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Frida Kahlo, la saga, su pasión también fue Diego Rivera ...
Rolando Gabrielli
10/09/2007


(...mis yemas tocan tu sangre)

Frida y Diego en el Patio de la Casa Azul Coyoacán 1948 Frida Kahlo, viajó a San Francisco en noviembre de 1930, en compañía de su esposo Diego Rivera, invitado a pintar un mural en esa mítica y emblemática ciudad californiana. Rivera presentó además exposiciones individuales en San Francisco, Los Ángeles, Carmel y San Diego. Frida, que quería ser médica antes de su accidente, pintó un retrato de su médico de cabecera en San Francisco, Leo Eloesser. Luego pintó allí al sabio Luther Burbank. Después se trasladó con Rivera a Nueva York, porque el muralista fue invitado por el Museo de Arte Moderno de NY. Allí Frida pintó el retrato de Eva Frederick. Luego vino Detrot. Frida tuvo un aborto y fue hospitalizada dos semanas. Se dibujó ella misma desnuda y dormida, soñando con Diego. Según Raquel Tibol, su amiga y biógrafa, sostiene en su libro Frida Kahlo en su luz íntima, que ese es el primer cuadro surrealista de la pintora mexicana. Nunca estuvo contenta en y con Estados Unidos. ‘Yo aquí en gringolandia me paso la vida soñando en volver a México...NY es muy bonito y estoy más contenta que en Detroit, pero sin embargo extraño a México’.

Curiosamente volvería a San Francisco el 8 de diciembre de 1940, para contraer matrimonio nuevamente, con el hombre de su vida, del que dijo: ‘me acogiste destrozada y me devolviste entera, íntegra. Diego, nada es comparable a tus manos’.

Diego Rivera, dijo que Frida era la pintora más importante de México. No es poco decir. Describió su obra como ácida y tierna, dura como el acero y delicada y fina como el ala de una mariposa, adorable como una hermosa sonrisa y profunda y cruel como la amargura de la vida.

Algo tenía esta mujer más allá del arte y de sí misma, que Picasso, Bretón, Rivera, Trotsky,Tina Modotti y muchas figuras célebres, masculinas y femeninas se le aproximaron de distintas maneras.

Frida, que cada día era un día más, solía decir que la vida comienza mañana.

No sólo pintó, escribió, amó, se casó, luchó socialmente por sus convicciones, la mujer y sus propias pasiones en una época difícil, sino que se dio tiempo para ser y vivir como Frida Kahlo. Fue quizás su gran objetivo: sobrevivirse a sus poco ventajosas circunstancias físicas que le impuso la vida y el azar. Desde el día que se presentó bajo los andamios de Rivera, entró en el gran mural de México como un icono con personalidad propia, aunque su primera exposición fue en Nueva York, luego París, mientras que su país la convirtió en un paréntesis hasta 1953, cuando expuso una sola vez un año antes de morir.

Frida en Coyoacán, México, 1941, Nickolas MurayPoco más de medio siglo después, vuelve a exponerse la mayor obra de la pintora, ella misma, en el Palacio de Bellas Artes, su muestra más completa: ‘Frida Kahlo 1907-2007 Homenaje Nacional’, donde la visitaron 443.938 personas, marcando un hito en todas las exhibiciones en México. A Panamá llegó una muestra donde comparte la vida con el muralista de su vida, bajo el título: ‘Complicidades. Diego y Frida’. Son 35 fotografías que reflejan las pasiones que compartieron durante su historia como pareja que hizo historia en 25 años de compartir la sal, el aceite, la pimienta y el vinagre, las cuatro estaciones de la vida y del dolor. En el telón de fondo de sus vidas, está la Revolución de México. Nacieron en fechas distantes, pero compartieron una historia, el deseo, el arte, las convicciones, el color de la vida y sobre todo, la mexicanidad, los unió definitivamente más allá de su época hasta nuestros días. Iconos ambos de fidelidad a México, su cultura, costumbres, raíces, sueños, encuentran también en el histórico Casco Viejo de ciudad de Panamá y en el recinto de su emblemático Museo del Canal, las muestras de solidaridad con ambos en su historia, obras y compromiso político y social. El día de la inauguración de la muestra, el público salía a la calle, ascendiendo escaleras, agrupado en los pasillos de las salas del Museo y convirtiendo el lugar en una verdadera fiesta popular.

