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Origen y desarrollo de la cultura Zapoteca
Susana Hermoso-Espinosa García
04/09/2008



Introducción histórica

Los zapotecas es uno de los pueblos más desconocidos de la historia mesoamericana. Por los restos arqueológicos encontrados se sabe que los primeros indicios de esta cultura datan del segundo milenio a. C. Aunque las evidencias arqueológicas indican que pudo existir 2500 años antes de esta fecha. Aproximadamente entre los siglos XV y IV a.C., cuando tuvo lugar el primer desarrollo urbano importante de la cultura zapoteca, con centro en San José Mogote, en el sureste de México. Este asentamiento se localiza a pocos kilómetros al noroeste de Monte Albán, en el valle de Etla. Sin embargo, no será hasta los siglos V y IV a. C., cuando tiene lugar los primeros asentamientos urbanos importantes de esta cultura en el gran valle regado por el río Atoyac, en el actual Estado de Oaxaca en México.

Desde el primer momento en que se constituyen como colectivo, mantienen un sistema de vida sedentario, estableciéndose en un punto fijo. Ello fue debido en parte por las extraordinarias condiciones climáticas y la fertilidad de las tierras en las que se asentaron. Una región propicia para el trabajo agrícola, que era la principal actividad de los zapotecas. Manejaron un avanzado sistema de riego y entre los cultivos que practicaban destacaba el maíz, pero también cultivaron varias especies de chile, frijoles, calabaza y cacao. Para la obtención de carne cazaban venados, jabalís, conejos y otros animales, completando su dieta con la recolección de frutos y tubérculos.

La sociedad estaba muy estratificada, con una clase gobernante que probablemente basaba su poder en una concepción teocrática. Esta elite mantenía su poder por un sistema de alianzas y matrimonios entre las clases gobernantes y las autoridades locales de cada uno de los territorios que eran incorporados a su órbita. La pirámide social estaba estructurada de la siguiente manera: aristocracia, comerciantes y artesanos especializados, y campesinos.

Hacia el 900 d.C. este pueblo estuvo gobernado por sacerdotes, pero en los momentos finales del México prehispánico esta función recayó en jefes guerreros.


Arte zapoteca

Los Zapotecas trabajaban la piedra, especialmente realizaban diseños decorativos que abundan en su arquitectura. Los bajorrelieves y las pinturas murales constituyen algunos de los fragmentos más preciosos del arte prehispánico de México. Destacan especialmente los motivos de guerreros y cautivos, en los que pueden observarse la importancia de los conflictos bélicos en la sociedad. Cabe mencionar los diseños denominados ‘danzantes’, que presentan personajes en actitud de sacrificio y sometimiento. La arquitectura del período final de esta cultura se caracteriza por una profusa decoración tipo mosaico, tableros y grecas. Los zapotecas desarrollaron un calendario y un sistema logofonético de escritura que utilizaba un carácter individual para representar cada sílaba del lenguaje, el logro más importante de esta cultura. Este sistema de escritura perduró durante más de mil años en Mesoamérica. Como en casi todas las culturas, la escritura sólo estaba al alcance de unos pocos, y se llevaba a cabo en los más diversos materiales, como hueso, concha, cerámica y piedra. Se piensa también que debieron haber escrito en materiales perecederos como madera, tejidos de algodón, papel o pieles. Esta escritura consistía en glifos que narran sucesos históricos y fechas. Probablemente fueron muy usados por las clases dominantes para llevar un registro vigente de sus hechos, así como para controlar los bienes y contar con una memoria de las guerras.

Lápida 55, uno de los relieves conocidos como ‘danzantes’, Monte Albán, Oaxaca  Dibujo de la lápida 55, uno de los relieves conocidos como ‘danzantes’, Monte Albán, Oaxaca  Mural de la Tumba 104 de Monte Albán, Oaxaca, México  Pintura mural de Mitla  Hombre juguar

Con la disolución paulatina del sistema político de Monte Alban y el eventual abandono de la gran urbe, la escritura zapoteca cayo lentamente en desuso. Los señoríos que controlaban los territorios que antes habían estado bajo el dominio de Monte Alban, siguieron dejando registros escritos pero usando una forma de escritura jeroglífica diferente, cuyas convenciones estuvieron en boga en muchas regiones de Oaxaca, Puebla y Tlaxcala. Esa otra forma de escritura esta mejor representada en los códices prehispánicos y los lienzos coloniales que se pintaron en varios pueblos de la Mixteca alta, Mixteca baja, y en la cuenca alta del Papaloapan.

Una vez iniciado el periodo de colonización, los zapotecas siguieron escribiendo subrepticiamente acerca de sus tradiciones y su lengua usando la escritura alfabética europea, una forma de reafirmar su identidad.

