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Un paseo por el centro de Málaga (1ª Parte)
Remedios García Rodríguez
01/07/2008


Palacio de la aduana. Palacio de los Condes de Villalcazar. Abadía de las Monjas Recoletas Bernardas del Cister. Casa del escultor Pedro de Mena. Palacio de Zea Salvatierra. Catedral de la Encarnación. Hospital de Santo Tomás. Palacio del Obispo.

Comenzamos nuestro paseo por el centro de Málaga contemplando el Palacio de la Aduana situado en la plaza de este mismo nombre. El edificio de gran corrección académica, fue construido para sustituir la antigua Aduana de Puerta del Mar, que era insuficiente por el crecimiento del comercio tan próspero en la ciudad, en el siglo XVIII. El 16 de agosto de 1787, el Rey Carlos III aprueba los planos trazados por el arquitecto Manuel Martín Rodríguez, entonces Director de Arquitectura de la Academia de San Fernando de Madrid y sobrino del gran arquitecto Ventura Rodríguez. En 1791 se inicia la construcción del edificio con el capital suministrado por la venta de 31.000 varas de terreno pertenecientes a la ciudad. Al colocar la primera piedra en los cimientos, se puso una caja de plomo dentro de la cual se depositaron cuatro monedas que para estos efectos remitió el señor Conde de Lerena, a sazón Ministro de Hacienda. Esta caja se puso en el centro de un sillar de piedra, sobre el que estriban las pilastras que van formando el primer ángulo de la izquierda, en el patio principal, entrando por la puerta de la calle Cister. Las obras no finalizarán hasta 1829 por el Arquitecto Don Pedro Nolasco de Ventura. A pesar de lo avanzado de la centuria, su estilo no puede encuadrarse en el neoclasicismo ortodoxo, sino que esta gran mole palacial, que sigue los esquemas de los palacios renacentistas barroco, debe calificarse como barroco-clasicista, aunque es la obra que más se acerca al gusto neoclásico en nuestra ciudad, en donde originó un fuerte impacto.

Imagen del palacio antes de que se quemara  Vista aérea  del Palacio de la Aduana de Málaga  Exterior del Palacio de la Aduana de Málaga

El edificio es un basto cuadrado, integrado por cuatro crujías alrededor de un hermoso patio central. En el exterior presenta bajo de cantería almohadillada con varios resaltos sencillos, en el que se labra la puerta de entrada y ventanas coronadas con frontones en alternancia rítmica. La imposta y cadenas de piedra blanca, articulan las dos plantas superiores, de muro de ladrillo, en las que se distribuyen simétricamente los huecos de las ventanas. Rematando la ventana central aparece en una pesada y gran lápida con letras de oro esculpido, el nombre de ‘Aduana Nacional. Año 1842’.

La fachada occidental, orientada al parque, es la más solemne, con balcón de balaustrada que recorre los tres huecos del piso principal, colocado en 1862, cuando la reina Isabel II, visitó Málaga, alojándose en este palacio.

En el interior, entrando por la puerta principal, que da a la calle Cister, nos encontramos un zaguán formado por tres naves sostenidas por cuatro robustos pilares de cantería sobre los que apoyan doce arcos que forman bóvedas baídas. De los laterales del zaguán parten escaleras con peldaños de mármol que dan acceso al piso principal. En el centro del gran cuadrado se ubica el patio principal, rodeado de un claustro compuesto de veinte arcos de medio punto sobre pilares, cubriendo el claustro bóvedas baídas de ladrillo que resaltan sobre la piedra. El segundo piso que está formado por galerías cubiertas con igual número de arcos que el piso bajo, se retranquea, dejando una terraza limitada por balaustrada a la que coronan bustos que le aportan una mayor prestancia.

    Patio del Palacio de la Aduana de Málaga  Escaleras del patio de la Aduana de Málaga

Este inmueble ha pasado por diferentes usos. Albergó las instalaciones de la Fábrica de Tabaco, centralizó las dependencias de la Hacienda Pública así como de la Diputación Provincial y Gobierno Civil y la Subdelegación del Gobierno. En la actualidad acaba de ser cedido en su totalidad por el Ministerio de Gobernación para ubicar el Museo de Bellas Artes y Museo Arqueológico, es decir, Museo de Málaga, cuyo proyecto está en vías de desarrollo.

