manera de reencontrarse?

En el juego de la poesía, los primeros trazos imaginarios de la palabra, donde había atisbos, señales, silencios, alguna resonancia que viniera de algún lugar o de un presente remoto que se sostuviera como aquello que suele permanecer, me vino avivar el seso, despertármelo de viejos siglos que en las Coplas de Manrique a la muerte de su padre, fueron convirtiéndome en el río que tarde o temprano irá a la mar. La poesía puede ser ese destello que nos visita, instala ante la ventana de las cosas, todo lo que toca la rama invisible de la vida. Uno rima con lo que encuentra a mano, siempre en un principio es el verbo, y luego lo de mayor asombro es descubrir que todo está escrito, que tu poema se repite en el espejo del poema, la imagen que probablemente alguien devoró con tus ojos en algún paisaje que alguna vez conocerás. El poema, afortunadamente, es un misterio que nunca terminaré de descifrar. La poesía está casi en todas partes, es tan común, que la evitamos, no la vemos, la ignoramos y terminamos corrigiendo su verdadero sentido con aparentemente nuevas palabras dichas de otra manera. ¿Nos transformamos en el doble del poema? Teorías terminan habiendo muchas, cada uno debe descubrir el secreto del poema. Nunca sabemos, al menos eso me ocurre a mí, de qué nos va a hablar el poema, cuál será su destino, todo inicio suele esconder un oscuro desenlace. El poema nunca morirá mientras exista un lector. Suele terminando ser un texto, curiosamente inacabado, modificado por cada experiencia nueva, no sobre el papel, pero si en la imaginación del lector que le incorpora su vivencia, actualidad y pasado, su presente perpetuo en una enseñanza constante.

Fue en el colegio que comencé a darme cuenta que la poesía me visitaba y me ponía palabras en la boca. Los profesores de español, castellano en ese entonces, me repicaban la memoria con lecturas que yo mismo hacia en el aula y también en las tareas en mi casa. Toda adolescencia es un ejercicio poético, el más primario, visceral, solitario, maravillosamente confuso y siempre en construcción. Después, en la universidad intercambiábamos lecturas, autores, asistíamos a recitales, nos visitaban los poetas reales: Lihn, Teillier, Parra. Escritores como Cortázar de paso por el Pedagógico de la Universidad de Chile, profesores: Antonio Skarmeta, Ariel Dorfman, amigos como Poli Délano. En la casa del poeta Waldo Rojas, rodeado de su surtida biblioteca, nutrido de sus fantásticas y eruditas conversaciones, comí libros y comencé a enrumbar mi poesía, empujado por la frase reveladora de Ezra Pound: La poesía es el lenguaje cargado de sentido. No era poco para un principiante. El ABC de Pound es un abecedario completo de la poesía para saber qué es y cómo se hace. Waldo Rojas, nuestro Pound chileno, me decía: abajo los farmacéuticos y podaba mis versos sin contemplación. La poesía y yo alquilábamos cuartos en Santiago y monologamos por nuestra cuenta y riesgo, palabras más o menos afortunadas. Algo quedó de ello, una sombra quizás más austera que la perfección de un poema que nunca llega. Todo se resuelve en las palabras, me recordaba Humberto Díaz Casanueva.

¿Ilusión o realidad? Poesía...

¿El lenguaje de la poesía es el de la ilusión o de la realidad? ¿El poema es una interrogante o una respuesta? ¿La poesía es una manía espiritual, una utopía insumisa, irredenta, inclasificable? ¿El poeta es un vidente ciego, un pequeño dios enloquecido, confuso, arbitrario, un artesano, un hombre común y corriente que juega con las palabras, un espectador avezado, un ilusionista fracasado, un actor de múltiples espejos cuya sombra le contiene, un amante de lo inefable, una piedra en el camino del lenguaje?

¿El poeta es el dueño del secreto de la poesía o la poesía existe por sí misma, para ver y tocar, con la flauta de la realidad?

Rosamel del Valle se pregunta ¿qué es lo que distingue al poeta de los otros seres? Nada, si no fuera por la posesión de este extraño secreto. Pero, ¿cuál es ese secreto para Rosamel del Valle, un encantador de la palabra? Creo, se responde el poeta, sin una certeza absoluta, no es sino un débil contacto exterior o una experiencia. Para Rosamel del Valle hay un punto de partida en la videncia poética, cuando el hombre completamente habilitado para usar los elementos que desee para elaborar un poema, éstos toman una forma tan diferente en sus manos. Rosamel del Valle escribió en el corazón una visión comunicable y pensó que el sol es un pájaro cautivo. Fue un poeta del joven olvido.