Tablillas con escritura zapoteca de Oaxaca, MéxicoDibujo de Javier Urcid de unas Tablillas con escritura zapoteca de Oaxaca,Galería del templo de los Danzantes, Monte Albán, Oaxaca, MéxicoDibujo de escritura zapoteca, México


El arte funerario de los zapotecas


Los zapotecas enterraban a sus familiares dentro del espacio doméstico, bajo el suelo de su casa o en un sitio cercano a ella. Estas tumbas eran sencillas y no están asociadas a ningún tipo de construcción. Más tarde los enterramientos fueron más complejos. Se edificaron con cubierta abovedada, poseían jambas y dinteles con bajorrelieves, vestíbulos, cámaras funerarias y murales. El ‘Juego de Pelota’ era una escena muy representada, ya que poseía una especial relevancia en materia ritual y simbólica. Las representaciones en bajorrelieve de piedra de los jugadores eran sumamente detalladas y compartían el espacio con representaciones de sacerdotes, ofrendas y jaguares, animal que tuvo enorme significación en todas las religiones mesoamericanas. Los sacrificios también tenían gran relevancia en la vida religiosa, dada la cuantiosa cantidad de bajorrelieves encontrados, que representan personajes agonizantes o sacrificados, tal como la conocida galería de ‘Los Danzantes’, en Monte Albán. Por último se llegó a la tumba con escalinatas con fachada con tablero doble, un nicho central para la colocación de una divinidad, una antecámara y una cámara funeraria con un nicho en el fondo y otro a los lados.

Tumba del Cerro de la Campana en Suchilquitongo, a unos 29 km. de la ciudad de Oaxaca hacia el Valle de Etla   Tumba del Cerro de la Campana en Suchilquitongo, a unos 29 km. de la ciudad de Oaxaca hacia el Valle de Etla   Fresco de la tumba del Cerro de la Campana en Suchilquitongo, a unos 29 km. de la ciudad de Oaxaca hacia el Valle de Etla

En cuanto a los enterramientos podían ser secundarios, cuando los muertos eran depositados en un sarcófago común, e individuales, reservados a los altos cargos, estos iban acompañados de ofrendas para la otra vida, especialmente colocaban urnas de barro con representaciones de las divinidades. Han sido tantas las halladas, que gracias a ellas han podido identificarse a gran cantidad de dioses como Cocijo o dios de la lluvia, la principal divinidad zapoteca [Nota 1].

Urna del dios Cocijo, Museo Friselli  Brasero efigie cubierto con cinabrio, conocido como ‘el diablo enchilado’, Museo Comunitario de San José Mogote, Oaxaca Urna Funeraria de la Diosa 13 Serpientes, Cerámica, 2.5 cm Urna funeraria zapoteca Vaso tripode de alabastro




Monte Albán, el gran centro zapoteca

Los primeros zapotecas se establecieron en pequeñas aldeas a orillas de los ríos, las cuales pronto se convirtieron en asentamientos urbanos que conformaron una gran ciudad en el Monte Albán.

Cronológicamente, la historia de la cuidad se ha dividido en cinco amplias etapas:
Monte Albán I (500 a.C. a 350 a.C.)
Monte Albán I-B (350 a.C. a 200 a.C.)
Monte Albán II ( 200 a.C. a 300 d.C.)
Monte Albán III-A (300 a 500 d.C.)
Monte Albán III-B (500 a 750 d.C.)
Monte Albán IV (750 a 1000 d.C.)
Monte Albán V (1000 a 1520 d.C.)

Durante la primera etapa es palpable la influencia de Teotihuacan, la cual se pone de manifiesto tanto en cerámica como en monumentos arquitectónicos y escultóricos; sin embargo, las relaciones entre los dos mayores centros mesoamericanos durante esa época parecen que fueron bastante pacíficas y basadas en el respeto mutuo. Seguramente, este fenómeno se debe a que la capital zapoteca aparece en este momento como un centro aislado, introvertido, muy tradicional e incapaz de competir política y económicamente con Teotihuacan. Como consecuencia de este periodo tranquilo, sin enfrentamientos bélicos, hay una reorganización profunda del valle mediante la cual surgen cinco tipos de asentamientos jerarquizados. Uno de ellos, Jaleza se desarrolla como un centro de segunda categoría situado a 20 kilómetros de Monte Alban. Varios asentamientos más llegan a tener responsabilidades administrativas, aunque no ceremoniales ni de elite, lo cual se demuestra por los pocos y pequeños montículos piramidales encontrados. No obstante en todos ellos se tallan monumentos con el mismo estilo que los existentes en Monte Alban.

