sumario
arte
contacta
 


Joaquim Mir i Trinxet. El fauno de la pintura catalana
Marc Montijano Cañellas y Susana Hermoso-Espinosa
05/05/2004 (25/02/2021)


Nació un 6 de enero de 1873 en Barcelona, en la casa número 7 del carrer de la Ciutat. El matrimonio formado por Ignasi Mir i Dussol e Isabel Trinxet i Casas, tuvieron tres hijos, Joana, Pilar, y Joaquim. El padre tenía en el mencionado carrer un negocio de botones, hebillas y artículos para la sastrería y la mercería, y quería que su único hijo varón continuara con su negocio al que él le había dedicado tanto esfuerzo. Envió a Joaquim al colegio de Sant Miquel de la Roda de Sant Pere, pero Joaquim no se mostró muy interesado por los estudios. Intenta que obtenga el titulo de bachiller, pero no lo consigue al igual que tampoco consigue sacarse el peritaje mercantil. Tan sólo pensaba en dibujar, tanto es así que llegó a ser duramente castigado por dibujar unos garabatos con la punta de un clavo en su pupitre, ya empezaba a sentir el arte.

 La madre del artista removiendo un brasero, óleo sobre tela, 66 x 59 cm. Col. Uriach, Barcelona Sol y sombra1894. Óleo sobre tela. 93 x 78 cm. Museo de Arte Moderno. Barcelona. España

Tal vez por azar, quien sabe, coincidió en el mismo colegio con otro joven chaval tampoco aplicado en los estudios como él y que compartía su misma afición por dibujar. Este chico se llamaba Isidre Nonell. Juntos iniciaron su aprendizaje artístico, para seguir después unas carreras paralelas hasta que el tifus truncó finalmente la prometedora trayectoria de Isidre.

Al igual que en el caso de Nonell, Mir tuvo que enfrentarse a una dura oposición familiar para dedicarse a su autentica vocación, como le había ocurrido a Santiago Rusiñol o tantos otros artistas catalanes surgidos de la clase burguesa.

Según parece, uno de los primeros óleos que pinta fue un paisaje de Vilanova, realizado un verano cuando tenía quince años. Su familia le permitió, en un principio, que pintara en sus ratos libres, incluso le incentivaron comprando el material para que trabajase, eso si, entendido su arte como un pasatiempos de juventud. Joaquim que no estaba ni mucho menos negado para el comercio, intentaba aprovechar el mayor número de horas para pintar. Sin dejar de lado el trabajo familiar, empezó a pintar con regularidad para perfeccionar su estilo, también con permiso familiar se inscribió en la Academia de Arte privada de Lluís Graner, donde también fue a parar Nonell. La influencia de Graner, quien pensamos, empezó a impartirle clases, es patente en las primeras producciones de Mir. Tras pasar unos años de los que guardaba un buen recuerdo Mir, decide ingresar en la Escuela Oficial de Bellas Artes de Barcelona, esto fue en 1893 o 1894.

Sin miedo decidió pasar la dura prueba de ingreso que consistía en pintar del natural un modelo masculino desnudo, en un plazo de treinta días. Mir lo terminó en tres o cuatro, de forma espontánea, centrándose en lo importante, dejó los pies y las manos sin sin hacer, ya que entrañaban una mayor dificultad y él no era muy buen dibujante. Para gran sorpresa suya y mayor de sus compañeros de prueba, fue admitido.

Mir. La Huerta del Rector, 1896. Joaquim Mir. la catedral de los pobres, 1898. Iglesia de L´AleixarÓleo sobre tela. 169 x 110 cm. Colección F. Torelló. Barcelona. España.

oaquim Mir. Costa de Mallorca. c.1901. oaquim Mir. Costa de Mallorca. c.1901. Joaquim Mir. Paisaje de Mallorca, 1904

Pero la euforia duro poco, pronto se aburrió de la Escuela y de su ambiente reclusivo y, junto a un grupo de amigos empezaron a salir a la calle a pintar paisajes suburbiales de Barcelona, y a los "tipos" que allí se encontraban. Este grupo lo formaron Isidre Nonell, Ramón Pichot, Ricard Canals, Juli Vallmitjana, Adrià Gual y Joaquim Mir, y se les conoce como La Colla del Safrà. El nombre le viene por el color amarillo y anaranjado predominante en sus obras. El 23 de abril de 1896, participaron en la III Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas, Mir acudió a ella con dos obras tituladas L´hort del rector y Venedor de taronges, pero la aportación colectiva de este grupo no pasó desapercibida, como ejemplo de ello el escrito realizado por Raimon Casellas, critico de La Vanguardia, al que le llamó la atención de aquel grupo el hecho que:

"El evangelio de la luz intensa, el credo del paroxismo solar, es el que profesan, con una cierta uniformidad, los entusiastas jóvenes llegados últimamente a la vida del arte. Mir con el esplendoroso Hort del rector, Nonell con el vaporoso Paisaje de Sant Martí, Pichot con su japonizante campo de hortalizas, Riera con sus doradas arboledas, Canals con sus niñas a pleno sol, Sardà con su luminoso pintar, Sunyer con su patio refulgente, Sans con una muchacha en la soleada playa, todos aspiran a cantar, en ardorosas estrofas, el himno de la luz".

En esta época la Diputación Provincial adquirió una obra suya, Mir tendría unos veintiún años, a los veintitrés obtiene una tercera medalla, en una exposición oficial celebrada en Barcelona y una mención honorífica en otra exhibición de ámbito estatal. Todo esto era un triunfo, su familia se sentía orgullosa de Mir y de su pintura por lo que le otorgaron mayor libertad para que pudiera dedicarse a su verdadera vocación.

El 13 de junio de 1897 era inaugurado en Barcelona, Els Quatre Gats, un punto de reunión de pintores, músicos y literatos, y a la vez un local para espectáculos poco corrientes, a la manera del Chat Noir y otros cabarets de Montmartre. El aire bohemio, a imitación de la atmósfera de París, tenía su nombre, su local, su moral, y naturalmente sus antagonistas, los artistas católicos del Cercle de Sant Lluc, con Gaudí entre sus miembros. También poseía sus publicaciones y su sala de exposiciones, la Sala Parés, de la calle Petrixol. En este contexto, las enseñanzas académicas o tardorománticas de la Escuela Oficial, llamada Lonja, no satisfacían plenamente los requerimientos de los jóvenes artistas que tenían un horizonte muy claro: París, y todo lo que allí pasaba en los últimos años del siglo. Pitxot, Canals, Nonell, Clará, Junoy, Casanovas, Manolo, Gargallo, Casagemas, Picasso, y otros amigos y contertulios, habían dejado la ciudad para respirar los nuevos aires de la capital francesa. Otros como Rusiñol, Casas, Utrillo ya habían vuelto. Parecía que el paso por París era absolutamente necesario para cualquier tipo de posibilidad creativa. Mir sin embargo nuca estuvo en allí.

Joaquim Mir decididamente inmerso en la profesión artística, se encuentra muy cómodo en el hostal de Pere Romeu y bien pronto se convirtió en uno de sus clientes habituales. Por eso no es de extrañar que Mir participara pocos días después de haberse inaugurado el local, en la exposición de Dibuixos" i d'estudis a l'oli fi d'alguns pintors parroquians, que había organizado Pere Romeu.

Joaquim Mir. Paisaje de Mallorca, 1904 Joaquim Mir. Paisaje de Mallorca, 1904 El pati de l'Hostal 1932. Óleo sobre tela. 61 x 71 cm. Colección particular, Barcelona, España

En el periodo que va desde 1897 hasta 1901, Mir realiza una abundante producción gráfica, dibuja las viñetas para la cubierta de Culs-de-llántia, así como los grabados intercalados en el texto, y algunos dibujos a carboncillo y tiza; y un gran número de dibujos que aparecen en la publicación satírica L´Esquella de la Torratxa y en la revista Hispania. Todo ello sin abandonar la pintura al óleo. Mir se había propuesto superar el éxito alcanzado con L´Hort del rector, y un día incierto de 1897 o de 1898, entra en el recinto de las obras del templo Expiatori de la Sagrada Familia y pide permiso a Antonio Gaudí para poder pintar una tela de grandes dimensiones, en la cual se vea al fondo la construcción que se estaba erigiendo. El gran arquitecto aceptó cortésmente, pero con una cierta indiferencia. Le llevó tiempo concebir la composición definitiva, ya que realizó varios esbozos de prueba, también fue aconsejado por Antoni Caba y por Rusiñol, a cerca de algunos aspectos de la obra. Pero el comentario que le calo mas hondo fue el del futuro obispo de Vic, el doctor Josep Torres y Bagues que, al contemplar la obra con sus gruesas gafas de miope, dijo que parecía la catedral de los pobres. Esta frase le agrado al pintor y la utilizó como titulo del cuadro al presentarlo en la IV Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas de Barcelona, el 23 de abril de 1898. Acabada la exposición, el cuadro fue colocado en la sala principal de Els Quatre Gats hasta que fue comprada por Benet Soler i Vidal.