A mí me enseñó que Un día los pájaros vuelan por debajo del agua/Tú, la extranjera recoges la luz exilada en un país del polo. Jorge Teillier solía repetir en sus conversaciones diurnas y nocturnas, siempre en el mediodía de la poesía lárica, que la Poesía es la loca de la casa. También repetía que era la Cenicienta de la literatura. La poesía verdadera siempre ha sido el secreto mejor guardado por un poeta, palabra trabajada en el insomnio frente a la temida página en blanco, un as acariciado por un lenguaje siempre en plan lúdico, búsqueda insaciable en la atmósfera, palabras que responden asimismas. Debieran abrirse como un abanico de nuevas palabras o molino de viento y aspas lentas a un lector casual. La poesía no se hace ni se borra por decreto. El poema es como el primer amor, casual, solitario, profundo, único, irrepetible, verdadero. Quizás nunca se volverá amar con esa intensidad y olvido de sí mismo, porque la atmósfera no es igual como ocurre en cada uno de los poemas. Un ejercicio para seguir aprendiendo y sorprendiéndose. Así también el hombre y la mujer, en el poema. En poesía, no hay mejor influencia que leer, amar, respirar, vivir.

La poesía chilena es un largo río que atraviesa su geografía y los poetas con sus propios recursos lo navegan, inician una travesía y algunos aparentemente lo cruzan, pero todos, a su manera, permanecen en sus aguas. La larga geografía de la poesía chilena está contenida entre el mar y su montaña. En ese territorio ocurren todo tipo de accidentes geográficos, con una gran metáfora el crítico y ensayista chileno, Jaime Concha, uno de los más acuciosos estudiosos de la poesía nerudiana, comparó a los poetas de Chile con su geografía. Les asignó parte del paisaje como un valor, tamaño, estatura, importancia y ello revela la diversidad, porque una geografía con una sola montaña sería de un enorme aburrimiento, como toda centralización en un solo objeto. Una geografía poética para la diversidad de un territorio desmembrado, duro, desértico, ártico, calcinante, de rotundos inviernos y primaveras, cuya poesía adquiere la vitalidad de una verdadera residencia en la tierra, se puede escribir en una pieza oscura o en el impecable cuaderno del primer día de clases. La poesía chilena no tiene dueño. Afortunadamente, no es el largo monólogo de un loco.

¿La poesía pertenece al valle de los caídos? Quizás no estén todas las preguntas y menos las respuestas. Y esa sea la mejor respuesta que la poesía continúa. El poema es único, puede ser interminable como la pregunta: ¿Qué es la poesía? Tú dirás, amigo lector, mi entrañable hipócrita, inefable internauta. Quizás el mejor secreto es el que no se cuenta.

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Para dar forma y contenido a estas opiniones y comentarios personales sobre la poesía chilena, bajo el título o pretexto: Los secretos de la poesía chilena, he recurrido a la memoria, a algunos artículos escritos en el pasado sobre el tema y a las antologías que aún conservo en mi biblioleertoca. El circo en llamas de Enrique Lihn, es una bibliografía que he considerado prudente consultar. Una que otra obsesión, siempre resultan necesarias y recomendables. Los poemas, conversaciones, recuerdos de mis amigos poetas, mi interés siempre alerta por los compañeros de ruta, han completado parte de las dudas que mantendré por razones literarias. No están todos, ni yo tampoco. Asumo todas mis arbitrariedades, con o sin razón.
27 de mayo/14 de septiembre de 2011.

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DATOS DEL AUTOR:


Rolando Gabrielli (Santiago de Chile, 1947). Estudió Periodismo en la Universidad de Chile. Ejerció hasta el 11 de septiembre de 1973 en su país. Fue Corresponsal Extranjero en Colombia y Panamá (1975-79). Funcionario Internacional, experto en la industria bananera, encargado de estrategias para los ocho países de la región miembros de la UPEB, Editor de la publicación científico-técnica y económica, con circulación en 56 países, columnista de la revista alemana D+C (1979-89). Escribe para varios periódicos panameños como Analista Internacional y trabaja en el programa de la Unión Europea-PNUD, Tips On Line, mercadeo de oportunidades empresariales vía Internet. Asesor en estrategias empresariales, editor de Suplementos especializados, ha trabajado y lo hace actualmente en marketing.