Dirigiendo nuestra mirada hacia la izquierda, nos encontramos la actual calle Cortina del Muelle, que en origen estuvo ocupada por la muralla hasta su desaparición, aunque también existía por entonces un lugar de paseo cercano. Justamente desde el Palacio de la Aduana y frente a él contemplamos el Palacio del Conde de Villalcázar. Es un edificio del siglo XVIII que ocupa una extensa manzana, recuperada para la actual sede de la Cámara de Comercio. Se trata en realidad del primer legado del Conde de Buenavista, Don Francisco Guerrero, el cual tenía su residencia aquí, en la placeta de la Alcazaba, cuando residía en Málaga. Su hijo D. Antonio Tomás Guerrero, aumentó la propiedad familiar construyendo otra casa junto a la anterior en 1725, que es la que constituye este palacio que heredó posteriormente el Conde de Villalcázar de Sirga. Está descrito en el Catastro de Ensenada como uno de los principales de Málaga, con sus cuadras, almacenes, oratorio con sacristía, torre y muy diferentes dependencias.

Exterior del Palacio del Conde de Villalcázar  Exterior del Palacio del Conde de Villalcázar  Columnas del Palacio del Conde de Villalcázar

Conserva un pequeño patio cuadrado sobre columnas toscanas de mármol y una interesante escalera, situada en un ángulo de este. Una amplia fachada adaptada a la forma curva de la calle, muestra tres plantas más un sótano. Uno de los elementos más representativo de esta casa lo forma un amplio balcón corrido de amplia longitud en el primer piso, que apoya sobre tornapuntas retorcidas. Se desconoce el arquitecto aunque se relaciona con Felipe de Unzurrunzaga como arquitecto principal y José Martín Aldehuela al frente de diferentes reformas. La fachada estaba cubierta con interesantes pinturas geométricas que no se ha recuperado en las últimas intervenciones. No obstante, en la estrecha calle de Don Juan de Málaga, se conservan algunas decoraciones que poseía.

Regresando a la plaza de la Aduana, tomamos la calle Cister y nos detenemos en la Abadia de las Monjas Recoletas Bernardas del Cister, que fundaron en 1604 el convento de Jesús Maria, junto a la Parroquia de San Juan, y posteriormente se instalaron en esta zona, en 1617. Su Iglesia fue inaugurada en 1680 y fue construida por el alarife Miguel de Perea, siendo la portada de Miguel Meléndez. En 1702, el arquitecto y entallador Felipe de Unzurrunzaga contrató el Retablo Mayor. En 1990, debido al estado de ruina se construyó el actual convento, obra de César Olano. Se compone de una pequeña nave de dos tramos, cubierta con bóveda de medio cañón y capilla mayor de planta semicircular rematada en cuartos de esfera. En los pies se eleva el coro y en el presbiterio una airosa tribuna.

Exterior de la Abadia de las Monjas Recoletas Bernardas del Cister de Málaga  Exterior de la Abadia de las Monjas Recoletas Bernardas del Cister de Málaga  Interior de la Abadia de las Monjas Recoletas Bernardas del Cister de Málaga

El exterior se resuelve con un arco de medio punto ceñido por dos pilastras toscanas cajeadas. El resto de la fachada adquiere un marcado estilo ascensional, empleándose tres arcadas de medio punto. Sobre la portada y en eje con el vano central, preside una escultura de terracota de Santa Ana. La fachada conventual se cierra con una espadaña de un vano.
La abadía alberga el Museo de Arte Sacro de la Iglesia.

En la calle Pedro de Toledo podemos identificar una parte del paseo de la antigua Judería, que Francisco Bejarano, escritor y poeta español, considera probable que se ubicara entre esta calle y calle Santiago, durante la dominación musulmana. Esta zona ha sido muy modificada, perdiendo el encanto de este espacio recoleto de casas de sencilla volumetría.

Calle Pedro de Toledo, Málaga    Judería de Málaga  Judería de Málaga  Judería de Málaga

En la otra acera, en la calle Afligidos, nos encontramos otro adarve, resuelto a modo de plaza, en donde tuvo su Casa-Taller el escultor Pedro de Mena, durante su estancia en Málaga, desde 1679 hasta su muerte en 1689. Se trata del inmueble nº 5 muy transformado y en la actualidad en proceso de restauración y proyecto museológico. El interés histórico artístico de este edificio de autor desconocido, radica por ser uno de los escasos ejemplos de casa- patio conservados en esta zona.

