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Diego Saucedo Tejado
11/5/2004


<<<TRES…

Son tres los agentes en conflicto. Una cadena que se protege a sí misma y que se encuentra en constante cambio. Platón ya hablaba de esto años atrás en su archiconocido mito de la caverna. En él se narraba la tortuosa vida de una humanidad condenada a ver sólo sombras, las siluetas de una realidad difusa atadas a un reflejo inexacto, incompleto, pero que ellos contemplaban y creían real. En la actualidad la pared ha quedado en desuso y ahora los esclavos tienen televisión, la cual no deja de ser un filtro que expone una realidad no única y la mayoría de las veces inexacta. El cine queda adherido a la televisión como método de promoción y supervivencia. Las masas degluten - ¿cómo no iban a deglutir? - amamantadas por la cultura del advertisement. Todo queda supeditado al poderoso caballero, que pervierte al concepto, que destruye el arte.
En primera instancia nos topamos con el monstruoso ente cinematográfico; una aplastante industria de variadas formas, colores y texturas que se sirve de un segundo agente, mucho más mayoritario, para penetrar en las austeras casas de los monocordes. Es una forma de promoción perfectamente válida constituida por programas especializados, los no-especializados (los que más difusión tienen) y la emisión de films como manera de consolidar determinado prime-time. El tercer y último agente serían los ya citados monocordes. Un receptor activo y pasivo que se informa sin poder evitar los efectos persuasivos que esa información contiene.

La realidad televisiva en España resulta en extremo deprimente. Una espiral rosada - de tonos catastróficos - que se empeña en amargarnos la vida, combinada con telediarios recitados, entrevistas de mayor o menor profundidad, concursos copiados de otros países y algaradas organizadas por José Luis Moreno o imitadores de su monótono organigrama. Y es que es rara la semana que no hay una gala en televisión. Da igual el tema, gala de los santos inocentes, gala de los juguetes para niños del tercer mundo, gala porque sí, gala porque toca, redifusión de galas de nochevieja, gala de los premios de música latina… Todo recolectado, cocinado y listo para ser digerido en una pantalla que absorbe, que atonta, que embelesa y prohíbe contestar.
Una de las mejores cosas que tiene la tele es que a través de ella puedes ver películas, no muchas y tampoco demasiado buenas (sólo de vez en cuando), pero puedes ver películas. Una de las peores cosas que tiene la tele es que esas películas son abortadas por continuos bloques de anuncios, a cada cual más extenso e intenso. Es habitual que en medio de una escena sublime, esencial para el funcionamiento del ritmo, impongan su original técnica de ganar amigos: publicidad cuando más disturba y cuanto más larga mejor. Y luego reengánchate al argumento, son muchos bemoles los que tiene la cosa.
Antena 3 organiza todas las semanas un evento en su programación y regala a sus espectadores una película que no es película sino peliculón. Todos los años cae dos o tres veces Braveheart. Es como una tradición, como lo fue Mary Poppins en su día. Tele 5 no se queda atrás y cuenta todos los viernes con su cine 5 estrellas (que dentro de la comercialidad, a veces resulta interesante). Es curioso, nunca ponen películas made in Spain. Pero el ingente tamaño de publicidad que colocan sólo es comparable al que osa emitirnos Antena 3. Puedo hacerme unos spaghetti a la bolognesa y llegar a tiempo para la reanudación. Pero como son cadenas privadas se les permite, porque tienen que ganar dinero y hacerse multimillonarios. El problema es que TVE1 es pública y son tres cuartos de lo mismo. ¿Hasta cuando con 17 minutos de corte publicitarios cada vez que te empiezas a meter en la película? La 2 es sin duda la mejor alternativa para aquellos míseros que no dispongan de satélite digital en sus casas. Los anuncios no suelen ser tan frecuentes, aunque cuando te los colocan la madre de los programadores suele ser innumerablemente nombrada. Las películas pueden ser de todo menos novedosas, exceptuando las producidas en territorio nacional que son emitidas en Versión Española. El resto son clásicos, Hitchkock suele ser uno de los predilectos, y películas de los 80 - a veces desconocidas - de las que puede ser interesante su visionado.
Pero volvamos al prestigioso mundo del digital plus (es más). A priori, uno puede pensar que la oferta de cine, va a ser amplia y abundante. Que todos los días, cuando te apetezca amoldar el culo, tengas una película esperándote en la pantalla. Para eso te dan el mando, para que te reclines y elijas a eso de las 22.30 un film para irte dignificado a la cama. Canal tras otro te topas con la cruda realidad. Ninguna película te interesa ver ni revisar. Todo son títulos o comerciales, o desconocidos, o americanos patrióticos, o repipis, o de Paco Martínez Soria. A veces tienes suerte y encuentras películas buenas, pero no es tan habitual como en un principio te prometen que va a ser. La apoteosis de Mesopotamia llega cuando te acercas a los canales de taquilla y observas la cartelera. De primer plato Ghost Ship (El barco fantasma), con uno de los hermanos Baldwin (¿cuántos son?) y la enfermera de Urgencias que se hacía carantoñas con George Clooney. Sin duda, una de las peores películas de "terror" de serie B, que se han hecho en los últimos años. No le falta tópico alguno. Y, sin embargo, Taquilla te lo coloca en 5 canales, para que no te pierdas nada. Durante un par de semanas, todos los días. La siguiente película es Una pandilla de altura, una de esas películas que sabes que no vas a ver porque tienes más de 14 años. Tres idiotas y una bruja es la siguiente en discordia, de la cual no pienso hacer comentarios porque tampoco la he visto ni lo pretendo.
Asqueado del inframundo cinéfilo te puedes pasar al porno, un género que nunca te decepciona. Sabes por lo que pagas, no como en los canales de cine, que te prometen cine - lógicamente - y sólo recibes sucedáneos y pequeños regalitos de vez en cuando. Por esos regalos doy las gracias, pero… ¿no me hubiera salido más barato haberme ido hasta el videoclub y regalarme lo que se me antojara? Tal vez sí, pero el videoclub queda muy lejos y unos estúpidos hombres blancos me robaron el panda ayer.
Pero debemos retornar a las cadenas generalistas y a la forma de exponer el cine al espectador. No son sólo películas, también hay programas especializados - de mayor o menor nivel - que o bien se quedan en la superficie o ahondan en los vericuetos más insospechados del mundillo. Cosa que el amante del séptimo arte agradece eyaculando al amanecer. Empecemos - por eso de la jerarquía numérica - con la Primera:

Todos los sábados antes de comer, una modelo y presentadora (nadie mejor para presentar un programa de cine que una modelo) luce su cuestionable belleza para lanzar a nuestros hogares las últimas novedades en lo que a cine se refiere. El programa es "Cartelera" y la que presenta se llama José Toledo. No es que sea mal magazine, simplemente es que es eso, un magazine que presenta demasiadas veces el cine como instrumento de mero entretenimiento. Sólo hay que mirar las películas que promociona, a las que les da mas importancia, que si Tom Cruise y Penélope, la nueva obra maestra de Ben Affleck (la última fue Pearl Harbour) y los modelitos que portaron Nicole Kidman y Jennifer Aniston en la pasada gala de los premios Golden Grahams. No quiero decir con esto que sea mal programa, simplemente que está demasiado vendido a los grandes estrenos que la información ha pasado a convertirse en publicidad mezquina y encubierta. Pero no lo odio, simplemente procuro no verlo porque me pone nervioso. Y cuando me pongo nervioso, mato.

Programas más interesantes podemos encontrar en La 2. Si antes de verlo, te tomas 3 cafés, "Qué grande es el cine" puede resultar hasta entretenido. Las películas gustan de ser clásicas y los comentaristas de las mejores jugadas aportan muchas veces datos curiosos y visiones que no habías intentado trazar. Mucho más ameno es "Versión española", el programa que presenta Cayetana, que combina la entrevista con el visionado de una película siempre española. Es otra manera de hablar de cine, con los protagonistas, director y/o guionista, el análisis queda mucho más completo y el espectador de a pie, suele quedarse con ganas de más cuando termina el programa. Es un programa cercano, que ahonda en la técnica y en el lado humano y profesional de los responsables del film. Antes ponían la película sin anuncios, como se debe ver el cine. No sé que pasó esta nueva temporada, pero el cangrejo volvió para atrás y ahora no es que haya demasiados (tampoco pocos) pero hay. Todo lo bueno se acaba, como bien reza el dicho pesimista.
A mi juicio, el mejor programa que trata el cine en la actualidad es "Días de cine" con su magnífico e inigualable -no hay calificativos que lo describan mejor- presentador Antonio Gasset, que a su vez se encarga de gran parte del guión y de la dirección. Con su particular estilo mordaz y sorpresivo y su rictus mitad serio, mitad burlón, Gasset consigue mezclar el humor con la crítica, a la vez que despotrica contra los anuncios cada vez que es obligado (exigencias de mr.money) a hacer un intermedio, proponiendo al espectador múltiples alternativas en las que uno puede gastar su tiempo en vez de tragarse toda la publicidad. Todo un gesto que humaniza y acerca este ente televisivo, que cuenta con un sumario fijo en el que se comentan las novedades desde una perspectiva histórica cinematográficamente hablando. Es una labor meticulosa la que realizan cada semana, ya que son muchos fragmentos de muy diversas películas y todos tienen que tener alguna relación, cierta conexión con el tema que se está tratando. Al final del programa es usual que se haga una retrospectiva o incluso biografías sobre actores legendarios pero no demasiado famosos. El criterio de Gasset suele ser bastante selecto y fiable y los recorridos elegidos muy completos. Lo peor que tiene es el horario, ya que empieza a las 12 y no acaba hasta la 1.30. Y es peligroso verlo entero, porque después de "Dias de cine" llega "Metrópolis" y si hay suerte puedes tener para ti solito toda una ración de cortometrajes a cada cual más estimulante.