Panamá tiene la virtud de ser un paso obligado, un sitio de tránsito, un lugar de convocatoria, la Rendez Vous es en Panamá, Madame, y por aquí no sólo pasa la mercancía, los millones de contenedores, sino la gente. Cuando firmé el libro y puse ¡Viva Frida! y en verdad debí escribir: Viva Frida y Diego, la curiosidad me llevó a ver a quienes estaba acompañando en esta visita. Los firmantes procedían de España, Italia, Argentina, Estados Unidos, Francia, Chile, Bélgica y de l país del etc., muchos otros, lo que me reafirma la condición de Panamá de país sin fronteras.

Diego Rivera y Frida Kahlo, Coyoacán, México, 1941. Fotografía de Emmy Lou PackardFrida y Diego en el centenario de la Kahlo, presiden su propia historia y la de México. Un homenaje a su compromiso y a dos personajes involucrados no sólo en el arte, sino la historia de su país. Respiraron México dentro de los murales de la Revolución Méxicana y su tiempo, y Frida, le acompañó con su dolor, sus agallas y pasión por la vida. Dos hechos trascendentes para la historia de México e internacional, destaca la muestra, entre las complicidades que unieron definitivamente a Frida y Diego. Los asesinatos del líder cubano comunista, Julio Antonio Mella y del revolucionario ruso León Trotsky, en México, fueron detonantes de esta singular e invencible unión, contra viento y marea, de Frida y Diego, quienes se casan el 21 de agosto de 1929, a pocos meses de la muerte de Mella, pareja sentimental de la gran fotógrafa italiana Tina Modotti. (Tinísima le llama en su libro la escritora Elena Poniatowska). Ambos compartieron esas luchas y no se les puede separar de ese compromiso social, de arte y vida. Trotsky había sido recibido en su Casa Azul y Frida tendría un vínculo amoroso con él. Frida y Diego estaban separados. Frida recibió al histórico líder soviético del Ejército Rojo, en el puerto de Tampico. Independientemente de este afecto y otros circunstanciales, estuvo el compromiso con su propia historia hasta el final de sus días, biografiada por la propia Frida en carne propia. Pero, las luchas sociales, sin duda, les unió en un momento clave de sus vidas. La historia, ni la vida personal, son estáticas, existe una tácita revolución permanente y más en los artistas. La Kahlo y Rivera no eran la excepción, y sí que lo eran tal vez a la hora de sus cambios emocionales, la transformación permanente de sus actos referidos a la intimidad y al amor, a una suerte de generosidad amorosa desplegada en todas sus alas. Amaron sin restricciones de ninguna naturaleza. He ahí un poderoso común denominador que siempre unió sus polos, a pesar de algunos intervalos y cortocircuitos. La pasión de la vida se llamó Frida y Diego, más tal vez Ella, que desde su accidentada vida, con su cuerpo destrozado por un accidente a temprana edad, construyó su personalísimo mundo que es lo que cuenta definitivamente en un artista verdadero. Que otros, que no faltan, le regateen esto y lo otro a Frida, pero ella transformó su lecho íntimo, su cama, no sólo en la pasión de sus horas felices y dolorosas, sino en su mesa de trabajo. Flotó en ella como una alucinada en sus días buenos y malos, y también la transformó en un icono de una de sus presentaciones y de por vida ante nosotros, la heredó como un símbolo de la leyenda que construyó.

El azar quiso cortarle las alas/al águila de México/ y Frida asciende donde el cielo no llega/deja su cuerpo y sus piernas y vuela...



Índice iconográfico

1. Frida y Diego en el Patio de la Casa Azul, Coyoacán, México, 1948.

2. Frida en Coyoacán, México, fotografía de Nickolas Muray, 1941.

3. Diego Rivera y Frida Kahlo, Coyoacán, México, 1941. Fotografía de Emmy Lou Packard.


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