Casa-Taller el escultor Pedro de Mena  Casa-Taller el escultor Pedro de Mena  Casa-Taller el escultor Pedro de Mena  Casa-Taller el escultor Pedro de Mena

Retomando la calle Cister llegamos al Palacio de Zea-Salvatierra, obra de finales del siglo XVII. Fue mandado a construir por Doña Maria Salvatierra y se relaciona con el arquitecto Felipe de Unzurrunzaga (1654-1750). Las diferentes vicisitudes históricas llevaron a este Palacio a ser la sede del Ayuntamiento durante el reinado de Isabel II. Posteriormente sirvió como Casa Correos. En la actualidad pertenece a particulares. Ostenta una portada representativa de mármol, con dintel adovelado, flanqueando el balcón superior, los magníficos escudos de la familia. Su interior fue remodelado en el siglo XIX y en la actualidad está bastante restaurado.

Palacio de Zea-Salvatierra, Málaga  Palacio de Zea-Salvatierra, Málaga  Palacio de Zea-Salvatierra, Málaga  Palacio de Zea-Salvatierra, Málaga

Nos encontramos ahora frente a la Catedral. Y es que buena parte de la acera de la izquierda de la calle Cister, está ocupada por la Catedral de la Encarnación, cuyo acceso se puede realizar por la Puerta de las Cadenas, llamada también de los Naranjos, o por la puerta principal, en calle Molina Larios.

Antes de describir y contemplar la catedral, conviene que nos detengamos a la derecha del Patio de los Naranjos, ante la portada de la Iglesia del Sagrario. Esta Iglesia ocupa parte del patio de la antigua mezquita. Es una Iglesia cuadrada de planta cajón, cabecera plana, cubierta con bóveda de medio cañón con fajones y lunetos.

Exterior de la Iglesia del Sagrario, Málaga  Portada de la Iglesia del Sagrario, Málaga  Interior de la Iglesia del Sagrario, Málaga  Retablo de la Iglesia del Sagrario, Málaga

En el exterior hay que destacar la portada de piedra caliza del siglo XVI. Aparece enmarcada por dos esbeltos pináculos que muestran una composición en dos pisos. Denominada también Puerta del Perdón, está repleta de elementos góticos, renacentistas y mudéjares. El primero lo forma el arco abocinado que da acceso a la iglesia, hoy cerrado para garantizar su estado de conservación, desarrollándose en las arquivoltas, figuras de los apóstoles con elementos vegetales y en las jambas, la Anunciación entre los Evangelistas. El cuerpo lo preside el Todopoderoso, acompañado por los escudos de la familia Riario y los Padres de la Iglesia. El ático cobija a las figuras orantes. En la parte superior, en un alto friso, se representaron en relieve al Cardenal don Pedro de Mendoza y al confesor de la Reina, Fray Bernardo de Talavera, ofreciendo a la Virgen la mezquita por ellos consagradas en 1487, recién conquistada la ciudad. Los elementos piramidales, con bolas, pertenecen a este periodo.

Todo el inmueble aparece decorado en sus muros con pinturas murales fingiendo hiladas y verdugadas de ladrillos que delimitan recuadros de mampostería con dibujos geométricos a base de octógonos, rosetas, crucetas, relojes, anagramas de Cristo y la Virgen, resueltos con una amplia tonalidad cromática. Es una de las piezas decorativas más interesante del barroco malagueño.

En el interior, destaca el magnifico retablo del altar mayor, procedente de la Iglesia de S. Pedro de Becerril de Campos (Palencia) instalado aquí en 1944. De estilo plateresco, con amplia variedad de balaustres y grutescos, pertenece al círculo de Juan de Balmaceda, escultor castellano cuyo estilo está próximo al de Alonso Berruguete, fechado en 1565.

La Catedral de Nuestra Sra. de la Encarnación es uno de los monumentos que más impacta al ciudadano y al turista, no solo por ser una obra colosal e inacabada, sino porque permite contemplar la herencia islámica conservada en el patio, los planteamientos titubeantes del gótico, la fisonomía interna de traza renacentista, y el barroco escénico ejemplificado en su fachada, dándonos así muestra de la diversidad constructiva-ornamental de esta obra. La falta de la torre sur le ha merecido el nombre popular de ‘La Manquita’.

