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El arte de Picasso
Mario Rodríguez Guerras
16/03/2011


Sin embargo, a pesar de la valoración que venimos haciendo de la profunda filosofía de Picasso vemos que su obra tardía no tiene esa grandeza. No pretendía pintar la vida, pretendía enseñarnos la vida mediante su ejemplo, enseñándonos los valores más elevados que hay en ella y que él había encontrado. Pero era más profundo en las intenciones que en la forma de expresarse. Y esto nos resulta terrible porque vemos en esta definición la misma que utilizó Nietzsche para la tragedia griega en la época de su máximo esplendor en la que los personajes no demostraban con sus palabras la profundidad de sus actos. Pero en la tragedia griega el público tenía que ser un espectador estético y no crítico, como ocurre hoy en día, y era capaz de ver en la obra la idea que contenía. A que haya una enorme distancia entre la vida y la interpretación que se hace de ella se debe que algunos pensadores no hayan sido comprendidos inmediatamente. Ni Picasso.

  PICASSO, Pablo, 'El Beso', 1969  PICASSO, Pablo, 'Mujer desnuda con collar', 1968

La verdadera vida es más sencilla de lo que han supuesto todas las consideraciones teóricas y sociales que se hacen sobre ella, pero también más dura. La teoría y el individuo tienen en común la necesidad de formas y fórmulas grandiosas. Lo sencillo parece de baja calidad y es despreciado. Pero quien tiene calidad humana no se preocupa de que su aspecto resulte humilde. Nietzsche expresaba esta misma idea diciendo que solo a los dioses no les asusta su desnudez.

El mérito de Picasso se debe a que, después de crear las formas más complejas de arte cientifista, el análisis de la representación mediante el cubismo, se percató del sinsentido de esa labor, ese es trabajo para técnicos, no para artistas. Y Picasso volvió a introducir la idea en la pintura para devolver la grandeza a un arte que se había limitado a mostrar conceptos.


A partir del Guernica, por establecer una fecha significativa, la obra de Picasso se trasformó. En el Guernica, evitó hacer referencia a un suceso concreto, lo que hubiera sido un síntoma cientifista o político, y nos habló del sufrimiento de la humanidad y así lo siguió haciendo hasta el final de sus días. La mujer que llora nos muestra, con su lamento, su dolor; el mosquetero, el torero o el rey, nos muestran su poder, pero no el terrenal, el humano, su satisfacción por la vida. El pintor que contempla a su modelo desnuda, nos habla del deseo, de su voluntad satisfecha. ¿Qué es todo eso sino la vida? Su arte nos expone las posibilidades que nos ofrece la vida: el dolor y la alegría, y nos cuenta que ambas son necesarias y nos dice que hasta las pequeñas cosas de la vida son parte de ella: lo grande y lo pequeño, lo bueno y lo malo, todo forma parte de la existencia.

  

Picasso ya se había cansado de ‘los informes meteorológicos’, de la geometría, que nunca defendió, de las técnicas y de los catálogos de actitudes. Todo ello no es más que el conjunto de elementos de que dispone el artista para realizar su labor, lo mismo que su caballete, sus pinceles y los tubos de óleo. Y quizás muchos estuvieran dispuestos a pagar por el caballete de Picasso pero no como una obra de arte sino como un relicario. Con esos elementos que nos refieren las vanguardias debe el artista hacer una obra y no limitarse a exponerlos sobre un lienzo.

Sin embargo la crítica está de acuerdo en considerar que la obra anterior al Guernica posee una calidad superior. La obra tecnicista de Picasso posee el carácter cientifista propio del siglo XX y los críticos, hombres de su tiempo, buscan en el arte aquellas características que se tienen por virtud y calidad, y todo lo que no esté formulado mediante una ciencia les resulta inadecuado. La consideración de la obra inicial de Picasso como superior al resto por ser científica está formulada con un criterio científico. El cientifismo tuvo su tiempo y debió ser superado, como tuvo su tiempo el impresionismo y se superó, así lo propuso el genio, pero no fue el caso y se mantuvo en el arte un criterio que convenía a la sociedad. Criterio que consiste en creer que todo arte debe ser trasgresor y como las vanguardias lo habían sido, se acordó mantener los valores que las configuraron, es decir, los racionales, porque en el siglo XX, cuando el hombre ha acabado con los dioses y con los reyes, tuvo en alta estima defender la ciencia y la razón. Con su larga experiencia el hombre acabó por percibir la insatisfacción que le produjeron y también los ha sustituido, pero los mantiene como elementos de su argumentación con los que defender una postura y los usa a su conveniencia.

    

El período azul de Picasso fue una etapa de formación. En ella prescinde del color para dominar la forma sin distraerse con elementos ajenos a la composición. El período rosa es el complemento de su formación en la que ya incorpora el color, cuando ha dominado la línea. Estas obras son apreciadas con justicia pero son obras clásicas en las que habla a su manera, con veinte años, de la vida.

Un análisis del genio permite encontrar el sentido último de la obra tardía de Picasso, la expresión del conocimiento del mundo, en lugar de presentar, como todos los demás artistas, un conocimiento de la obra. Durante el siglo XX los artistas se dedicaron a realizar el estudio de las artes, luego, hicieron ciencia; Picasso realizó un estudio del hombre, e hizo arte. Esa fue la grandeza de Picasso y eso es lo incomprensible de él. Nosotros no negamos la calidad de sus obras tempranas, lo que decimos es que en toda su obra hay dos elementos, la forma y la esencia. La forma inicial era perfecta, pero la esencia de aquella atenta contra el orgullo del artista. En su obra posterior, la esencia es la del arte; las formas varían; pero la gracia, el gesto y el carácter de sus figuras son insuperables ¿Quién no se admira ante los retratos de Jaqueline? Y por si esto no fuera suficiente, se permite hacer series con los gestos y con el carácter mostrando tal variedad que sin duda alguna conoce la esencia del personaje retratado –lo que quiere decir que Picasso conoce su propia esencia- pues nos muestra las diversas manifestaciones de un sujeto ante distintas circunstancias, y nos las enseña con distintas técnicas. Al percibir la obra de Picasso podemos valorar el fondo o la superficie y, puesto que cada uno valora según su inteligencia, dejaremos lo simple para los simples y lo profundo, para los profundos.