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art XX-XXI
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Alfredo Omaña. Dreaming in green
Rafael López Borrego
27/12/2005


Muestra expuesta en la Galería Benito Esteban. Salamanca. Hasta el 29 de Enero de 2006.

Poco después del traslado de Manuel Millares a Madrid a mediados de los 50 del siglo pasado, el artista descubre las posibilidades arqueológicas de una ciudad en construcción, que nos muestra los desechos que guarda en su interior y que tanto le ayudan en la evolución y desarrollo de su obra, que se encontraba en un proceso de transformación desde las formas primitivas al informalismo. La labor del arqueólogo o recolector de objetos tiene en Millares un proceso que va mas allá de la recogida, me refiero a guardar y ordenar esos objetos, a inventariarlos y a contemplarlos colocados, tal vez, en una estantería, esperando una oportunidad para ser reutilizados.

Esa labor de recuperación, arqueológica, también podemos observarla en la obra de Alfredo Omaña, no es una recogida acumulativa sino que, ordenada, busca la belleza de lo desechado, la alegría por el objeto encontrado, la huella que este objeto dejó…. Pero, al mismo tiempo, le sirve para ejercer su labor como creador y comunicador. Son objetos recuperados para la creación artística, lo perecedero de estos objetos nos ayuda a reflexionar sobre los seres vivos y todo aquello que les rodea, sus ciclos vitales y la relación que estos tienen con el ser humano. Así los botones, el adobe, unos zapatos, hilos, unas botellas, cualquier cosa puede ser materia para el diálogo entre el artista y el espectador. Ese primitivismo en la utilización de objetos y la simpleza en la construcción de sus obras le unen a grandes maestros del siglo XX, de los cuales, como Picasso, no niega su influencia.

Omaña ha pasado por diferentes etapas, pero en todas, el objeto encontrado es un elemento recurrente. Tras su última exposición para la Galería Movimento de Milán a finales del 2004, ahora presenta sus nuevos trabajos que llevan por título ‘Dreaming in Green’ (Soñando en Verde), unas obras que suponen una continuación de lo presentado en Italia. En una serie de fotografías de diferentes tamaños y esculturas, el autor muestra como se puede construir una flor con los restos de una botella, el cuello de la misma le sirve como base o tallo y trozos de cristal aparecen como los pétalos de la flor, todo muy poético y altamente decorativo.

El artista más que pintor aparece como un escultor, parte de una idea, busca el objeto y construye una obra. Este sería su proceso creativo. Sus hallazgos son muchas veces casuales, pueden aparecer en el lugar más insospechado, removiendo un terreno propio o paseando por un paisaje natural, pero siempre tratando de devolver la vida a algo que ya la ha perdido y es que Omaña busca la belleza en los objetos que tiramos, la belleza de lo reciclado, de lo efímero por el poco tiempo que dura, busca, sin duda, la comunicación del artista con la naturaleza de la que es un enamorado. Prueba de ello es la fotografía de la cama que se puede contemplar en la muestra y que en vez de colchón tiene césped (hierba cultivada por el propio artista a lo largo de seis meses), ello sirve para unir el paisaje con la experiencia estética, nos da una sensación agradable, no agrede, invita al descanso, a tumbarse y disfrutar de la naturaleza contemplando su belleza.

El cristal cortado, roto, siempre nos ha parecido un objeto peligroso, cortante, hay que deshacerse de él lo más rápido posible. No se puede tocar, hiere. En cambio a nuestro artista le sirve para construir algo bello, una flor. Es como el veneno de una serpiente, si nos muerde puede causarnos la muerte pero usada con fines médicos el mismo veneno puede ayudar a nuestra recuperación.

En esa labor escultórica el autor se da cuenta de que sin ser fotógrafo y buscando una necesidad estética de agrandar el tamaño de la flor, siendo imposible hacerlo con los cristales reciclados, la fotografía, que le ofrece esa posibilidad, reanima la obra, la realza y le otorga una belleza que no tenía con la simple contemplación del objeto reciclado. La obra sin duda gana desde todos los puntos de vista, adquiere una estética donde, junto a la decoración, aparece la poesía, ya que a Omaña le interesa la poesía visual, siendo posible, pues, crear poesía y belleza con elementos reciclados.