Vista general de la Catedral de la Encarnación, Málaga  Vista general de la Catedral de la Encarnación, Málaga   Plano de la Catedral de la Encarnación, Málaga

Tras la conquista de Málaga en agosto de 1478, los Reyes Católicos consagraron la mezquita mayor de la ciudad como agradecimiento por la victoria. Después un periodo transitorio la Aljama mayor sirvió como templo cristiano. Fue consagrado a Santa María de la Encarnación, eligiendo el cabildo como armas, el simbólico jarro de azucenas. Pero la mezquita adaptada, no respondía a lo que el obispo y el cabildo aspiraban para su iglesia principal y en 1528 empezaron las obras del templo en lugar inmediato a donde se alzaba la mezquita. La catedral, el nuevo templo, fue erigida con arreglo a unos curiosos planos que muchos han atribuido al arquitecto Juan Bautista de Toledo, otros al célebre Diego de Siloé o al maestro Enrique Ega. Se comenzó la obra el año 1528. El deán Don Fernando Ortega contrató al arquitecto Pedro López. Su trabajo consistió en la cimentación de la girola, el comienzo de la construcción de los pilares absidiales y los muros de cerramiento de las capillas. Tras la muerte de López, 1539, al concurso convocado por el cabildo para cubrir la plaza de arquitecto, se presentaron Diego de Vergara y Andrés de Vandelvira. Vergara, que había venido desde Salamanca y que fue elegido maestro mayor. La maqueta 'de piedra' que se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Málaga, se atribuye a él. Tras la muerte de Vergara, le sucedió su hijo, cuyo trabajo se centró en cerrar los extremos del crucero, construir las gradas del altar mayor y puertas laterales. Una vez finalizada la capilla mayor en 1580, el 3 de agosto de 1588, el Obispo Luis García de Haro (1587-1598) ordenó aislar la cabecera (altar mayor) cerrándola con un tabique de mampostería y así se mantuvo durante 140 años, desarrollándose el culto en la zona concluida.

Puerta de las Cadenas de la Catedral de Málaga  Puerta de las Cadenas de la Catedral de Málaga    Cabecera de la Catedral de Málaga

En el siglo XVII las obras fueron escasas, hubo un paréntesis setecentista en la obra de la Catedral. La tentativa más importante correspondió al obispo Fray Alonso de Santo Tomás, que desde que ocupó esta sede en 1664, se aplicó a ello con energía, solicitando las correspondientes licencias para gravar a la Mitra y Mesa Capitular y constituir un fondo de financiación. La autorización real fue inmediata, pero la bula papal expedida en 1666, llegó a Málaga en 1692, dos meses después de la muerte del obispo. No obstante, seguro de conseguirla, había preparado nuevos planos, sobre los que trabajó el Maestro Ayala en 1719, ya que los antiguos estaban perdidos. Sus inmediatos sucesores no recogieron esta empresa.

El gran siglo de la arquitectura Malagueña fue el siglo XVIII, potenciado por el impulso económico que situó a Málaga como ciudad comercial. Fortalecida su base económica, las autoridades eclesiásticas emprendieron una activa política de construcción y de reparación de Iglesias que culminaría en 1719 con la continuación de la catedral, cuyas obras motivaron la presencia de maestros de otras regiones que contribuyeron a romper el relativo aislamiento que en lo artístico se mantenía desde épocas anteriores.

torre inacabada de la Catedral de Málaga  Vista de la entrada principal de la Catedral de Málaga  Vista de la entrada principal de la Catedral de Málaga  Torre del reloj de la Catedral de Málaga

En esa fecha, en momento de sede vacante, el cabildo decidió la continuación de la Catedral. Esta decisión trajo consigo el problema de la subvención financiera de extraordinaria significación en obra de tal magnitud. Este proceso ha sido estudiado por Pérez del Campo, en el que destaca la importancia de un arbitrio real que gravando el sector del comercio exterior, haría recaer el peso económico de la Catedral sobre la ciudad, siendo, en gran medida, el determinante de la crisis constructiva de las obras, aunque la mala administración ejercida también incidiría fuertemente en la crisis de la obra. El arquitecto elegido para dirigir la obra, según obra consultada, fue José de Bada, maestro de la catedral de Granada, que precedido de excelentes informes, llegó cuando ya se habían efectuados derribos para la extensión de la catedral.