Plano de Monte Albán, Oaxaca, México  Vista general de Monte Albán, Oaxaca, México

Monte Albán es el centro urbano más importante de este pueblo, establecido estratégicamente sobre el plano aterrazado de una montaña. Nunca llegó a convertirse en una metrópoli importante desde el punto de vista económico. La ciudad surge como una capital política, como un centro destinado preferentemente a coordinar las actividades de otros asentamientos, a organizarlos militarmente y para controlar el comercio y los contactos diplomáticos. Es por ello que el área de abastecimiento se halla bastante alejada y fuera del casco urbano y a que las áreas de trabajo en la ciudad sean muy escasas.

Su crecimiento fue rápido y monumental, alcanzando hasta cuatro kilómetros de extensión alrededor de la plaza central. Poseía grandes templos, palacios y dos canchas de ‘Juego de Pelota’, además de otras imponentes construcciones. Las casas del pueblo se distribuían en las laderas, fuera del conjunto central. Estas instalaciones contaban con la vivienda, una pequeña huerta, un pozo y espacios para talleres de artesanos.

Una de las construcciones más afamadas de este lugar es el llamado templo de los Danzantes construido en la fase Monte Albán I. Posee muros elevados, revestidos de grandes losas y con figuras en actitud dinámica, unas grandes y verticales y otras pequeñas y horizontales.

   Edificio J, Monte Albán, Oaxaca, México

En la fase Monte Albán II se observa una continuación y un cambio. Se construye el Montículo J, una estructura pentagonal compuesta por dos cuerpos, con revestimiento en algunas partes con lápidas olmecoides provenientes, posiblemente, del templo de los Danzantes. Aparecen en dicho montículo jeroglíficos, y su fachada, en forma de punta de flecha, se supone guarda alguna relación con los equinoccios y con un lugar que servía de observatorio. A este mismo periodo corresponde una cancha para el ‘Juego de la pelota’ con dos tribunas inclinadas, un muro de fondo vertical y planta en forma de T. Más tarde fue modificado y se acondicionó la gran plaza para ampliar el centro ceremonial.

Recinto donde se jugaba el Juego de pelota, Monte Albán  Recinto donde se jugaba el Juego de pelota, Monte Albán

Los periodos Monte Albán III-A y Monte Albán III-B corresponden a la fase más álgida de los zapotecas. La inmensa mayoría de los edificios que actualmente hay en Monte Albán son de la época III-B, que se caracteriza por el fin de la influencia de Teotihuacan. En el valle está identificada por la presencia de un estado regional mucho más centralizado y enfocado sobre Monte Albán. En el sur se observa un descenso de la población, e incluye el abandono de Jalieza; sin embargo el norte continúa aún siendo próspero.

El estilo arquitectónico de los edificios públicos de Monte Albán es el que se ha dado en denominar de ‘doble escapulario’, es decir, que las fachadas se cubren con dos tableros que dejan en medio un nicho o un espacio que queda rehundido. Se trata de una característica muy generalizada, pero que además se exporta a otros sitios del valle de Oaxaca, llegando a convertirse en un rasgo regional. Esta integración regional la adquiere las escalinatas de los edificios, que nunca llegaron a ser concebidas como elementos adicionales, sino como parte de estos.

Vista de la Plaza Central de Monte Albán  Un edificio de Monte Albán

Muchos elementos decorativos de la Plaza Central de Monte Albán tienen claras influencias de la cultura Teotihuacan como hemos señalado. Además, en ciertos edificios se han encontrado piezas y ofrendas Mixtecas, sugiriendo un posible vínculo entre ambas culturas.

La cerámica hallada en Monte Albán es de la más numerosa de Centroamérica, se han encontrado dos hornos de cerámica muy cerca de la ciudad. La manufactura cerámica es de tipo utilitario y también decorativa y ritual, con una enorme variedad de objetos especializados. Casi todos de estilo teotihuacano. Asimismo se han descubierto otro tipo de cerámica, Naranja Delgada, obtenida por comercio. Durante la segunda parte del tercer periodo y, coincidiendo con el final de la influencia teotihuacana, el tipo de cerámica influyente de esa ciudad es desplazada por una confección de urnas zapotecas.

Pectoral preclásico tardío, Monte Albán, Oaxaca. MNA Urna funeraria zapoteca (Fase Monte Albán III).  Diosa zapoteca  Urna funeraria de Monte Albán

Hacia 800 d.C. Monte Albán comenzó a decaer, momento en que se aprecian ciertos contactos con los Maya. Hacia 1500 d.C. se produjo el colapso de esta cultura.