Tras esto, se trasladó a Madrid, para presentarse a la beca de la Academia de Bellas Artes Española en Roma, que no consiguió. Durante su estancia en la capital frecuentó a menudo el Museo del Prado, no solamente para admirar sus obras, sino también para hacer algunas copias, una de ellas una infanta de Velázquez, la conserva Mir hasta su muerte.

A fines de 1899 Mir embarca junto a Rusiñol y su familia hacia Mallorca. Entre 1900 y 1906 vivió en la isla, con algunos viajes esporádicos a Barcelona y Madrid para exponer su trabajo. Fueron años de gran intensidad creadora. En contacto con una naturaleza prácticamente virgen, en la que manda el sol y la luz, Mir libera toda su carga patetista y temperamental. Se ha llegado a hablar de Simbolismo para aludir a esta importante cantidad de telas sin más protagonistas que las rocas y el agua, las grietas o los acantilados donde se desvanece la espuma del mar. Mir pintaba según su temperamento, su instinto y la traducción cromática de la realidad física que él captaba sin mitificar o interpretar, sino tal como lo veía.

Captaba el color casi en estado puro, y en ese momento lo aplicaba en forma de manchas perfectamente perfiladas y sobrepuestas ocupando toda la superficie de la tela. Tendía a eliminar los elementos de referencia espaciales y de profundidad, en una primera fase, para disolver el color y la forma, con lo que obtenía fusiones ricas en color, pero incomprensibles en cuanto al tema. Pero esto no le valía el calificativo de impresionista, a pesar de haber trabajado siempre en contacto con la naturaleza.

Joaquim Mir Joaquim Mir, Afores d'Andorra. Óleo sobre tela. 60 x 80 cm. Colección particular, Barcelona Joaquim Mir. Retrato del escultor Alemany. Óleo sobre tela. 73 x 59 cm. Colección particular, Barcelona

Mientras estuvo en Mallorca, vivió alejado de la compañía humana, incluso se separó de Rusiñol para poder pintar en solitario; acomodado en lo alto de los acantilados, entre el cielo y el mar, pintaba las noches y el interior de las cuevas; ni un rostro humano ni intento alguno de inventar, reinterpretar un paisaje, que a los ojos de su hiperdotada retina, se presentaba en su estado puro, cargado de colores brillantes a la luz de todas las horas del día, multiplicándose en su contacto con la superficie del agua.

Un amplio conjunto de obras mallorquinas constituyó su primera individual en octubre de 1901 en la Sala Parés de Barcelona, saludada por la crítica como un acontecimiento, hasta el punto que en Alfredo Opisso escribía en La Vanguardia del 16 de octubre de 1901:

Esta es la Exposición Mir, que deja hondamente conmocionado, por poco que uno se fije en cada obra. En ella se ve el paisaje elevado a una altura raras veces vista. Es la impresión espontánea, el reflejo de una impresión en un alma. ¡Cuán inmensa distancia desde el paisaje clásico, y cuánta superioridad sobre el paisaje romántico! Poético como Rusiñol, el pintor del sunt lacrymae rerum, Mir se complace en las deslumbrantes reverberaciones del sol en su máximum de color; sus cuadros vibran con las oleadas de luz que los atraviesa y de su paleta privilegiada brotan chispas que inflaman los horizontes y brasas que resbalan sobre el azul del mar, como lluvia de fuego.

Y he ahí como un pintor impresionista puede dejar reducidos a la categoría de telas sordas, falsas y pueriles las mejores obras pintadas según los principios..... académicos.