Se construye desde la fachada principal hasta la cabecera, siendo esta parte nueva la más rica en lo que a decoración se refiere. Esto puede verse con claridad en el contraste de las bóvedas antiguas con las nuevas. No obstante, Bada mantiene el estilo y los planes antiguos, por imposición del cabildo que quería salvaguardar la unidad estilística del interior, siendo más barroco el diseño de los exteriores. Las obras comienzan, pues, por la fachada principal, para enlazar con la parte antigua. Desde 1723 trabajaba en la catedral Antonio Ramos que sería maestro mayor en 1760. A partir de 1764 inició la unión de la obra nueva con la vieja. Crítico momento en el cual el cabildo solicitó varios informes a varios arquitectos, entre ellos a Ventura Rodríguez, quien respaldó la propuesta de Ramos para derribar las bastiones y subir la obra. Además dejó los planos de una cubierta de madera y teja para proteger las bóvedas de la Catedral, que se habían cubierto con placas de cerámica, como la obra del siglo XVI. Por fin, en el año 1764 se unía la obra nueva con la vieja, derribándose el muro que cerraba el crucero. No obstante, quedó sin terminar una torre, que según señala la versión tradicional, el dinero que había para ello se destinó al arreglo de los Caminos de Antequera y Vélez y según una interpretación más romántica, pero sin documentar, el dinero que estaba dispuesto para la construcción de esa torre, fue enviado como ayuda para la guerra de la independencia norteamericana. En 1768 se abrió al culto la catedral unida y se siguió trabajando hasta 1783.

Puerta de los abades Catedral de Málaga  Puerta de los abades Catedral de Málaga  Puerta de los abades Catedral de Málaga  Puerta de los abades Catedral de Málaga

Los siglos XIX y XX se van a caracterizar por los intentos de proseguir las obras de la torre pero como ocurrió con la visita de Isabel II en 1862, tales empeños fracasaron.

La Catedral de Málaga ocupa un lugar intermedio entre los edificios góticos y los nuevos proyectos renacentistas. Se compone de tres espaciosas naves, girola y dos de capillas laterales cubiertas con bóvedas de medio cañón. La nave central es mayor que las laterales. Las tres se alzan a la misma altura y se cierran con bóvedas baídas, en las que se insertan casquetes esféricos, con adornos manieristas entre los que se desarrolla el programa iconográfico, también alusivo a la Encarnación y las Virtudes. La longitud del edificio es de 117,11 metros y su anchura es de 72,22. La altura de la bóveda, de 47,79. El alzado lo forma la llamada estructura siloesca. Un pilar sobre alto basamento, con medias columnas corintias adosadas que sostienen trozos de entablamento, disponiéndose encima otro pilar que apea el arco de la bóveda. Las naves laterales apenas interrumpidas por el crucero, que solo se aprecia por su mayor anchura, corren por detrás de la cabecera formando el deambulatorio. La luz penetra por los muros perimetrales mediante triples ventanas. Desaparecidas las primitivas vidrieras, las actuales de Maumejean y Meyer, fueron donadas en el siglo XIX por la burguesía malagueña.

En el exterior, la fachada principal, retranqueada con respecto al plano marcado por las torres, produce un pequeño atrio que cierra con una magnifica reja de finales del XVIII. Traduce la estructura interior de tres calles, separadas por sólidos pilastrones con pares de columnas corintias adosadas, que sostienen una volada cornisa denticulada. Entre ellos se rehunden tres arcos de medio punto que cobijan las portadas enriquecidas con mármoles policromos. En el central, columnas corintias pareadas sostienen frontoncillos curvos de los que parece arrancar la moldura que limita. Entre columnas salomónicas, el medallón oval de la Encarnación. En los laterales los arcos son más reducidos, coronándose sobre amplia enjuta y frontón abierto con los medallones de los Santos Mártires, San Ciriaco y Santa Paula y en el arco central, entre columnas salomónicas, el tema de la Anunciación, obra temprana de Antonio Ramos.