Índice iconográfico

1. Lápida 55, uno de los relieves conocidos como ‘danzantes’, Monte Albán, Oaxaca.

2. Dibujo de la lápida 55, uno de los relieves conocidos como ‘danzantes’, Monte Albán, Oaxaca.

3. Mural de la Tumba 104 de Monte Albán, Oaxaca, México

4. Pintura mural de Mitla, Oaxaca, México

5. Tablillas con escritura zapoteca, México

6. Dibujo de Javier Urcid de unas Tablillas con escritura zapoteca de Oaxaca, Galería del templo de los Danzantes, Monte Albán, Oaxaca, México.

7. Dibujo de escritura zapoteca, México

8. Tumba del Cerro de la Campana en Suchilquitongo, a unos 29 km. de la ciudad de Oaxaca hacia el Valle de Etla.

9. Tumba del Cerro de la Campana en Suchilquitongo, a unos 29 km. de la ciudad de Oaxaca hacia el Valle de Etla.

10. Frescos de la tumba del Cerro de la Campana en Suchilquitongo, a unos 29 km. de la ciudad de Oaxaca hacia el Valle de Etla.

11. Urna del dios Cocijo, Museo Friselli

12. Brasero efigie cubierto con cinabrio, conocido como ‘el diablo enchilado’, Museo Comunitario de San José Mogote, Oaxaca

13. Urna Funeraria de la Diosa 13 Serpientes, Cerámica, 2.5 cm.

14. Urna funeraria zapoteca

15. Vaso trípode de alabastro

16. Plano de Monte Albán, Oaxaca, México

17. Vista general de Monte Albán, Oaxaca, México

18. Templo de los Danzantes construido en la fase Monte Albán I, Oaxaca, México

19. Tablillas del templo de los Danzantes Oaxaca, México

20. Edificio J, Monte Albán, Oaxaca, México

21. Recinto donde se jugaba el Juego de pelota, Monte Albán, Oaxaca, México

22. Recinto donde se jugaba el Juego de pelota, Monte Albán, Oaxaca, México

23. Vista de la Plaza Central de Monte Albán, Oaxaca, México

24. Un edificio de Monte Albán, Oaxaca, México

25. Pectoral preclásico tardío, Monte Albán, Oaxaca. MNA.

26. Urna funeraria zapoteca (Fase Monte Albán III).

27. Diosa Zapoteca

28. Urna funeraria zapoteca, Monte Albán, Oaxaca, México



Bibliografía

- ALVEAR ACEVEDO, Carlos.: Historia de México, Ed. Jus, México, 1993.

- BLANTON, Richard E.: Monte Albán: Settlement Patterns at the Ancient Zapotec Capital, Academic Press, New York, 1978.

- CUEVAS, MARIANO S.J.: Historia de la Nación mexicana, Ed. Porrúa, México, 1992.

- GAY, José Antonio.: Historia de Oaxaca, Porrúa, México, 1986.

- GONZÁLEZ LICÓN, Ernesto.: Tres mil años de civilización precolombina: Zapotecas y mixtecas, Sociedad Estatal Quinto Centenario, Lunwerg, Barcelona, 1992.

- LEFF, Enrique; CARABIAS, Julia Coord.: Cultura y manejo sustentable de los recursos naturales, UNAM. CIIH, México, 1993. 2 vol.

- VV.AA.: Culturas de Oaxaca, Museo Nacional de Antropología, México, 1967, 2 vol.

- SCHEFFLER, LILIAN.: Grupos indígenas de México: ubicación geográfica, organización social y política, economía, religión y costumbres, Panorama, México, 1990.





Nota 1: Pitao Cocijo fue la divinidad zapoteca precolombina de la lluvia. Deidad homóloga a Chaac entre los mayas; Tláloc entre los teotihuacanos y nahuas; y Dzahui entre los mixtecos. Las representaciones de Pitao Cocijo aparecen desde la Fase Monte Albán II. Su culto se popularizó y sus representaciones se vuelven muy frecuentes entre las conocidas urnas funerarias zapotecas. El culto a Pitao Cocijo sobrevivió hasta el proceso de cristianización de los zapotecos.
Una de las características más señaladas de Pitao Cocijo es que sus representaciones suelen contener alusiones al glifo zapoteco para agua. Algunas veces aparece con una vasija entre las manos. En algunas ocasiones porta una máscara que le rodea los ojos, con colmillos y lengua bífida.



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Para saber más


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DATOS DE LA AUTORA:

Susana Hermoso-Espinosa García (Málaga, España) es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Málaga, y Master en Museología por la Universidad de Granada. Tiene una amplia experiencia profesional en diversas instituciones y empresas culturales. Directora de la Revista Científica de Estudios Histórico Artísticos SUMA. Es fundadora y codirectora del portal de Arte y Cultura Homines.com.