Ello es que con Mir tenemos ya al paisajista que necesitábamos; que forme es-cuela, y no habrá porque envidiemos anuestros vecinos de allende el Pirineo con sus Monet y sus Renoir.

Pero en 1907, Mir se estaba recuperando de un importante descalabro físico, en abril de 1904 un grave percance, una caída poco explicada, tal vez propiciada por problemas pasionales, obligó al pintor a regresar a Cataluña y, a la larga, a ingresar en el Instituto Psiquiátrico Pere Mata de Reus, donde permanecería casi dos años (enero de 1905-octubre de 1906). Este hecho conmovió, puesto que Mir empezaba a ser popular, pero no sorprendió demasiado, y, sobretodo no perjudicó el interés que despertaba la obra del pintor, que fue el mismo o incluso mayor que en la etapa anterior, ante las telas que había pintado en Mallorca, como La cala encantada o La Cava verda.

La primera exposición individual no sólo fue el descubrimiento de un pintor y su modo de hacer, sino también de un determinado paisaje. A partir de este momento Mir "descubrirá" paisajes. Mostró a los paisajistas que le siguieron, a parte de la técnica, los diversos aspectos y las posibilidades del paisaje de Cataluña. Ya no será necesario ir a Francia, el campo de Tarragona, Reus y sus pueblos pobres, secos y desconocidos dieron lo mejor a la producción de Mir (periodo 1907-1919), con infinitas variedades de grises, rosas y amarillos aplicados en forma de manchas; las tierras rojas del Vallés permitieron un cambio de tono (periodo 1913-1919): los paisajes son ahora monumentales, menos poéticos, predominando la vegetación y el agua que refleja los verdes, los sienas, los azules, carmines y tierras de los elementos materiales. Del Vallés a Caldes de Montbui constituye una etapa intermedia (periodo 1919-1921).

Pero una circunstancia personal sacó a Mir de la humedad de Caldes para llevarle a un lugar donde la luz se equilibra y donde el paisaje llano, sembrado de viñas se acerca al mar. En 1921, la siempre protectora madre del artista halló una feliz solución a la pertinaz soltería del pintor en la persona de María Estalella, hija de un prócer y comerciante de Vilanova i La Geltrú, con la que se casó el el 17 de agosto de ese año. Mir se estableció en una mansión del barrio de esta localidad a partir de 1925, mas concretamente en el número 1 de la calle de Sant Josep. Su nueva vida contribuyó a consolidar tanto su situación personal como su obra pictórica. Se hizo querido y popular y no tuvo otra preocupación que seguir descubriendo y pintando los paisajes de Cataluña.

   Foto del día de la boda de Joaquim Mir y María Estalella, 17 agosto de 1921 Joaquim Mir Joaquim Mir, Antoni Estalella Trinxet, padre político del artista en su tienda de Vilanova. Óleo sobre tela. 80,5 x 80,5 cm. Colección R. Torrellas. Barcelona

En su carrera de madurez, ya estilísticamente muy equilibrada, realizó numerosas exposiciones individuales en Barcelona, en la Sala Reig (1921), Galeries Laietanes (1923, 1924) y Sala Parés (1923, 1925, 1928, 1930, 1933, 1934, 1936), en Madrid (Salón Nancy, 1924); en Reus (Centre de Lectura, 1928); en Valencia (Círculo de Belles Artes, 1932) y en Bilbao (Sala Arte, 1936). También participó en exposiciones colectivas importantes de Madrid; Ámsterdam (1922); Pittsburgh (1924, 1926 y 1931); Washington; Filadelfia y París (1925), entre otras.

A pesar del espíritu inocente del pintor, que sólo pretendía pintar, la naturaleza de sus obras y el atractivo y simpatía de su persona le situaron en un insospechado índice de popularidad y responsabilidad, hasta el punto de ser considerado el pintor catalán por excelencia, víctima de su idiosincrasia y representativo de los sentimientos populares y nacionales de Cataluña.

Fue elegido académico de Sant Jordi en 1931, y aún participaría en algunas otras exposiciones internacionales de interés (Oslo, 1931; Venecia, 1932 y 1934; Ámsterdam, 1933; Buenos Aires, 1934), aunque su presencia en el mercado internacional nunca sería relevante. Aunque sus paisajes fielmente ofrecidos a la contemplación del público, eran sistemáticamente adquiridos ya en sus exposiciones, ya en su casa de Vilanova. De sus desplazamientos daba noticia la prensa local y la especializada.