La torre norte fue la única que se finalizó. Sus dos primeros cuerpos forman unidad con la fachada principal, el tercero se alza por encima de la iglesia en triple arquería en sus cuatro lados para el cuerpo de campanas y el cuarto se corona por una airosa cúpula. La torre sur, de similar diseño, no se terminó quedando sus fustes inacabados penetrando el cielo.
Además, destacan las portadas del crucero. La portada norte, llamada puerta de Los Naranjos, obra renacentista, con cubillos que representan una parte fundamental de esta Catedral, ya que son torreones de frente convexos que encierran los caracoles de acceso. Su cuerpo inferior se compone de una gigantesca columna de sólida base cuadrada y fuste acanalado con reducidas saeteras. A partir del segundo cuerpo, la decoración va creciendo hacia la parte superior con efecto muy barroco, así como la puerta sur, denominada Puerta de los Abades.

En el interior destaca, en la nave central, el conjunto de la Capilla Mayor y el coro. La Capilla Mayor sigue, en cierto modo, a la de la catedral de Granada, pues está completamente abierta en su alzado para ofrecer una mayor visibilidad del altar mayor, resultando un área muy diáfana, aunque aquí no se consigue una capilla con la autoridad de la granadina, mucho más avanzada. Está formada por un primer cuerpo muy elevado de pilares con columnas corintias adosadas, entibados por arcos de medio punto encima, de los cuales se reserva un espacio para pinturas realizadas por César Arbasia, que representan la Institución de la Eucaristía, la Oración del Huerto, Jesús en casa de Anás y la Flagelación. El segundo cuerpo sigue el modelo del resto del edificio. Está compuesto por pilares con pilastras con hornacinas aveneradas para figuras de santos. Sobre ellas descansan los arcos de medio punto a través de los cuales se filtra la luz tamizada que viene de los vanos abiertos encima de la capilla de la girola. La cubierta es una semiesfera con gruesos nervios y decoración de una especie de candelabros llamados 'llaves resaltadas' del maestro Alonso de Ribera, quien dora la capilla en el Siglo XVIII.

Capilla Mayor de la Catedral de Málaga  Capilla Mayor de la Catedral de Málaga  Capilla Mayor de la Catedral de Málaga  Capilla de la Encarnación

La cubierta del crucero es otra semiesfera sobre pechinas aveneradas en donde aparecen medallones acartelados que representan a la Virgen y al Ángel de la Anunciación, el jarrón de azucena, emblema de la catedral, y un cáliz con la sagrada forma. La decoración central es similar a la de la bóveda anterior. Aquí aparece la fecha de 1770 que se refiere a la labor de dorado realizada por el maestro citado, Alonso de Ribera, en el siglo XVIII, pues la ornamentación anterior a esta, fue realizada en la segunda mitad del siglo XVI por César Arbassia. Esta capilla mayor está presidida por un tabernáculo de mármol del siglo XIX, proyecto del arquitecto Enríquez Ferrer, construido por el escultor lapidario José Frápolli y Pelli. Anteriormente hubo distintos proyectos frustrados de Arbassia y de Jerónimo Gómez de Hermosilla. Se resolvió de una forma fría, aprovechando ocho columnas de piedra serpentina de los diseños anteriores.

El coro de la catedral es una de las piezas más destacadas del mobiliario instalado en la nave ventral. La sillería muestra diversas concepciones estéticas. Las soluciones de Ortiz de Vargas tienen que ver con su formación sevillana y nos recuerdan al círculo de Martínez Montañés.

La hornacina lleva generalmente en la parte superior una pechina o concha (bóveda) que también se llama venera cuando efectivamente presenta la forma de una concha marina. Micael y Alfaro usa actitudes dramáticas, escorzos y otros recursos manieristas. Pedro de Mena, en sus 42 tallas, dio valor expresivo a sus imágenes, ofreciendo el ímpetu espiritual y emocional, propios del barroco.