Pero parémonos a pensar en los cortos. ¿Qué es un corto? Un escalón que todo director ha de subir unas cuantas veces antes de pasar al mundo de los largos. Se trata de una industria muy poco explotada. En España hay gran cantidad de directores nóveles, que ante la imposibilidad de rodar una película, ruedan cortos y más cortos. El problema es que esos cortos no se distribuyen, no se conocen, no tienen publicidad, no son mostrados al público más que en festivales temporales y no siempre accesibles. El único corto español que yo recuerdo haber visto como lo anunciaban en la tele es "Soberano. El rey canalla" de Carlos Bardem. Corto interesante, divertido, que contaba con rostros pseudo-conocidos y un director de cierto nombre. Sin embargo, no se proyectó en televisión al igual que el resto que yacen metidos en un cajón, esperando que a alguien le de por desempolvarlos y sacarles jugo. Hay verdaderas maravillas, prodigios narrativos, guiños de creatividad y hondonadas de originalidad, pero no los podemos ver porque dicen que los cortometrajes no funcionan con la audiencia. A mi modo de ver, sólo hay que dar con la fórmula adecuada y mantenerla un tiempo a la espera de que cuaje. No es tan difícil si el material es bueno.
Canal plus (y muy de vez en cuando "Metrópolis" en la 2) es el único canal que los emite, aunque no semanalmente, sólo en ocasiones y muchas veces tienes que pagar. La última fue antes de la pasada gala de los Goya, cuando emitieron en abierto todos los cortos nominados en un programa especial. Desconozco los datos, pero no fueron pocos los que lo vieron. En mi caso, me lo perdí por no estar al tanto de la programación, pero fue mucha la envidia que despertose en mí cuando cada uno de mis conocidos me preguntaba si había visto el programa.
He dejado para el final "Magacine", el programa que presenta el joven Antonio Muñoz de Mesa. De Antena 3 y Telecinco prefiero no hablar no porque les tenga manía (que cierto es) sino porque no existe en sus programaciones ningún programa especializado en cine que merezca la pena destacar. Y sin embargo en Canal Plus lo hay y es un programa que evoluciona muy rápidamente y para bien. Desde un estilo cercano y ameno, el presentador deambula por la gran ciudad, en busca de un escenario, de un plató, de una mesa desde la que presentar su programa. Eso ya es original. También es muy curioso de ver porque se pasea por los rodajes de las películas y muestra el otro lado, la construcción de la ficción. Es cierto que de vez en cuando lo hace Telecinco los sábados por la noche. Los titula "Como se hizo" pero suelen ser muy pero que muy aburridos. Sobre todo porque siempre cuentan lo mismo y todo parece lo mismo, pero con caras parecidas que no las mismas.
En definitiva, el enfoque que ha elegido la televisión para acercar el cine a nuestras casas es, sin lugar a dudas, escaso, pobre e incompleto. Sólo unos pocos programas se salvan (de los pocos que hay) y los otros que existen no merecen llamarse programas sino espacios de publicidad encubierta. Donde sólo se promocionan las películas que previamente han pagado la cuota. También es reprochable la poca movilidad que amordaza el mercado de cortometrajes, condenando su degustación sólo en círculos selectos, habitualmente festivales no demasiado mayoritarios. Los canales digitales podrían ser mejores y la oferta de películas mayor y más cualitativa.
Pero el mundo no es perfecto (ni siquiera la televisión) y es muy frustrante el pretender que lo sea. Sin embargo, cuestionar la realidad es lo que siempre conduce al progreso. Tal vez fue lo que hizo aquel esclavo para escapar de la oscuridad de la caverna. El esclavo que se enteró de la verdad y que volvió para informar a sus compañeros. El impacto mental provocó que ninguno le creyera y todos siguieran trabajando, haciendo caso omiso a los ruegos del esclavo que había visto la luz. Creo que al final lo mataron, pero como es un mito escojo un happy end: al final todos son felices.