Cuando en 1934 la Sala Parés celebró su primer cincuentenario, Mir fue elegido para la exposición de homenaje, que se le tributó como el más representativo de los pintores catalanes. Pero tal vez el titulo que más popularidad le dio y tuvo mayor resonancia en el sentimiento colectivo fue el de "pintor de la Virgen de Montserrat", es decir, pintor no sólo del paisaje que encierra el monasterio, sino también punto de mira y aglutinador de sentimientos y voluntades.

Durante la Guerra Civil, su actitud discretamente favorable a la legalidad republicana le valió un breve pero traumático encarcelamiento al advenimiento del franquismo (1939), golpe moral del que no se recuperaría y, libre ya, tras una última campaña pictórica en Gualba, moriría poco después, el 27 de abril, fiesta de la Virgen de Montserrat, de 1940, al tiempo que en Madrid la Sala Vilches tenía abierta una exposición individual suya. Su entierro constituyó un acto multitudinario.

   Joaquim Mir, Los santos obradores. Montserrat 1931. Óleo sobre lienzo. 130 x 120 cm. Abadía de Montserrat. Joaquim Mir Joaquim Mir

Considerado como el más importante paisajista catalán,hasta el punto de definir el paisaje casi como una actitud, su nombre está en la base de la confusión entre pintura de paisaje y pintura impresionista. Perteneciente a la segunda generación del modernismo catalán.

"Hombre joven, barbudo, melenudo, vestido casi como un obrero: pantalones de pana anchos, elástica debajo de la chaqueta y un sombrero cónico, como un arlequín. Mir era un protestante de todo y de todos, pero tenía cierta simpatía de hombre salvaje. Parecía un verdadero pirata." Así vio y describió Pío Baroja en su Galería de tipos de la época a este pintor catalán que bajo ese barbudo aspecto escondía una fuerte sensibilidad hacia la luz, el color y la naturaleza, y era a la vez uno de los corazones más tiernos, inocentes y puros en su aspecto humano, que dieron pie a numerosísimas anécdotas que nos han servido para conocerle y para hacer de él uno de los personajes más populares y queridos de la Cataluña anterior a la guerra civil.



Referencias

- BAROJA, Pío (1945). Galería de tipos de la época Desde la última vuelta del camino IV. Caro raggio editorial.

- FONTBONA DE VALLESCAR, Francesc. Joaquim Mir Trinxet, en Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico electrónico http://dbe.rah.es/biografias/12837/joaquim-mir-trinxet.

- OPISSO, Alfredo (16 de octubre de 1901). Exposición Mir en el Salón Parés. La Vanguardia. http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/1901/10/16/pagina-4/33396662/pdf.html.

- VAZ-ROMERO TRUEBA, Oriol y ALSINA-GALOFRÉ, Esther (2016). Joaquim Mir y la tienda de juguetes: microhistoria de un retrato Arte, Individuo y Sociedad, vol. 28, núm. 1, Universidad Complutense de Madrid. https://www.redalyc.org/pdf/5135/513554408008.pdf


__________________________

Ampliado y reeditado el 25/02/2021
__________________________



DATOS DE LOS AUTORES:


Susana Hermoso-Espinosa García (Málaga, España) es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Málaga, y Master en Museología por la Universidad de Granada. Tiene una amplia experiencia profesional en diversas instituciones y empresas culturales. Directora de la Revista Científica de Estudios Histórico Artísticos SUMA. Es fundadora y directora del portal de Arte y Cultura Homines.com.


Marc Montijano Cañellas (Vic, Barcelona, España), artista visual y performer, es también un destacado investigador. Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Málaga, Experto en Organización y Gestión de Empresas Culturales, y Postgrado en Gestión Cultural por la Universitat Oberta de Catalunya. Tiene una amplia experiencia académica y profesional en diversas instituciones y empresas culturales. Sus principales líneas de investigación en la actualidad son: el arte de acción, con especial atención a los trabajos realizados en España y Latinoamérica; el estudio de los procesos creativos y el desarrollo del proyecto; y el papel de las nuevas tecnologías en la difusión y autonomía del arte actual.