Coro de la Catedral de Málaga  Coro de la Catedral de Málaga  Coro de la Catedral de Málaga

La catedral posee además un conjunto de interesantes y destacadas obras artísticas, objetos al servicio del culto católico y la devoción, donaciones, encargos y compras, que muestran el deseo de construir la fe a través de imágenes. Así para cada advocación se ofrece una representación, un atributo, una postura de un pasaje de la vida de Jesús o de relatos bíblicos. En este sentido, pasear por cada una de las capillas de la catedral se convierte en una lección de vidas ejemplares cuyo objetivo era y es, ayudar al creyente a avivar su fe. Para cualquier turista con interés artístico una visita detenida seguro que le resultará provechosa. Son muchas obras de arte las que alberga su interior que también reclama una visita única para contemplarlas, así como el Museo Catedralicio, que se encuentra en dependencias anexas a la Catedral.

Regresando al tramo final de la calle Cister hallamos el Hospital de Santo Tomás. Esta Institución es una de las más antiguas de Málaga, se fundó en 1504 por el caballero Diego García de Hinestrosa, quien donó sus cuantiosos bienes a tal obra humanitaria, disponiendo que hubiese doce camas y tres más, en honor al Divino Maestro, a Santo Tomás y la tercera, a Santa Catalina. El terremoto del 24 de diciembre de 1884 afectó tanto a la estructura que tuvo que construirse de nueva planta. Los planos fueron firmados por el arquitecto municipal Juan Nepomuceno Ávila, transcurriendo las obras entre 1888-1981. La imagen final del edificio, en clave historicista, sigue la tradición gótico-mudéjar. La portada, abocinada, se estructura con un arco ojival con arquivoltas que descansan en jambas de piedras enmarcado por un alfiz con decoración de lazo en azulejería vidriada. En las enjutas, sobre sendos escudos, se encuentran la fecha de institución del hospital y la de la construcción del nuevo edificio. Esta portada está presidida por un precioso ajimez copia exacta del original que exornó el antiguo edificio. En la fachada, los huecos se disponen asimétricamente en función del interior. Actualmente el inmueble permanece cerrado.

Hospital de Santo Tomás  Hospital de Santo Tomás  

Por la calle Molina Larios nos dirigimos a la Plaza del Obispo. Esta plaza existía ya en época musulmana, sólo que en el siglo XVIII se configura al mismo tiempo que inicia la construcción de la obra de la catedral nueva. Hacia 1998, a excepción del palacio episcopal, el resto de los edificios ha sido objeto de una fuerte intervención que no ha estado exenta de polémica.

El edificio más relevante es el Palacio del Obispo. El conjunto palacial está formado por tres edificios que constituyen una combinación de diferentes épocas, estilos y funciones cuyo origen se remonta al Obispo Diego Ramírez de Villaescusa de Haro, 1500-1521, a quien se le atribuye la construcción del primer palacio. El conjunto importante del palacio es del siglo XVIII con fachada principal a la plaza del Obispo. Para su construcción se demolió el colegio Seminario y algunas dependencias del Palacio antiguo. La nueva construcción fue posible gracias a la financiación del obispo José Francisco Lasso de Castilla, 1756-1776, Obispo de Málaga, y natural de Granada. La dirección de la obra recae en el maestro mayor de la catedral Antonio Ramos. Las obras se terminaron en el 1772.

Plaza del Obispo, Málaga  Palacio del Obispo, Málaga  Palacio del Obispo, Málaga

La fachada es obra del Barroco tardío a la que se asoman atisbos del Rococó. En el marcado eje longitudinal se disponen cinco calles, enmarcadas por doble pilastra flanqueando la portada. Cada tramo lateral se desarrolla verticalmente entres pisos. Esta escenografía nos introduce en la portada-retablo con tres cuerpos decrecientes de mármoles blancos, grises y rosas, rematada por la hornacina en la que se sitúa la Virgen de las Angustia, obra del granadino Miguel Agustín. Se cuenta que esta imagen se colocó por iniciativa del Obispo Lasso que al ser natural de Granada profesaba gran devoción a la Virgen bajo la advocación citada y que concedió cuarenta días de indulgencias a los que rezaran una salve a la milagrosísima Patrona


Bibliografía


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DATOS DE LA AUTORA:

Remedios García Rodríguez, Profesora de Educación, Licenciada por la Universidad Complutense de Madrid (1968), Licenciada en Psicología por la Universidad Pontificia de Salamanca (1969), Master en Psicología por la UNED de Madrid (2000). Inspectora de Educación en las Autonomías de Euskadi y Andalucía desde 1980. Redactora de Homines.com.